Capítulo Ocho: Debiste Correr

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Byron

—¿Por qué no huiste? —. Murmuré mientras curaba las heridas de las garras que el íncubo había dejado en el cuerpo de Alice.

Tenía aún algunas marcas de las garras de esa cosa en su cuerpo, pero mi sangre ya estaba haciendo efecto y sabía que poco a poco iba a sanar de nuevo. Igual que la última vez.
Pese a todos los riesgos que implicaba que Alice estuviera aquí, peor aún, el que yo la haya curado con mi propia sangre, no me sentía arrepentido por mis acciones como las veces anteriores. En realidad, no sentía que esto era un error, al contrario, estaba tranquilo de haberlo hecho. Lo que lo volvía un problema porque yo no debí haberla protegido en primer lugar.

Pero no podía soltarla.

Bastian y yo acabamos con todo lo que ella conocía y eso solo me hacía sentir culpable. Por lo que fuera, ella es mi responsabilidad y casi la pierdo por no haber sido más fuerte. Por no ser inteligente y haberme quedado callado un par de semanas más hasta que acabara con aquel monstruo antes de dejarla ir.

Ahora ya no había salida. Clark la había visto y estaba seguro de que ya había mandado el mensaje al consejo contando lo ocurrido. Diciendo que yo había retenido a una humana, aún con el peligro del íncubo que teníamos cerca y del cual yo no la pude proteger hasta que acabé por curarla con mi propia sangre.
Lunas, ya estaba imaginándome la sarta de estupideces que ese idiota debió haberles dicho con tal de hundirme más en el lodo para que esos tipos no me dejaran en paz.

Ese idiota me iba a escuchar.

Pero por ahora, eso es lo que menos me preocupa, mi verdadera preocupación es la chica. Alice no tenía culpa alguna de que yo haya roto las reglas para tratar de resolver un problema en el que nosotros mismos nos habíamos metido.
En todo este asunto, ella y su hermano eran los únicos inocentes a los que yo claramente debí proteger y, si bien no pude hacerlo con el chico, al menos me iba a asegurar de que ella estuviera a salvo mientras estuviera a mi lado.

Si Bastian acorraló al íncubo hasta ella o no, ahora no importaba, sino cómo rayos iba a explicar todo lo sucedido hasta ahora. Me castigarían hasta el final de los tiempos y mis acciones condenarían a toda mi manada si no pensaba en una buena excusa para todo esto.

—Byron.

Miré sobre mi hombro a Clark y cubrí con cuidado el cuerpo de Alice. Teniendo esmero en no hacerle más daño del que seguro ya le había hecho en todo este tiempo que ha estado cerca de mí.

—¿Qué quieres?

—Allá abajo está el señor Hale.

Suspiré y asentí.

—Ahora bajo.

—Le informaré de inmediato —. Lo escuché abrir la puerta y salir de nuevo de la habitación mientras que yo seguía mirando la calma en el rostro de Alice.

Durmiendo mientras sanaba, seguramente ni sentía dolor y mucho menos era consciente de lo que sucedía a su alrededor. Sólo dormía con tranquilidad soñando con una libertad que había perdido.

—Byron... —susurró Bastian—, no podemos protegerla más. El consejo se la llevará y...

—Nadie se la va a llevar de aquí.

—Pero, Ron —volvió a intervenir—, tú mejor que nadie conoces las reglas. Sabes que Alice tiene que ser borrada del mapa si queremos seguir con vida.

—¿Y no te parece que ese es un sacrificio absurdo?

—¿De qué hablas? —murmuró atónito por mi respuesta. Ambos sabíamos lo que eso significaba—, es nuestro pueblo. No podemos dejarlos a la deriva, no de nuevo.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora