Alice
Miré a Byron a los ojos y me fue inevitable no temblar ante sus palabras. Eran tan sinceras y puras que me hacían flaquear.
Era un sentimiento aplastante en mi pecho que me hacía sentir vulnerable ante él, pero por alguna extraña razón, sentía que estaba bien. Que era lo correcto.—Byron... —. Susurré. Sólo eso pude decir.
Sus ojos eran cristalinos que reflejaban a los míos. No había ninguna barrera entre los dos, no había enojo ni miedo en sus ojos y mucho menos con rencor. No había nada de lo que antes creía ver cuando lo miraba a los ojos.
—No lo esperaba, ni tampoco lo deseaba, pero cuando vi cómo te enfrentabas al íncubo para defenderme, sentí que no podía fallarte porque por primera vez alguien confiaba en mí —murmuró y vio mis ojos con detenimiento—. Sabía que para ti ya no era del todo indiferente y que de verdad me llegabas a entender, eso me hizo creer que entonces había algo más en mí.
Me quedé en silencio unos instantes y después reaccioné.
—Tenías miedo de saber que lo que me dirías me alejaría —lo miré y tomé su mano que acariciaba mi mejilla. La sujeté fuerte entre la mía y le sonreí un poco para calmar el miedo en su mirada—, y hasta ahora nada lo hizo. Yo sigo creyendo que el hombre al que salvé aquel día, aún tiene algo de bondad en él y que fue lo correcto.
Sonrió.
—¿Ahora sí lo es?
—Un poquito —. Lo hice reír.
Escuchar su risa de alguna manera me hizo feliz.
—Tal vez no me di cuenta en un principio porque tú eras diferente, pero has cambiado, y me gusta saber que tuve algo que ver en ello —. Recordé las palabras de Bastian y ahora sí creí en ellas.
—Te equivocas —negó de inmediato—, tú tienes todo que ver en ello. Has sido valiente desde el principio y por ello me costaba tanto protegerte, porque no lo necesitas, pero yo quiero hacerlo. Quiero que te quedes para hacerlo.
Sonreí y negué preguntando de nuevo con seriedad.
—¿Por qué tenías tanto miedo de contarme sobre tu delito?
Byron apretó los labios y tragó saliva poniéndose algo tenso al instante.
—Aquí no te ganas un apodo precisamente por algo bueno, y digamos que muy en mis adentros, yo no fui un hombre bueno ni respetable. Fui un monstruo —. Dejó de mirarme cuando bajó su mirada con vergüenza—. Por eso no quiero contártelo. Te daría vergüenza saber lo que hice y tendrías miedo de mí.
—Tú dijiste que nunca me harías daño —. Le recordé.
—Y lo sostengo —. Afirmó de inmediato volviendo a mirarme—. Yo jamás te haría daño, Alice. No quiero lastimarte, no a ti, de verdad no quiero hacerlo.
—Entonces dime algo —murmuré al verlo—, ¿Puedo confiar en ti? Porque no quiero saber lo que haya ocurrido en tu pasado, eso ya fue, ahora soy yo la que está aquí y lo seguiré estando, pero si no puedo confiar en ti, ¿Cómo me pides que me quede?
—Te juro que jamás te haría daño, Alice —apretó sus labios mientras me miraba con súplica—, no a ti. No quiero dañarte, al contrario, todo lo que he hecho hasta ahora ha sido con la intención de protegerte. Te lo prometo.
Asentí y sonreí satisfecha con su respuesta.
—Entonces me quedaré.
—¿Entonces ya no quieres saber lo que sucedió? —preguntó con temor—, tienes razón en querer saberlo. Es tu derecho.
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La Luna Del Alfa Luna Nueva ©
WerewolfLas leyes dictan que los seres sobrenaturales siempre deben estar ocultos de los ojos humanos y si alguno de ellos los descubre, tendrá que ser eliminado. Esa es la ley. ¿Pero qué pasa si ese humano es una Luna? ¿Se puede salvar? ó ¿Se tendrá que el...