Capítulo Siete: Bestia Letal

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Alice

—¿Qué estás haciendo? —. Espeté cuando vi a Byron detener el auto y mirarme—. Esa cosa sigue detrás de nosotros.

—Escúchame —me miró completamente serio—, Bastian y yo vamos a detener al íncubo por un momento, por sólo un segundo, y tú tendrás que correr. Estamos cerca, sólo un par de kilómetros más y lo vas a lograr.

—¿Qué? —negué asustada cuando abrió la puerta del auto—, esa cosa me va a alcanzar en su mínima oportunidad.

—Y terminará por hacerlo si no corres —asintió y me miró frío. Pero pese a aquella frialdad, yo aún lograba ver su miedo en sus ojos oscuros—, así que vas a correr tanto como puedas porque tu vida dependerá de eso.

Sabía que Byron y Bastian le temían a esa cosa y ahora sabía que yo también le temía porque tal vez moriría tratando de huir de ella, pero no hoy.
Yo no estaba dispuesta a morir hoy.

—Sólo corre y promete que veas lo que veas, seguirás corriendo. No te vas a detener ni un sólo instante.

—¿Qué?

¡Promételo! —. Gritó y me hizo pegar un salto con solo oír su voz. Casi gritaba como si dentro de él hubiera otra voz. Una aún más enojada conmigo.

—Te lo juro —. Espeté asustada y vi su gesto suavizarse mientras dejaba de mirarme.

Bastian me ayudó a bajar del auto mientras que Byron estaba pendiente de todo el lugar. Revisando que nada estuviera cerca de nosotros en este momento.

—Date prisa —. Espetó Byron.

—Ya casi está.

Miré a Bastian mientras él anudaba la cinta de mi chaqueta. Pero era inútil, no lo lograba porque sus manos temblaban en cada intento; así que tomé sus manos y lo hice mirarme tratando de calmarme más a mí que a él.

—Bastian...

—Esa cosa nunca va a cruzar el puente, así que corre hasta llegar a el, aprovechemos que el íncubo no puede pasarlo. Corre, no te detengas nunca, Alice. Sólo corre —. Espetó asustado y me miró temeroso—, y júrame que no vas a mirar atrás.

—Yo...

—No vayas a desperdiciar ni un sólo momento de tu vida. No permitas que este sacrificio sea en vano.

Bastian se calló en cuanto un rugido se escuchó entre la neblina y escuché a Byron gritar:

¡Alice, corre ya!

—Vete ya —. Espetó Bastian y me empujó para que empezara a correr —. ¡Corre ya, Alice!

Quise mirarlo, pero mi miedo pudo más y terminé por correr sin detenerme en ningún momento tal y como ambos me lo habían ordenado. Llegar a donde sea que fuera y mantenerme corriendo, ese era el plan.

Escuchaba gruñidos y golpes mientras corría, pero no quise mirar, sólo me mantuve corriendo por un camino lleno de fango. La niebla no me dejaba ver nada y aún así seguía corriendo, lo hice hasta que miré a mi alrededor y no vi nada más que árboles. No sabía qué hacer o hacía dónde ir, pero los gruñidos de antes dejaron de escucharse haciéndome entender que ya estaba lejos de aquel lugar.
Sabía que Byron me había dicho que estábamos cerca, pero no sabía de qué, así que no sabía hacia donde correr. Sólo me dijo que corriera. Sé que había un puente, pero no estaba segura de donde estaba esa cosa, sólo que estaba sobre un río.

—Calma... —. Me susurré a mí misma y me quedé quieta tratando de escuchar el ruido del agua caer.

Pero no escuchaba nada más que no fuera el sonido de mi corazón latir a mil por hora. No había más. Ni siquiera el viento que, aunque yo lo miraba soplar las hojas de los árboles; no se escuchaba a mi alrededor. Todo era confuso y la sangre en mis oídos no me dejaba escuchar nada.

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora