Capítulo 20

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Por falta de aire se separaron, con las miradas iluminadas y viéndose con profunda intensidad, sus hombros subían y bajaban notablemente y sus labios permanecían entreabiertos debido a la escases de oxígeno.

—Christopher... ¿qué estamos haciendo de nuevo? —esto...esto no puede ser...debemos pararlo—expresó Kaitlyn con dificultad y no muy convencida de lo que decía.

Él negó de inmediato.

—No puedo, Kaitlyn, intenté mantenerme alejado todo este tiempo, pero simplemente...

Ella colocó un dedo sobre sus labios para silenciarlo.

—No digas nada de lo que después te puedas arrepentir, por favor—suplicó impotente—. Dejemos esto así, no lo hagamos más grande—se soltó de sus brazos sin darle la oportunidad de responder y se fue rápidamente de ahí. Apresurada, se dirigió a los elevadores y para su fortuna, este se abrió al instante, su cuerpo vibraba y temblaba en toda su magnitud, que cualquiera que la mirase, lo podría notar, su corazón latía agitadamente, que casi sentía, se le salía del pecho.

Llegó a su recamara agitada y casi en penumbras, se dirigió a su cama y se sentó, las cortinas estaban abiertas, así que las luces de la ciudad alumbraban tenuemente el interior. Las lágrimas que estuvo reprimiendo no tardaron en salir y se abrazó a sí misma para darse consuelo, lo que sentía por él era demasiado fuerte y ya no podía lidiar más con eso, tenía que solucionarlo. Se puso en pie, bajó el cierre de su vestido quedando solo cubierta con una sexi lencería negra y se dirigió al tocador para desmaquillarse.

Por su parte, Christopher, se quedó inmóvil viendo el lugar por donde ella se había ido, se llevó ambas manos a la cabeza en señal de frustración y sintió como la desesperación volvía a apoderarse de él, ya no lo soportaba más, necesitaba expresar y sacar todo lo que sentía, no podía continuar así o moriría en vida, sin embargo, sabía que si la buscaba, no iba a poder detenerse, esa mujer lo volvía loco, le hacía sentir cosas demasiado fuertes, lo hacía perder la cabeza y todo rastro de razón que hubiera en él.

Decidió regresar a su Suite, así que, se encaminó al ascensor y marcó su número de piso. En el trayecto, deshizo el nudo de su corbata, se la quitó y la enrolló en una de sus muñecas, repentinamente, cerró sus manos en puños y sus nudillos se fueron tornando blancos por la fuerza que estaba ejerciendo, su respiración volvió a desestabilizarse y su corazón a agitarse, por lo que, le fue imposible, no detener el elevador en el piso de Kaitlyn, fue algo meramente automático y cuando menos lo esperó, las puertas de este se abrieron de par en par, no salió de inmediato, ya que no estaba muy convencido de lo que hacía, en lugar de ello, se recargó en la fría pared del metal, cerró los parpados y cuando sintió que comenzaba a arrepentirse, salió apresurado. Una vez frente a la puerta de su habitación, estuvo a punto de dar marcha atrás, no obstante, se quedó plantado en el mismo sitio y se decidió a tocar suavemente.

Kaitlyn estaba a punto de desmaquillarse cuando escuchó que llamaron a la puerta, lo que por supuesto, le extrañó demasiado. Tomó una bata negra de seda que tenía las iniciales del nombre del hotel bordadas en dorado, se la colocó con prisa y se encaminó a abrir, esperando sinceramente que no fuera Smith, quien anduviera rondando por ahí a esa hora, pero, no estaba preparada para lo que vio.

—Christopher—susurró con un hilo de vos... ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó extremadamente nerviosa.

Él la recorrió de pies a cabeza y sus ojos se iluminaron, como si tal cual, tuviese dos faros encendidos dentro. Se quedó sin palabras.

¡Qué sexi era, joder!

—No deberías estar aquí— la escuchó decir después y solo así reaccionó.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora