Capítulo Treinta Y Dos: Levántate y Pelea

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Alice

—¡No! —. Espeté y lo alejé de mí con todas las fuerzas que me quedaban.

Por supuesto, eso no le agradó en lo más mínimo y me levantó del suelo tomándome de los brazos con fuerza.
Me estaba lastimado demasiado y podría jurar que en cualquier momento me iba a desmayar del dolor que sentía. No era estúpida, sabía que me había fracturado alguna parte de la cabeza y que es muy probable que pierda el conocimiento en cualquier segundo, pero no iba a permitirle a Jonás arrastrarme.

No se lo iba dejar tan fácil al menos.

—Escúchame bien, Alice —. Espetó furioso—. Serás mía así sea lo último que haga en esta vida, ¿Oíste? Mía y de nadie más.

Gruñó mostrándome sus colmillos que ahora no se parecían a los de un lobo.

—Prefiero matarte a dejar que sigas viviendo un sólo minuto más a lado de ese idiota que sólo te lastima —sus ojos tornaban entre morado y café—, ¿Qué no lo ves, mi amor? Yo puedo hacerte feliz.

Se acercó paseando su nariz por mi mejilla.

—Sólo tienes que ceder y dejarme tenerte, ¿No lo entiendes? —susurró besando mi mejilla con suavidad. Casi parecía una caricia—, sólo tienes que darme uno sólo de tus sueños y seremos felices para toda la vida, ángel.

—Ya basta... —. Jalé de sus manos.

—Elige, es tú vida o tu muerte —lo miré cuando alejó su rostro del mío—, y te prometo, cariño, que si eliges morir, me voy a encargar de que sea de lo más lenta y dolorosamente posible. Si deseas quedarte con ese idiota, en serio vas a lamentarlo, mi amor.

Sentí el terror en mi cuerpo y él sólo pareció tranquilizarse al ver que de a poco me quedaba sin fuerzas para pelear.

—Vamos a casa, ángel. Estás agotada.

—No, no por favor.

—Shh... —negó y me cargó en sus brazos—, te juro que estarás mejor que en este maldito luga donde sólo te lastiman.

Traté de moverme para zafarme de sus brazos, pero ya no tenía fuerzas si quiera para seguir respirando; así que sólo pude luchar por mantenerme despierta para hacer un último intento por sobrevivir.

»Perdóname, mi amor. Ya no puedo pelear más«

Suspiré derrotada dejando mis brazos caer a mis costados cuando poco a poco estaba perdiendo la conciencia gracias al agarre de Jonás.

—Tranquila, cariño. Prometo que vas a descansar tan pronto estés en tu casa, la que tanto tiempo te ha esperado porque te juro que ese sí va a ser el hogar que tanto deseas.

Cerré mis ojos con las pocas fuerzas que me quedaban y traté de moverme, pero me fue inútil.
Escuché un ruido fuerte y lo único que pude hacer fue abrir los ojos de nuevo para ver a Tyler de pie frente a mí. Él había golpeado a Jonás haciendo que este me soltara y ambos cayéramos lejos del otro, con Tyler en medio. Peleando por mí.

Protegiéndome de Jonás.

—Sigo vivo, imbécil —. Espetó y le atinó un golpe a la cara haciendo que él cayera mientras que Tyler me ayudaba a ponerme de pie.

—No me cabe duda de eso, amigo —. Dijo Jonás limpiando su boca y levantándose a la vez que Tyler me ponía detrás de él para protegerme con su cuerpo.

Me sostuve del muro y vi a ambos con miedo a la vez que juraba que en mi mente ya había llamado a Byron; aunque siendo honesta, no sabía si él me había entendido o si quiera me había escuchado también.
Quería creer que lo que Clark me había enseñado a través del libro de Varulv realmente era cierto y que, aún con la traición de Bastian, la marca en serio funcionara.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora