Capítulo 10

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Esa mañana había amanecido bastante fría y mientras Kaitlyn se arreglaba, no dejaba de pensar en lo que su amiga le había dicho la noche anterior, no podía ser posible que se estuviera enamorando de Christopher, sí, le atraía y mucho, más bien, demasiado, pero, de eso, a estar enamorada, había un gran abismo de diferencia. Dejó de pensar en ello creyendo que era una tontería y se apresuró a buscar su atuendo de ese día, escogió un leotardo ajustado mangas largas cuello alto en tono rosa, con un elegante pantalón de tela beige, sandalias tacón fino a tono con su leotardi, su melena la alisó y onduló las puntas, se maquilló suave, combinando sombras rosa, café claro y beige, sus labios con brillo natural, y finalmente, se roció perfume.

Desayunó solo unas frutas picadas con yogurt y luego salió para la empresa. Mientras conducía, se sentía increíblemente nerviosa, sabía que en pocos minutos lo vería y temía ver su reacción al verla y es que, aunque habían aclarado que todo seguiría como si nada entre ellos, tenía miedo de que la relación laboral se hubiera estropeado. Ella estaba clara que Christopher era su jefe, sin embargo, nunca la había tratado como a una empleada más, al contrario, parecían dos buenos amigos trabajando, pues él era un joven muy humilde, a pesar de su posición social. Y no sólo con ella se comportaba así, a todos los trataba por igual, con todos mantenía una buena y cálida relación de trabajo.

Llegó faltando un cuarto para las ocho, subió a su oficina, dejó sus cosas, tomó su laptop y luego se dirigió a la sala de juntas. Al entrar, encontró a Christopher y Amanda intercambiando uno que otro comentario de trabajo y a su vez, tecleando algo en sus respectivas portátiles.

—Buenos días— saludó con un hilo de voz, comenzando a sentir que el corazón se le aceleraba.

El empresario alzó mirada y de inmediato, al encontrarse sus ojos, ambos sintieron una especie de electricidad que les recorrió exquisitamente toda la espina dorsal, ahora compartían un secreto y esa complicidad era realmente peligrosa.

—Buenos días— contestaron Christopher y su compañera al unísono—. Amanda estaba tan concentrada en su laptop, que no se percató de la intensidad de aquellas miradas.

El castaño estaba muy galante esa mañana, con un esmoquin totalmente negro que resaltaba su tersa piel blanca y sus preciosos y extraños ojos grises.

Kaitlyn tomó su lugar, abrió su MacBook y buscó en que avanzar mientras esperaban por los demás. No resistió las ganas de levantar su mirada para verlo una vez más y sintió que las piernas le temblaron al descubrir que él la estaba observando, su mirada era fija, vehemente y su rostro serio e indescifrable. Ella en ningún momento cortó el contacto y sintió un cosquilleo sobre los labios, al ver que los ojos de Christopher, se posaron un instante sobre ellos como si los deseara, luego de eso, lo vio bajar la vista a la pantalla de nuevo y con una de sus manos, se masajeó las sienes, como si estuviera tenso o estresado.

Unos minutos después, la junta inició y ambos trataron de ser lo más profesional posible, olvidarse de sus distracciones y centrarse únicamente en cosas de trabajo, no obstante, sus miradas se buscaron insistentes, sin que el otro se diera cuenta, aprovechaban cuando alguno de los dos estaba distraído, eso era ya ineludible, difícil de controlar. Una hora y media después, la reunión llegó a su final.

El ambiente comenzó a ponerse tirante a medida que todos fueron saliendo, los dos tenían la sensación de un nudo instalado en el estómago, iban a quedarse solos, otra vez, para trabajar en el proyecto como ya era costumbre.

Una vez que la sala quedó vacía, ninguno se atrevió a hablar, permanecieron en absoluto silencio, después de lo que había ocurrido, iba a ser muy difícil actuar como si nada hubiese pasado y menos aún, concentrarse.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora