Harry, Ron y Hermione cursan su sexto año en Hogwarts. Hermione confía en que el curso será tranquilo, pero se equivoca: una sombra se ha colado en el castillo y se dedica a causar problemas tanto a alumnos como a profesores.
Hermione ha cambiado:...
Al sonido de las cámaras, Draco se apartó de Hermione y ambos se pusieron en pie en el acto. Por un instante, varios flashes los dejaron ciegos y el sonido de risas y murmullos los desorientó. En cuanto dejaron de ver bailar las luces ante sus ojos, distinguieron a un grupo de alumnos de Huffeluff y Slytherin de tercer curso que los miraban con expectación mientras sostenían un par de teléfonos móviles muggles.
- Son Malfoy y Granger. ¡Juntos!
- ¡Por Merlín! La revista tenía razón, están juntos. ¡Veréis cuando lo sepan todos!
- ¡Qué bombazo!
El corazón de la leona se paró y las manos le comenzaron a temblar.
«¡No, no, no, no! ¿Por qué a mí, Mundo? ¿Qué te he hecho?». Buscó la mirada del Slytherin, asustada. Ambos sabían que si su relación se confirmaba, el chico podría tener problemas no sólo con los alumnos de las familias de sangre pura, sino también con su padre, y eso sería terrible.
Draco tenía los dientes apretados y los nudillos blancos por la rabia. Hermione temía que le diera por matar a alguien. Sin embargo, en vez de sacar su varita y dejar fluir su legendaria ira, tomó aire y, sin más ni más, se calmó. Tenía las cejas ligeramente fruncidas, como si estuviera tramando algo. Sin previo aviso, tomó a Hermione de la cintura y la atrajo hacia sí.
- ¡¿Pero qué estás haciendo?! – susurró la leona, cada vez más espantada – ¡Draco, nos la vamos a cargar!
- Tranquila, Gryffindor – le susurró con su irresistible sonrisa de medio lado – Querías vengarte de Pansy y Brown, ¿no? Pues eso es lo que haremos. Pretenden humillarnos y obligarnos a escondernos. No les vamos a dar ese gusto.
- Pero Draco...
- ¡Shhh! Si quieren fotos, que las tengan. Considéralo el paso uno de nuestro plan – y ante la sorprendida mirada de los alumnos de tercer curso, le dio a la leona un apasionado beso que provocó una nueva oleada de flashes y murmullos de entusiasmo y sorpresa – Y ahora, ¡largáos de aquí antes de que mi novia y yo os enviemos a la enfermería! ¡Vamos! ¡Ya! ¡Largo!
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* * *
A la tarde siguiente, Hermione se encontraba en su cuarto, sola, sentada bajo una de las ventanas. Llevaba casi diez minutos leyendo la misma frase de su libro de Herbología, pero no era capaz de concentrarse.
«¿A quién quiero engañar? Draco y yo estamos al borde del acantilado», se llevó las manos a la cabeza y lanzó un pequeño grito de desesperación. «¡Aaaah! ¡Qué le importa a la gente si salimos o si no salimos juntos! ¿Por qué no pueden dejarnos en paz? ¡Ni que fuéramos una pareja de famosos!».
De repente, un grito retumbó en la distancia y a la leona se le cayó el libro de entre las manos.
