Capítulo Treinta Y Cuatro: Contraataque

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Byron 

Solté un suspiro aliviado de saberla a salvo y bien, pues sé que si no hubiese sido por su fuerza, la habría perdido. Besé su rostro tratando de marcarla con el mismo amor que siempre trataba de demostrarle pero que en el fondo sentía que era aún más fuerte de lo que lo había sido alguna vez.

—No supe reaccionar a las cosas, Alice —negué cerrando mis ojos cuando uní nuestras frentes—, y sé que no hay excusa para eso, pero te pido que me perdones por haber sido un idiota contigo, por no haber sido lo suficientemente inteligente para confiar en ti y en nosotros, en lo que construimos aún cuando todos trataron de ponerse en nuestra contra; y sé que nunca me lo vas a creer, pero aunque estaba seguro de que sólo podría amarte a ti toda mi vida, no sabía si en el fondo podría ser la misma clase de amor inolvidable para ti, mi Alice.

—Te he dicho que te amo y todo lo que eres me hace amarte aún más de lo que debería —murmuró acariciando mi mejilla haciendo que cerrara mis ojos ante su tacto—, pero hay cosas que tienes que cambiar. No puedes alejarme creyendo que te voy a hacer daño, Byron. Yo no te haría algo así.

—Temí por mí —asentí y la miré—, pero mi temor iba más allá de mí. Temía por lo que tú fueras a creer y el dolor que te causaría saber la verdad de lo que mi hermano nos había hecho. Creí que te perdería pero que también te lastimaría, y no quise verte sufrir más por mi causa. Sólo traté de protegerte, aunque ahora sé que no lo hice de la manera correcta.

Tomé su mano y la besé sintiendo que aquel gesto no era el suficiente pago de mi perdón hacia ella.

—Sé que nos lastimé, que incluso te herí más de lo que yo podría creer, pero te juro que sólo quería hacer que tu dolor fuera menos y si aquello implicaba alejarme de ti antes de que supieras la verdad, lo iba a hacer. Porque te amo.

—¿Cuándo vas a entender que los problemas ahora son de los dos?

—Sólo quiero evitar que te dañen aún más de lo que ya lo han hecho.

—Estando contigo soy inmune al dolor —. Negó besando mi mano y sonrió levemente—. Estando juntos somos invencibles, ¿Lo sabías?

Asentí sonriendo.

—Lo sé.

Pegué mi frente a la suya, cerré mis ojos y me quedé así un largo rato.

—Lo sé, min kärlek.

No necesitaba nada más de lo que ahora mismo tenía. Con ella en mis brazos y junto a mí, me sentía el ser más fuerte de todo el mundo.
Sé que yo mismo le había fallado y que aún cuando ella me había perdonado todo lo que le había hecho, yo seguiría siendo culpable. Así que deseaba ganarme aquel perdón de la manera en la que pagara por todo el daño que le había hecho. De la única manera en la que sé pagar un error, dándolo todo de mí.

Porque me había propuesto ser un buen hombre para ella.

El que Alice deseara de mí. No me importan las cosas que tenga que cambiar para hacer que ella esté a salvo de todo lo que quisiera dañarla, incluso si aquello implicaba cambiar por completo mi carácter y mi esencia; haría todo con tal de que mi esposa se quedara para siempre a mi lado.

—Quiero ser el hombre que mereces, Alice.

—Byron —rió suavemente—, tú eres el lobo que necesito.

Sonreí con su respuesta y la miré con gran felicidad al ver que ahora mismo ella de nuevo era la mujer que siempre veía en casa. La misma que me había enamorado sin siquiera haberse dado cuenta, la que me tenía a sus pies para hacer todo lo que ella quisiera conmigo e incluso más, porque yo era su lobo y ella mi dueña. Así eran las cosas.
Cada mañana, cada noche; Alice es la mujer que me enamora cada día de mi vida con el sólo hecho de sonreír y mirarme con confianza. Ella es la primera persona que jamás me había fallado incluso cuando yo sí le había fallado a ella; es la mujer que me amaba aunque soy un cabeza dura y hasta la misma que juraba que daría la vida por mí como yo por ella.
Porque para mí no habría vida sin ella.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora