Capítulo Doce: Algo Tan Bello

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Alice

Miraba desde mi balcón el eterno amanecer que ahora iluminaba el resto del paisaje. Desde que tengo memoria, el cielo siempre ha sido una de mis cosas favoritas de vivir y, no es que sea una coincidencia, pues desde niña, Jake me había enseñado que ese es el lugar desde donde mis padres me cuidaban y ahora también creía que él estaba ahí también.
Una metáfora bastante común si me lo preguntan, pero dado que el emblema de mi familia eran las alas de un ángel, creo que eso era realmente importante para ellos. Digo, somos creyentes, aunque ahora sé que podía creer en más cosas.

Un hombre lobo, por ejemplo.

Anoche había regresado a casa con Byron y ahora todo me parecía más sencillo y lleno de tranquilidad. La casa se sentía muy diferente a la última vez y creo que en parte era porque poco a poco me estaba haciendo a la idea de que este sería mi nuevo hogar, es decir, no estaba molesta o algo por el estilo. Creo que estaba bastante cómoda con esa idea, digo, yo siempre quise tener un hogar fijo, ¿No es eso lo que había peleado?
Mis pensamientos no habían cambiado, lo que antes dije seguía en pie, pero ahora que me detenía a pensarlo sentía que cometía una locura, pero...

¿Cómo me iba a casar con Byron?

No compartíamos muchas cosas, en realidad, sabía tan poco de él que ni siquiera conocía qué era lo que le gustaba o disgustaba; mucho menos lo que iba a implicar casarme con él en su mundo. Habían tantas cosas que yo desconocía que se me hacía irreal todo lo que ahora vivía.
De niña pensaba que sería lindo tener una familia grande, con el tiempo, entendí que la única familia que deseaba era a Jake. Nunca me interesé por alguien más, bueno, tampoco es que haya tenido la oportunidad de hacerlo dado que siempre nos mudábamos a penas cumplía el mes en el mismo lugar. Jamás hice amigos y la única relación que se me permitía tener, era con mis tutores.

Siempre fue lección tras lección.

A los siete años, ya sabía hablar tres idiomas e incluso tocaba cuatro instrumentos de cuerda a la perfección, cuando la mayoría de los niños se preocupaban por aprender operaciones básicas; a los once, ya me había graduado de la educación secundaria y recibía clases de economía y administración mientras aprendía mi sexto idioma. Y a los dieciséis, ya había cumplido con los aprendizajes básicos de una carrera de administración, por lo que mi hermano decidió contratar tutores que me dieran las mejores clases en economía internacional y aduanas. Una carrera que estaba segura fue inventada por él.
Jake siempre dijo que eso me iba a servir para manejar la compañía al cumplir los veinte pero nada de eso era cierto. Yo sabía que lo que de verdad quería era que yo fuera un orgullo para la familia como lo era él.

Una estrella de oro.

Pero ahora que estaba con Byron y Bastian... Creo que nada de eso era realmente importante. Claro, gracias a que aprendí su idioma es que podía comunicarme con ellos, pero eso no era lo importante, sino la manera en la que me costaba entenderlos.
Al haber sido criada como hija única y siendo siempre consentida en todo lo que quería, me era imposible ser tolerante a muchas cosas que no salían como yo quería. Un ejemplo de ello era socializar y ser... Tolerante, con la poca o nula capacidad de Byron para comunicarse. Algo que francamente me molestaba pero que era llevadero gracias a Bastian.

Otra cosa que al parecer tenía que aprender para variar.

Sentía en el fondo de mi alma que no debería casarme o que simplemente no era lo correcto, pero mis sentimientos habían cambiado, yo no era la misma niña que viajaba en el auto con su hermano atravesando países y a veces hasta continentes. Ahora que mi mundo se había abierto fuera de la caja en la que Jake me mantuvo todo este tiempo, todo me parecía distinto, era más sencillo entender a Byron aún cuando yo juré que aquello sería imposible y que podría ser que tal vez estaría a su lado el resto de mi existencia.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora