Capítulo Cuatro: Mejor A Fuera

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Alice

Una semana después...

Cuando desperté, Byron estaba aquí bañándose y Bastian me había traído algo de comer. Afortunadamente el idiota mayor se vistió y se fue en cuanto salió del baño al igual que Bastian después de verme comer. Parecía que tenía niñera hasta para eso.

»¡Dios! Ni Jake era tan pegajoso como Bastian lo es conmigo«

Me pasé toda la mañana mirando por la ventana cualquier movimiento que había en esta casa, todo iba bien, excepto porque cada salida, ventana y puerta estaba sellada o cerrada con llave. Sólo podía andar de un lado para otro dentro de ésta enorme casa, y si alguien me lo pregunta, esta cosa parece una mansión por todos los laberintos que hay.
Lo único que se me hacía curioso aquí era que no había nadie más en este lugar. Sólo Bastian y Byron.

Pensaba un poco y recordé el nombre de dos o tres chicos, estaba segura de que recordaba más voces en esa noche, pero no creía que fuera capaz de recordarlos por mí misma. Así que debía de indagar por mi cuenta.
Vagaba por las partes de la casa y mirando cada rincón de esta. Cada vez que paseaba se me hacía más y más grande, pensaba que el camino a mi habitación sería difícil de recordar en este lugar.

Cuando miraba el lugar, encontré la foto de Byron cerca de sala y por instinto la tomé. Se veía distinto, no lo sé, tal vez mantenía un aire oscuro que me hizo temblar en el interior pero también tenía un atisbo de maldad, incluso más fuerte del que tiene ahora. Casi parecía otro.

Por un lado, estaban fotografías del oscuro Byron y por el otro sólo algunos cuadros de lobos y personas. Algo extraño en realidad. ¿Pero quién soy yo para juzgar? Si nunca había decorado una casa a mi gusto por el simple hecho de que mi hermano no tenía un trabajo de estancia fija.

¡Eso es!

Podía sobornar a Byron, podía darle el dinero que a él se le antojara a cambio de que me dejara ir. Le daría todo a cambio de mi libertad.
Pero...

—No, él ya debe saber eso —. Pensé en voz alta.

Sí, Byron había hecho una investigación sobre mí, estaba segura de ello por el simple hecho de que una vez mencionó que sabía que ahora estaba sola. Sin Jake, estaba sola y era la única del apellido Lawrence que quedaba en el mundo.

—¿Qué haces?

Me giré y vi a Byron. Tenía una ceja levantada mientras me veía amenazante desde su posición, igual que un cazador a punto de lanzarse sobre su presa.

—Paseo —. Contesté simple.

—Bueno, sólo deja mi rostro en paz —dijo quitándome la foto de las manos —, ¿Dónde estaba?

—En el recibidor.

Negó y volvió a caminar, yo lo seguí y vi como dejó la fotografía en su lugar a la vez que se quedaba mirando las demás. Parecía confundido de ver esa foto, quizá no la recordaba de entre tantas que había.

—¿Ese eres tú? —. Pregunté al verlo perdido en su mente.

—¿Quién más?

—Pensé que era un pariente.

—No —me miró—, ¿Por qué lo dices?

—Porque no te pareces.

—Es idéntico a mí —. Rodó los ojos.

—No es cierto, tú no das escalofríos como ese hombre —. Me encogí de hombros y caminé de nuevo hacia las escaleras sin esperarlo.

Supe que por un momento estuve en riesgo de que él notara si quiera que estaba analizando la casa para después planear mi mejor escape de este lugar, así que usé algo de charla para despistarlo. Aunque no había mentido.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora