Capítulo Cinco: Secreto De Prisionero

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Alice

Desperté a mitad de la noche y revisé mi habitación de reojo. Sabía que alguien me miraba dormir y no me sorprendí al saber que era cierto, pues Byron estaba sentado al borde del barandal del balcón y me miraba con los brazos cruzados.
Inspeccionando todo con sus ojos.

—Largo.

Byron sonrió y no dijo nada.

—Byron, por favor. Solo pido un poco de soledad hasta que me dejes ir, no pido más de tu parte.

—¿Te has dado cuenta que hasta ahora has sido egoísta?

Fruncí mi ceño y me senté en la cama para mirarlo a los ojos.
No mentiré, me molestaba que Byron estuviera aquí. No lo quería cerca de mí, pero por única y última vez, quise llegar a entender a aquel hombre oscuro y siniestro con el que me encontraba. Después de oír a Bastian, sentía curiosidad por saber quién es Byron y por qué parece un prisionero en su propia casa.

—No lo he sido —murmuré sin dejar de verlo—, sólo me defendía. Es lo que mi hermano me enseñó a hacer.

Levanté mi ceja un segundo para que notara mi desagrado por él.

Trust nobody —. Me encogí de hombros cuando lo dije en mi idioma natural—. No confíes en nadie, es la primera lección que me enseñó Jake y creo que eso no es para nada egoísta. Es inteligente.

—Si lo es —asintió y se acercó a mí. Tomó una silla que estaba cerca y se sentó a manera de que sus brazos quedaron recargados en el respaldo de esta, lo que lo puso aún más cómodo para mirarme a la cara—. Tú no has hecho más que tratarnos como basura desde que llegaste. Ni siquiera te importó que nosotros te hayamos cuidado todo este tiempo.

—Yo no te lo pedí. Es más —me senté en la cama para verlo al hablar—, te supliqué y rogué que me dejaras libre. Lo que hiciste fue porque tú lo quisiste, no me vengas con eso ahora.

Él negó y recargó su cabeza sobre sus brazos.

—¿Tú en verdad crees que Bastian me habría dejado echarte de casa herida? Fue nuestra culpa y teníamos que velar por ti, pese a quien le pese, eres nuestra responsabilidad desde que te conocimos.

—No soy una niña a la que puedes y debes de cuidar porque es más pequeña que tú —. Lo miré molesta—. He vivido muchas cosas y sé cómo sobrevivir. No es necesario que enjaules a un ave para protegerla, es inútil, su felicidad está en sus alas y tú me las cortaste.

—No podía dejar que te fueras así.

Quizá era mi imaginación pero hasta ahora no sentía la misma rabia en sus palabras que antes, al contrario, casi parecía compasivo conmigo.

—¿Y a ti en qué te afecta lo que me pase? —lo enfrenté—, si he sido yo quien a perdido más desde que ustedes aparecieron en mi vida. No es lógico que ahora te preocupes por mí.

Byron se puso rígido y me miró en completo silencio. Dudoso o no, decidió soltar una verdad que me afectó de golpe y me asustó, puesto que yo no quería meterme en su vida. Eso era mucho para mí.

—Porque yo sé lo que es perder a un hermano.

Apreté mis labios y por primera vez, me sentí más tranquila y dudosa de mis actitudes. Quizá yo era la más tonta de todas las personas por no mirar ni pensar en los demás, pero así me habían educado y ahora no sabía qué hacer. Jake me educó como hija única y, aunque él era mi hermano, siempre me trató como a su mayor amor. Su bebé.
Yo era feliz, mimada y hasta cierto punto una niña aún. No importaba la edad que tenía, pues aunque no era mucha, sabía comportarme más madura de lo que otros a mi edad lo eran. No porque lo quisiera, sino porque a mi hermano nunca le gustaron mis arrebatos como niña amorosa o sentimental; para Jake, era más importante que supiera pensar y defenderme que ser compasiva y amable.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora