¿Qué tan normal es llegar a tu casa sin saber que viajaras a la jodida y perfecta Bora-Bora?
¡Bora- Bora!
No me lo creo, me pellizco, me doy bofetadas y las siento. Es real.
Sabotee a Bob con todo lo que se imaginan para que me diera una pista, y literal se pegó cinta a los labios. Al subirme al avión Aaron cubría mis oídos cuando decían el destino por altavoz.
Me explico que todo lo hizo con la ayuda de Holly y David, se encargaron de facilitarle mi pasaporte y hacer las maletas con todo lo necesario, y a decir verdad, tengo miedo de lo que vaya a conseguir si ese par empacaron.
Holly le dijo que le debía un gran favor, ya que estaba con resaca cuando lo hizo, Marta y London estaban celosas del viaje, y David, bueno, David quería un buen bronceado. Por lo que Aaron alquilo esa casa para ellos 4, Holly y David eran las otras dos personas, por eso no dijo sus nombres, gracias al cielo hicimos un buen mercado.
No sabía en donde estábamos, porque me hizo bajar las ventanillas en todo el viaje, hasta que aterrizamos y vimos un gran letrero que decía "Bienvenidos a Bora-Bora"
Y unos hombres colocando collares de flores... desde ahí no he dejado de sonreír.
- ¿En serio Aaron?
- ¿Qué?
- ¿Bora-Bora?
- ¿Qué tiene de malo? —estoy sin palabras —si no es por ti, no me hubiese ganado este premio.
- Técnicamente es mío.
- Entonces gracias por traerme a Bora-Bora. —rio.
- Idiota. —le doy un pequeño golpe en el brazo que él ni siente.
- Vamos, un yate nos llevara a las cabañas.
En cada dos pasos que damos veo algo más hermoso que lo anterior, y cuando llegamos al muelle con las cabañas, tengo que abrir un hueco en el suelo para que siga mi quijada.
Las fotos no le dan crédito a lo hermoso que en realidad es este paraíso.
Suben nuestras maletas a un carrito que nos lleva a nuestra habitación... o casa. Esto es como una mansión, pero encima del mar, lo más espectacular es la parte de atrás, tiene piscina privada y unas pequeñas escaleras que dan al mar, la vista desde la cama es inigualable.
Aaron deja las maletas al lado de la cama, me volteo y tiene una sonrisa de niño entusiasmado, me inclino y le doy un beso en la mejilla.
- Gracias.
- Lo que sea para ti.
- Esto es demasiado.
- Sonara cliché, pero, nada es demasiado para ti.
- ¿Y el trabajo?
- Estas en esta isla, con tu jefe, ¿y te preocupas por el trabajo?
- Cierto.
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Dulce Infierno
RomanceAda Woods esa mujer sin filtro que dice lo primero que le pase por la cabeza, es torpe como ella sola, habla hasta por los codos y está más dormida que despierta. Pero ante todo es fiel a su familia y a sus seres queridos. A sus 23 años se traslada...