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Siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento, lo único que lo calma es las caricias en mi cabello que comienzo a sentir desde que me moví, abro los ojos y tengo a Aaron de frente, con sus ojos aun cerrados pero haciéndome cariñito.
- Buen día precioso. —el abre los ojos y me ve, me da una sonrisa apagada y besa mi frente.
- Juro que pagara el haberte dejado así.
- ¿Tan fea estoy? —bromeo.
- Nunca. ¿Cómo dormiste?
- Puessss, con tus ronquidos, no muy bien.
- Seguro eran los tuyos que los escuchabas hasta en tus sueños. Me levantare para atender a tus padres, sigue durmiendo. —me da un beso en los labios con toda delicadeza.
- No me mal acostumbres señor Cromwell. De todos modos me tengo que alistar para ir de compras con esas mujeres. ¿Qué harás con Peter?
- Iremos de paseo. Y otra cosa, ni creas que vas a conducir, irán con Bob.
- Se aburrirá.
- Aunque no lo creas a él le gusta esas cosas de Navidad.
- ¿Y cuándo se ira a donde su familia?
- Le dije que en la tarde, cuando ya hayan regresado podía retirarse.
- Mi hombre no es tan de piedra. —estrujo sus cachetes y se queja. —¿Verdad que no es divertido?
- Es diferente, a ti no te duele porque tienes bastante, yo no.
Nos duchamos, pero esta vez sí fue una ducha tranquila, nos alistamos y bajamos, ya en la cocina esta mamá y Marta, y muero de ternura cuando veo a Peter sentado en el mueble haciéndole cariños a Coco y con la otra mano a la de London.
London cuando nos ve baja la mirada, luego vuelve a vernos y sé que significa, así que me acerco a ella.
- ¿Qué sucede?
- ¿Sobre qué? —disimula y yo le entrecierro los ojos. —Es que necesito hablar con Aaron sobre algo, pero me da miedo lo que pueda pensar o decirme.
- ¿Se puede saber de qué es?
Me comenta y la aliento para que hable con su hermano, no sin antes decirle a Aaron que paciencia y que no pegue el grito al cielo.
Cuando ya todos hemos desayunado y hablado lo suficiente, de que London haya salido del estudio con su hermano, y dejarle todo a nuestras macotas, nos subimos todas las mujeres y Bob claro, a la camioneta, estoy sentada de copiloto cuando Aaron se acerca, bajo el vidrio y el descansa los brazos en la parte de arriba de la camioneta.
- Tengan cuidado, ¿sí?
- Siempre.
- Y no me extrañes.
- Siempre tan modesto, pero eso te digo yo a ti, no me extrañes.
- Yo si lo hare.
- Tú sí que te pasas de cursi. —se burla London desde atrás haciendo que todas riamos.
- Te amo. —le digo y él sonríe tímido.
- Y yo a ti, llámame cualquier cosa.
- Si jefe.
Todas tenemos un buen humor, tenemos loco al pobre Bob, pero hasta él canta las canciones viejas de mamá y Marta.
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Dulce Infierno
RomanceAda Woods esa mujer sin filtro que dice lo primero que le pase por la cabeza, es torpe como ella sola, habla hasta por los codos y está más dormida que despierta. Pero ante todo es fiel a su familia y a sus seres queridos. A sus 23 años se traslada...