Capítulo Seis: Decidí Protegerte

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Alice

Al despertar, encontré ropa perfectamente ordenada en el pie de la cama junto a una nota que decía que nos marcharíamos al atardecer. Desde entonces, no me había quedado quieta y andaba de un lado a otro. Jugando y brincando, esperando, haciendo de todo para que el día se pasara más rápido de lo que parecía.

Incluso me había puesto a ordenar y había dejado una carta para cada hermano que me cuidó. En la de Byron escribí todo lo que viví en el accidente, esperando que tal vez aquello compensara mi mal carácter desde que llegué. Porque sabía a la perfección que a Byron, saber lo que yo viví aquel día, le interesaba en sobremanera.
En la de Bastian por otro lado, escribí mi arrepentimiento ahora que sabía la verdad de lo que había pasado. Me disculpé y le dejé una pista sobre dónde podría encontrarme si alguna vez quería escapar de aquí y tener la libertad que mencionó anhelar.

Yo quería ayudarle también.

Al final del tiempo en la habitación, tomé asiento en el piso y me quedé mirando el hermoso cielo azul que cobijaba el paisaje fuera de esta casa. Sin duda, sentía que este día era el mejor de mi vida, por muy triste que a alguien le pareciera esta partida; a mí me llenaba de gozo saber que de nuevo sería libre.

—¿Pensando a dónde irás ahora?

Miré a mis espaldas y vi a Bastian recargado en la puerta y de brazos cruzados.

—No. Sólo pensaba en lo hermoso que está el cielo en este día— sonreí al mirarlo sentarse a mi lado—, ¿No lo crees?

—Lo creo —. Suspiró y me miró con algo de nostalgia—. Escucha, sé que no hemos sido la mejor compañía que has tenido, pero te aseguro que los dos lo dimos todo para que tú estadía en esta casa fuera más agradable para ti.

—Tampoco me porte tan bien con ustedes —. Admití en voz baja.

—Reaccionaste como cualquiera lo hubiera hecho en tu lugar. Sobreviviendo a lo que viviste y teniendo que enfrentarte a una realidad desconocida, sé que lo hiciste mejor de lo que yo lo habría hecho. En serio, Alice —. Sonrió y me miró—. Y lamento que haya tenido que ser así.

Asentí y bajé la cabeza antes de volver la mirada al frente.

—Sé que no fuiste tú —. Solté sin más.

—Así que Byron te lo dijo —asintió levemente—, pensé que no iba a hacerlo.

—Lo lamento mucho —sentí una gran culpa cuando lo miré—, yo sólo escuché que fue tu culpa y pensé que tú habías sido el que chocó con nosotros. No tenía idea de que estabas persiguiendo al tipo que en realidad mató a mi hermano.

—No hay problema. Aunque debo admitir que tal vez sí fui yo —. Suspiró mirando sus manos—. Si yo le hubiera hecho caso a Byron, si me hubiera quedado en casa aquella noche, tal vez jamás hubiéramos acorralado a aquel monstruo hasta ti.

—¿Cómo era? —pregunté ahora que sabía que Bastian sí me respondería—, quiero saber cómo es el asesino de mi hermano. Quisiera verle la cara y gritarle todo el dolor que me ha provocado su presencia en mi vida.

—No vale la pena tratar de hacer escuchar a un sordo —negó con su cabeza y me miró—, pero te juro que no me voy a cansar hasta atraparlo. Lo haré por ti.

—¿Me dirás cuando lo hagas?

Bastian volvió a negar y tomó mi mano.

—No creo que Byron me permita volver a verte después de hoy, y aunque no lo creas, es por el bien de todos —. Sonrió dejando mi mano sobre la suya—. Pero te hago la promesa de que vengaré la muerte de tu hermano así sea lo último que haga en la vida.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora