Capítulo 47.

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"Ada Woods"

El motor de mi auto es lo único que se escucha una vez que estamos estacionados afuera de su casa.

- Gracias por la súper cita —se ríe

Hoy conocí más a Aaron, el Aaron como persona, el que probablemente muchos no conocen.

- Gracias a ti por aceptar.

- Odio cuando nos tenemos que despedir —no puedo con su ternura.

Él estaba mirando al frente, así que cuando voltea su mirada se trasladan a mí, como siempre, me pierdo en sus ojos, esos que se parecen tanto a los míos, los mismos destellos verdes. Con una sonrisa se acerca y une su boca con la mía.

Sus labios me dan pequeñas caricias, de un momento a otro lleva sus manos a mi cadera y me sienta encima de él, sonrío por su repentina decisión pero sigo degustándome de sus labios, siento como este simple beso me deshace y es exquisito, acaricia mis mejillas y como en el viaje, reposa una de sus manos en mi trasero y la otra toma camino al cuello, profundiza el beso y al instante siento su lengua dentro de mí con notable urgencia.

No puedo explicar lo que me hace sentir por segunda vez en esta situación, es un vaivén de emociones. Mis dedos curiosos comienzan un juego con su cabello, serpenteando en él.

Por un momento nos separamos, en nuestros rostros se dibuja una sonrisa, la mía es pequeña y tímida, pero la de él es de completo afán y anhelo.

- Gracias por dejar que esto siguiera cuando llegamos, me gustas, y lo suficiente como para no dejarte ir.

Sus palabras son sinceras y me deja estática por un momento. Porque créanme que así se siente, cuando te miran y con franqueza te susurran palabras cargadas de sentimiento y espontaneidad, te desequilibra.

Me da un beso cerca de los labios, y los ojos se me cierran automáticamente cuando su boca va más allá, hacia mi mandíbula, comenzando a descender, son de esos besos húmedos que te hacen temblar las piernas, suerte que estoy sentada.

- No te cohíbas de hacer nada.

Y no lo digo por la lujuria del momento, lo digo porque es Aaron, y sé que puedo darle toda la confianza que cargan esas palabras.

Porque a ver, somos adultos, se lo que conlleva ese tipo de besos.

- Quiero que sepas que no puedes andar por la vida diciéndole eso a los hombres. Hace volar nuestra imaginación.

Suelto una risita nerviosa. Sonrisa que se esfuma cuando se presiona contra mí en la parte inferior, sintiendo su erección, trago, dentro de mí se desata de todo, y para ser más exactas, en la parte baja de mi abdomen.

Sus manos comienzan a deslizarse por mis piernas hasta llegar al dobladillo de mi vestido, y no sé si insultar o agradecerle a David por esta elección de vestimenta. Su toque es delicado pero hace que me retuerza, porque ¡Dios! es Aaron Cromwell quien está tomando ese camino de mis piernas a mi cadera, debajo de mí vestido.

Lo arrastra y a su paso toca mi ropa interior; se me olvida hasta como respirar cuando su pulgar roza y presiona ahí, justo sobre mi sexo. Ataco su boca y el suelta un gruñido. Me siento completamente húmeda encima de él, empieza con una coreografía, sube y baja su dedo, tornando nuestra respiración irregular.

- ¿Te está gustando lo que te hago?

- Si... las palabras se desvanecen en mi boca cuando su pulgar presiona con más fuerza.

Se me hace completamente imposible no presionarme más a su erección cuando su dedo pasa de mi ropa interior a la humedad de mi feminidad, y a eso le sumas que está estrujando mi nalga con su otra mano. Todo el calor de mi cuerpo baja, concentrándose solo en los movimientos de Aaron.

Dulce Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora