Harry se encontraba apoyado en la barandilla del puente que llevaba hasta Hogwarts. Contemplaba el agua del Lago Negro, pensativo.
«No entiendo lo que me pasa últimamente», pensó para sí y suspiró.
Él siempre había sido un chico despreocupado con respecto a las chicas. Por lo general, le preocupaban mucho más sus amigos y los problemas que le había causado Voldemort durante los últimos cinco años, pero desde hacía algún tiempo se sentía extraño. No era todo el tiempo, pero sí cada vez que sus amigas estaban cerca.
Cuando veía a Luna, sentía que necesitaba protegerla, que era demasiado delicada y que le harían daño si no la cuidaba. Pero eso lo atribuía a que la veía como a una hermana pequeña, y eso es lo que se siente cuando uno quiere a su familia.
Por otra parte, cuando Ginny se acercaba, le daba un vuelco el corazón. No conseguía atinar palabras inteligentes ni mostrarse como él realmente era, pues al verla se sentía pequeño, como si ella fuera una diosa y él sólo un mortal que debía contentarse con mirarla. Harry no sabía interpretar qué era lo que sentía hacia la pelirroja, y le preocupaba.
Y respecto a Hermione, le pasaba lo mismo. Este año todos habían crecido bastante y él se había fijado en que su amiga era ahora más alta y delgada, pero no sólo eso. Hasta ese año no se había dado cuenta de lo hermosa que era. Cuando la miraba, pensaba que no había chica más guapa en todo Hogwarts, ni tan inteligente. La miraba ahora de una manera distinta y no sabía qué pensar de todo eso. ¡Había vivido tantas aventuras con ella! ¡Tantas! Sentía que, de alguna forma, Hermione tenía un lugar especial en su corazón, y no lograba interpretar cómo de especial. Se iba a volver loco.
«¡Por Merlín! ¿Y si es que me gusta Hermione? ¡Es tan sexy! Pero Ginny...», pensaba, enloquecido. «Ginny es algo brusca, pero me encanta su carácter: le deja las cosas claras a los demás, no hay quien la pise, y cuando le pega a Ron... es tan... dominante. Me gusta». Harry se llevó las manos a la cabeza. «Pero entonces, ¡¿quién me gusta?!».
- ¡Madre mía! ¡¿Es que no pueden gustarme las dos y punto?! – gritó a todo pulmón, desquiciado por la incertidumbre.
- ¿Harry?
- ¡Ah!
Una voz lo llamó de repente a sus espaldas y el chico se dio la vuelta, asustado.
- ¿Hermione? ¡Pero qué haces aquí!
- Lo mismo podría preguntar yo, ¿no? – apuntó de forma inteligente y se acercó al chico hasta estar a la misma altura.
- Es que... No te he oído llegar.
Hermione soltó una risita y se apoyó en la barandilla junto a su amigo.
- No me extraña; estabas gritando a pleno pulmón.
Harry tragó saliva, avergonzado. ¿Habría oído su amiga todo lo que había dicho en voz alta? ¿Lo habría entendido?
Hermione se retiró el pelo de la oreja y apoyó la mano en la mejilla para mirar a Harry.
- ¿Y qué son esas dos cosas que te gustan a la vez?
- ¿Qué? – los ojos del chico se abrieron como platos. Mentir nunca había sido su fuerte, pero no podía confesarle a su mejor amiga la verdad.
- Pues... dos... ¿optativas? Sí, eso es. Que me gustan dos optativas por igual y no sé por cuál decidirme. Y bueno... estaba aquí pensando y contemplando el paisaje – y sonrió como un niño bueno.
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Corazón de bruja (Draco, Hermione y Harry)
FanfictionHarry, Ron y Hermione cursan su sexto año en Hogwarts. Hermione confía en que el curso será tranquilo, pero se equivoca: una sombra se ha colado en el castillo y se dedica a causar problemas tanto a alumnos como a profesores. Hermione ha cambiado:...