Capitulo 102.

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Un beso, dos besos, tres besos y sonrío.

- ¿Así quien no se despierta de buen humor?

- Espero que tú sí, porque temprano, mas tu mal humor, no es buena combinación.

- ¿Sabes que más me puede poner de buen humor? —estamos acostados, le doy la espalda estrujándole mi trasero.

- Creo tener una leve impresión de que. —recuesta su erección en mí.

- Vas por buen camino.

Besa mi cuello y ya no hay marcha atrás. Sus manos ve directamente de mis pechos hasta mi vientre, cuando llega al borde de la pantis lo freno y abro mis ojos.

- Creo que hemos sido interrumpidos.

- ¿Mm? —intenta bajar de nuevo y yo corro hacia el baño.

Me siento en el inodoro y al bajar mi ropa interior aparece lo que sospeche, una gran mancha roja.

Son sentimientos encontrados cada vez que me sucede, porque significa otra vez sin estar embarazada.

Tardo unos minutos mirando la mancha hasta que no puedo verla más por las lágrimas.

¿Por qué?

No sé cómo le diré a Aaron que será otro mes sin poder quedar embarazada, todo esto me está llenando de inseguridad.

Tomo respiraciones como por 5 minutos y logro calmarme.

Me ducho y me cambio, hoy saldremos antes de irme, no me derrumbare, no hoy.

Me coloco un crop top blanco, y un enterizo negro, caminaremos así que tengo que estar lo más cómoda.

Aaron entra a ducharse pero antes se coloca detrás de mí, nos vemos en el espejo.

- ¿Estás bien? —asiento con la cabeza. —No hay necesidad de que mientas, no conmigo. ¿Qué paso? —vuelvo a negar con la cabeza. —Ada.

- La maldita menstruación, eso paso. —en su rostro veo como le afecta también, porque sabe lo que significa, pero aun así me da su mejor sonrisa.

- Si no es este mes será el otro. —besa mi cabeza desde atrás.

- Estoy agotada.

- ¿Agotada de tener sexo conmigo? —rio.

- Agotada de no tener resultados.

- Todo con calma amor, cuando sea, llegará. —su voz está un poco ronca.

Cubro mi rostro con las manos y comienzo a llorar, la situación y las hormonas alborotadas con la menstruación no ayudan, solo se limita a acariciar mi cabello y me dice cuanto me ama y lo bien que saldrá todo esto al final del camino.

- Me terminare de maquillar, no quiero llorar hoy, hoy no.

No responde, me suelta y salgo hacia la habitación, me detengo en el borde de la cama, respiro y cuento hasta 10. Comienzo a buscar el estuche de maquillaje y no lo consigo, no me acordaba que lo deje en el baño.

Camino hasta el baño y entro sin tocar, Aaron esta con las dos palmas de la mano recostadas en la encimera del lavamanos con la cabeza baja, me acerco a tomar el pequeño bolso y se percata de mi presencia, se da la vuelta rápido, dándome la espalda.

¿Cómo les explico lo arrugado que esta mi corazón en este momento? Aaron tiene los ojos completamente rojos y cristalizados.

Aaron desde que lo conozco ha sido mi mejor apoyo, mi base, mi pilar, nunca ha dejado que me decaiga por completo, siempre sosteniéndome, y en este momento el necesita eso de mí.

- Estoy bien. —me dice cuando lo abrazo.

- No estás bien, no estamos bien.

- No somos malas personas, ¿verdad?

- No lo veas como un castigo. —escucho un sollozo, aguanto el no llorar, tengo que mostrarme fuerte y con confianza. —cuando menos lo creas, estaré dándote la noticia y te tendré que levantar porque te habrás desmayado. —ríe y yo tomo su rostro enjuagando sus lágrimas empozadas. —si no ha llegado es porque no es el momento todo a su tiempo, sé que soy la menos indicada para darte ese consejo, pero así será.

- Quiero un hijo que venga de ti, que luzca igual de hermoso que tú.

- O como tú. —lo beso —ahora báñate que perdemos tiempo. —le pellizco una nalga y camina a la ducha.

Me maquillo ahí en el baño, mientras hablo con el cuándo se ducha para distraerlo.

El decide vestirse con un pantalón negro zapatos y camisa blanca para estar acorde conmigo, me parece gracioso que sea él, el de estas iniciativas. Me rocío mi perfume dulce, mastico mi chicle mientras termino de guardar mis cosas en el bolso y Aaron me grita que me espera en el auto.

Bajo y está en el asiento del conductor, no se percata de que estoy abriendo la puerta, lo nota cuando me siento, el guarda su celular y me sonríe.

- ¿Sabes lo jodidamente adictivo que es tu olor dulce con la menta? —esconde su nariz en mi cuello.

- Tengo una idea, porque me la paso drogada por tu perfume.

- Te amo. —deja un beso húmedo en mi cuello y comienza a manejar.

Aprovechamos y me pone al día con su nuevo proyecto, básicamente le está salvando el culo comprándole el 70% de la compañía.

Su celular suena y el decide ignorarlo, cuando deja de sonar me pide que vea quien llamo.

- Número desconocido, los odio. —le digo.

- Y yo.

- Cuéntame, como te sientes con la noticia de Holly.

- Seré tío, ¿qué tan feliz puedo estar? Sabes que me gustan los niños, y si es un sobrino más todavía.

- Tengo algo que decirte.

- Ujum. —responde distraído mientras verifica en el retrovisor para hacer un cruce.

- Holly no sabe qué hacer con el bebé.

- Amor, ella es inútil, pero tampoco es que no sepa que hacer.

- No, no estas entendiendo.

- Ilumíname. —no quiero que se haga ilusiones.

- Sabes que Holly nunca ha sido de ese pensar, de la familia feliz, el esposo, nada de eso. Tiene sus dudas en qué hacer con el bebé, si tenerlo, o dejárselo a Nadir, esta confundida. —literalmente Aaron se frena en medio de la vía, me volteo y suerte que no hay carros atrás.

- ¿Ella quiere que la encierre los meses que le restan? —Oh, oh.

- He hablado con ella, Marta igual. Esta confundida, es algo inesperado, tenemos que darle espacio.

- Entonces lo hubiese pensado mejor antes de tener relaciones sin cuidarse. —veo la furia en sus ojos, reacciona cuando un carro nos toca corneta para movernos.

*

Estamos comiendo en un restaurant con una vista de lo más bonita, está ubicado en una gran altura, por lo que tenemos al frente un camino de montañas. Estoy bebiendo de mi taza de chocolate, admirando la vista, cuando siento la mirada de Aaron, desvío mis ojos hacia él y esta hipnotizado, me da una sonrisa que me derrite, y que muy raramente me hace sonrojar.

- ¿Por qué me miras así?

- ¿Eres feliz? No ahorita, en general. —toma de mi mano y comienza con caricias tiernas.

- Si amor, lo soy, y te debo gran parte de esa felicidad.

- Casémonos cuando esté lista nuestra casa. —me toma desprevenida. —¿Qué mejor comienzo que en nuestro hogar?

- ¿Cómo yo te digo a ti que no?

Me siento en sus piernas y le beso el rostro mientras el solo me tiene por la cintura, sonríe y lo disfruta.

Nunca me conseguiré a alguien como Cromwell.

Dulce Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora