Capítulo Veintiséis: Súcubo

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Alice

—Bella durmiente —alguien canturreó mientras dormía—, vamos, arriba.

—¿No tienes a alguien más a quién molestar? —. Gruñí al ver a Clark de pie a mi lado.

—No, la verdad es que no —se encogió de hombros—, y estoy aburrido así que... No. Estoy bien aquí.

Suspiré con fastidio y me senté en la cama para verlo mejor. Clark estaba comiendo una manzana mientras me miraba como si no fuera extraño el que haya pasado toda la noche cuidándome. Jugando el papel que se supone que Byron iba a cubrir.

—¿Qué quieres? —. Bostecé irritada.

—Oye, ¿Siempre eres así cuándo despiertas por las mañanas o sólo cuando un hombre guapísimo te canta? —puso una mano en su mentón—, ¿En serio eres feliz con el rey alfa o es puro cuento?

—Digamos que no eres el príncipe azul del que me enamoré —lo miré burlona—, tu nariz se parece al pico de un tucán.

Él hizo una sonrisa hipócrita y me divertí con su reacción.

—Muy graciosa —. Quitó la manta que me cubría sin ningún miedo. Se había vuelto un desvergonzado desde ayer—. Arriba, princesa. Tienes mucho que hacer mientras el rey no está en el castillo.

—Gracias al cielo que eres un guardián y no un anfitrión porque te juro que ese papel no te queda para nada —. Me estiré y bajé los pies de la cama—. Buenos días para ti también, Clark.

—Hola también, cariño —. Sonrió y me miró—. Y aunque adoro tu gran humor matutino, lo cierto es que si te apresuras, aún podrás ver a Bastian despierto.

—¿Por qué no lo dijiste antes? —. Grité emocionada.

Salté de la cama y corrí a la habitación de Bastian sin importar que tropezara con un par de cosas en el camino. Nada era tan importante como ver a Bas.

—Ten cuidado, niña.

Escuché a Clark a mis espaldas pero no me detuve hasta llegar al umbral de la habitación nueva en la que habían colocado a Bastian ayer.
Mack estaba a punto de inyectarle algo, pero cuando me vio, se detuvo mostrándome una sonrisa.

—Alice —. Sonrió al verme.

—Les daré un minuto —. Mack rió cubriendo sus oídos.

Dejó las cosas en la mesa y salió de la habitación para hablar con Clark.

—Bastian.

Él me miró aún recostado en su cama y estiró una de sus manos hacia mí.

—Hola, pequeña.

Me senté a su lado una vez que lo alcancé y tomé su mano para dejar un beso en cada una de ellas. Estaba agradecida de que el lobo menor estuviera despierto y a salvo.

—Hola, Bas —sonreí al acariciar su frente—, ¿Cómo te sientes?

—Como si un vampiro me hubiera clavado los dientes —. Sonrió.

Alcé una ceja y reí con esa respuesta que definitivamente no me esperaba.

—Supongo que eso es lo más cercano que escucharé a una broma natural de ustedes —. Me burlé pero Bastian notó que hice una mueca cuando un ardor se hizo presente.

—Estás herida... —. Murmuró acariciando mi mejilla donde había un raspón por la caída de ayer—. Fue mi culpa, ¿Cierto?

—Me caí. No tiene nada que ver contigo —. Negué con mi cabeza.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora