Capítulo 23

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La reunión llegó a su final, todos salieron rápidamente de la sala y Kaitlyn, se quedó tal y como él se lo había pedido. Estaba nerviosa, transpiraba, porque sabía que estar a solas en su compañía, la ponía débil y no debía serlo, al menos no todavía.

—¿Pasamos a mi oficina? —lo escuchó preguntarle, mientras la veía con fijeza y le sonreía.

—Vamos—tragó saliva con dificultad.

Una vez dentro, Christopher le pidió que tomaran asiento y cuando ambos lo hicieron, procedió a hablar.

—Hay tres cosas que me gustaría comentarte—comenzó a decir— bueno, en realidad es una, porque las otras dos, son confesiones.

Ella lo observó extrañada.

—¿Confesiones? —inquirió, con curiosidad— ¿Sobre qué?

—Antes que todo, comencemos por el principio— sonrió él divertido—ten—le ofreció, una cajita larga de gamuza y un sobre mediano amarillo.

—¿Qué es? —observó ella el detalle con recelo—Christopher...

—No es nada de lo que estás pensando—le aclaró este de inmediato, al considerar lo que ella podía estar imaginando—. Tómalo, por favor.

Kaitlyn se ruborizó y lo tomó, abrió la cajita y se encontró con una hermosa medalla de oro que tenía su nombre grabado, aún sin comprender exactamente de lo que se trataba, abrió también el sobre de manila y dentro de este, había un reconocimiento a la mejor empleada del año, sus ojos se empañaron de lágrimas y no pudo evitar que estas resbalaran por sus mejillas.

—Felicitaciones—le dijo Christopher, al verla conmocionada—te lo mereces—añadió sincero.

—Yo...yo...no sé qué decir—logró pronunciar la castaña con dificultad—la verdad es que no me lo esperaba—continuó diciendo, sin dejar de contemplar la medalla—. Gracias, Christopher, gracias de verdad.

—No hay de qué—expresó conmovido— fue algo que decidimos mi padre y yo, así como también todos tus compañeros de la junta directiva, de hecho, pensábamos dártelo para la fiesta de fin de año, pero, aún queda mucho tiempo para eso.

Ella alzó la vista y lo miró a los ojos.

—Me siento muy emocionada— le hizo saber con la mirada cristalizada— ni en mis sueños más locos, hubiera esperado esto—agregó—. Todos ustedes son muy buenos conmigo.

—No se trata de ser buenos o no, esto es algo que te has ganado por tus propios méritos y eso hay que saber reconocerlo—manifestó él poniéndose en pie y caminando hasta ella, quien también lo imitó—. Es solo un detalle al esfuerzo y la dedicación que le pones a la empresa y a tu trabajo, es lo mínimo que podemos hacer.

Otras lágrimas rodaron por el bello rostro femenino y Christopher aprovechó para rodearla con sus brazos, ella desde luego no se resistió y se acurrucó en su cálido pecho. ¡Qué bien se sentía estar así!

—Gracias—musitó llorosa.

—Gracias a ti—replicó él en un susurro y permanecieron unos minutos así, abrazados y en absoluto silencio.

Se separaron un momento después y se quedaron tomados de las manos, viéndose frente a frente.

—Entonces, ¿ahora si me dirás lo que tenías que confesarme? —preguntó ella ya más calmada y sonriendo con coquetería.

—Mmmm, ¿me está coqueteando, señorita Johnson? —cuestionó él pícaro.

—¡CHRISTHOPER! —Por supuesto que no—negó ruborizada y él se carcajeó—estoy esperando—agregó todavía colorada, de pronto, lo vio acercarse más a su rostro y por segundos, dejó de respirar.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora