Capítulo 14

9.3K 650 71
                                        

El empresario, sin poder evitarlo, la recorrió de pies a cabeza con su mirada, sus pozos grises brillaron con asombro ante lo demasiado hermosa que era la mujer que tenía justo frente a él, ella estaba usando un sexi short de pijama, a conjunto con su camisa de tirantes en color azul oscuro, que resaltaba su tersa piel blanca como la porcelana, sus preciosas y definidas piernas lo dejaron sin habla y su escultural cuerpo, lo hizo perder la cabeza, ya ni siquiera recordaba el motivo por el que estaba parado en ese preciso lugar, su rostro se tiñó de rubor por su imprudencia y por estar a una hora poco apropiada en la puerta de su casa.

—Christopher, ¿qué...qué haces aquí? —la escuchó preguntarle con voz nerviosa.

Él, recobrándose del hechizo, dirigió con dificultad su ojos a su rostro, sus latidos estaban activados a mil por hora y el calor que de repente lo invadió, amenazaba con devorarlo.

—Yo...vine...vine a dejarte tú laptop, la olvidaste en la sala de juntas, supongo que fue debido a... lo que pasó... así que, decidí traértela—explicó él, al mismo tiempo que se la entregaba en sus manos.

Ella la tomó con las manos temblorosas y como seguía en estado de shock por su repentina presencia en su departamento, se quedó unos segundos sin palabras.

—G-Gracias, no debiste molestarte—logró decir cuando se recuperó el impacto.

Ambos estaban con los nervios a flor de piel, transpiraban y sentían que el sudor corría por sus espaldas a pesar de haber una temperatura ambiente bastante agradable.

—No es molestia, debido a mí...bueno, a lo que pasó, la olvidaste y lo mínimo que podía hacer, era esto.

Ella lo vio directamente a los ojos, se ruborizó y en ese momento, él se percató de que sus ojos estaban un tanto hinchados.

—¿Quieres....quieres pasar? —lo invitó, dudando en si era correcto hacerlo o no, pero, tampoco podía dejarlo afuera y menos, luego de que se había tomado la molestia de ir hasta su casa y entregarle su MacBook, eso sería demasiado desconsiderado de su parte.

—No quiero incomodarte, creo que será mejor que me vaya—se negó—. Estaba demasiado tenso como para estar a solas en su departamento y con ella vestida así y es que era tan fascinantemente sexi, que no lograba volver a sus cinco sentidos, tenía unas piernas y pantorrillas espectaculares y una figura de infarto, que no podía evitar de mirar. Dios se había tomado gran parte de su tiempo, para crearla tan perfecta, porque era sencillamente perfecta.

—No me incomoda, de verdad, pasa si así lo deseas.

El castaño lo pensó unos segundos, sin embargo, al final, aceptó. Una vez que estuvo dentro, admiró el lugar, todo a su alrededor era muy moderno, bonito, ordenado y ubicado en una buena zona de la ciudad.

—Es muy bonito tu departamento—reconoció, dirigiendo su vista a ella y sintiéndose a su vez mal, por notar sus bonitos ojos enrojecidos, lo que era muy probable que fuese por su culpa—. Sus ojos una vez más recorrieron sus piernas descubiertas y se reprochó de inmediato por su debilidad.

—Gracias—dijo Kaitlyn un tanto colorada—. Siento estar así ...vestida—expresó apenada, al ser consciente de que había reparado varias veces en ella.

Christopher se ruborizó todavía más. ¡Caray! ¿Por qué era tan débil e indiscreto?

—No, al contrario, tú estás en tu casa, más bien, discúlpame a mí por venir a importunarte, lamento haber llegado de improvisto y sin avisar —se disculpó, llevándose una mano a su nuca.

—No hay problema, siéntate, por favor.

Él se sentó en la pequeña y cómoda sala con sillones de cuero negro y agradeció al cielo que ella le ofreciera asiento, porque sentía que sus largas y musculosas piernas, temblaban. Era irrisorio, jamás una mujer lo había puesto tan mal y menos, nervioso y lo más prudente, era que se marchara cuanto antes de ahí, Kaitlyn era demasiado bella, una poderosa tentación para sus ya trastornados sentidos y no sabía cuánto tiempo más, iba a poder contener todo lo que en este instante sentía.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora