Capítulo 30

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Al llegar el empresario a la de juntas, varios del equipo ya se encontraban ahí y todos, incluida Kaitlyn, sabían del nuevo escándalo que azotaba la ciudad, sin embargo, por respeto, profesionalismo y educación, nadie hizo ningún comentario acerca de ello, además, eran conscientes, de que, lo que se decía, era nada más un chisme y una completa farsa, porque conocían perfectamente a Christopher, el tipo de persona que era y estaban seguros, que el rompimiento de su compromiso, no se debía a nada de lo que señalaban.

Los chicos esperaban verlo enfadado, afectado o incluso, estresado, no obstante, parecía muy tranquilo y relajado, como si nada estuviese pasando, lo que los alegró mucho. Por otro lado, Kaitlyn, no salía de estupor, apenas y podía creer que él, finalmente, estuviera soltero, sentía un nudo en el estómago que no la dejaba tranquila, su corazón estaba bastante acelerado y tenía una molestia en el pecho, que la mantuvo incómoda durante toda la reunión.

Las sensaciones que estaba experimentando se volvieron peor, cuando unos impactantes ojos grises, se posaron sobre ella y la observaron de manera intensa, tanto, que le dio la impresión, de que le estaban desnudando el alma, por lo que, no pudo evitar ruborizarse y desviar la mirada a su laptop. Christopher notó su rubor y eso logró desconcentrarlo muchísimo, casi ni estaba prestando atención, a lo que en ese momento, uno de sus subordinados exponía. Anhelaba un momento a solas con ella, moría por hablarle, pero, no iba a forzarla a nada, esperaría un poco más de tiempo para buscarla, todo era muy reciente y estaba casi convencido, de que lo seguiría rechazando.

Finalizada la junta, todos comenzaron a despedirse y a marcharse apurados, como siempre, ella fue la última en salir, casi con torpeza se levantó de su silla, tomó sus cosas, se encaminó a la salida y por poco sale corriendo, cuando notó al magnate acercarse y asecharla con aquella taladrante mirada.

—Que tenga un buen día, señor Miller—se despidió colorada y salió como rayo despavorida.

Él no pudo evitar sonreír en voz baja, ya que, había sido muy obvio su comportamiento, la había puesto nerviosa, de eso no le cabía la menor duda y eso lo ponía contento. En todo ese día, no pudo sacársela de la cabeza, se vinieron a su mente, los pocos y bonitos momentos que habían pasado juntos, sobre todo, la noche en que habían hecho el amor, desde ese día, no había estado con nadie más, no había tocado a Camila, no después de haber hecho mujer a Kaitlyn, no después de sentir lo que sintió con ella, no quería dañar ese maravilloso recuerdo, no quería tocar a otra, además, ninguna lograba despertar ese sentimiento en él, era ella y solo ella, quien tenía ese poder y control sobre sus emociones.

Como si todo se estuviese resolviendo a su favor, Smith lo invitó a almorzar esa tarde, junto con algunos miembros del equipo, los más unidos, entre ellos, su preciosa hada de ojos verdes, así que, no dudó en aceptar. Las chicas se fueron juntas en el coche de Amanda y los chicos, con el coqueto rubio de ojos azules. Se reunieron alrededor de la una en el Le Bernardin, una exclusiva marisquería francesa, de alta cocina gourmet y con la sobresaliente atención del Chef Eric Ripert a la cabeza.

Diez minutos antes de la hora estipulada, las chicas ya estaban en el restaurante, luego, llegaron ellos y Kaitlyn, casi sufrió un infarto de la impresión, en cuanto vio a Christopher descender de la camioneta. Sus latidos se descontrolaron al mil y su respiración se volvió inestable, era demasiada belleza personificada en un solo hombre y era casi imposible, que ninguna mujer, no volteara en su dirección. La elegancia con la que se desplazaba era un deleite, la forma en la que sonreía, era una fascinación, la manera en que miraba, era como un hechizo, que era capaz de derretir a cualquier fémina que tuviera en frente.

Se encaminaron todos al interior, un mesero se les acercó y los condujo a una de las mesas más amplias, pidieron una botella de vino y un plato de bocadillos, mientras les llevaban el plato fuerte. Más tarde, iniciaron una amena tertulia, hasta que de pronto, se tocó el tema que estaba haciendo revuelo por todo Estados Unidos esa mañana. Todos ofrecieron a Christopher su apoyo incondicional y les asombró, la serenidad con la que él estaba lidiando con todo.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora