Harry, Ron y Hermione cursan su sexto año en Hogwarts. Hermione confía en que el curso será tranquilo, pero se equivoca: una sombra se ha colado en el castillo y se dedica a causar problemas tanto a alumnos como a profesores.
Hermione ha cambiado:...
Luces. Focos. El escenario y un silencio ensordecedor.
Hermione estaba en mitad del escenario con mil ojos puestos en ella y una pasarela invitándola a desfilar por encima, pero ella no podía moverse.
Ojos. Ojos. Ojos. Parecía que el mundo al completo estaba pendiente de ella.
«No puedo hacerlo».
Las manos y las piernas le temblaban. Estaba a punto de desmayarse. Pero en ese instante, dos jóvenes pelirrojos llegaron a sus asientos del público y la miraron apremiantes.
- Res-pi-ra. Tú-pue-des – Fred movió los labios en un susurro apenas audible, pero la chica lo entendió, y reaccionó.
«No puedo quedarme aquí parada», pensó la leona, recuperando su habitual valentía. «Soy Hermione Granger, y van a ver de lo que soy capaz».
Y empezó a andar con decisión por la pasarela de moda, luciendo sus preciosos tacones rojos y su vestido ajustado. El silencio reinaba en la sala, pero ella estaba preciosa y todos lo sabían.
- ¡Dios mío! ¿Esa es Hermione Granger?
- No es posible, ¡qué cambiada está!
- No puede ser ella.
Hermione ignoró los comentarios y siguió caminando hasta la punta del escenario, concentrada en no caerse.
- Más-len-to – leyó en los labios de George y lo vio menear la cadera en el asiento, cosa que hizo que varios espectadores le miraran raro.
La leona asintió, escondiendo una sonrisa, y comenzó a caminar de forma más lenta, más sensual. Al llegar al final de la pasarela, dio una ligera vuelta e hizo volar las ondas de su vestido, haciendo que parecieran llamas de fuego. Se colocó las manos en la cintura y, tras una pausa dramática, sonrió dulcemente.
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El público rompió en aplausos, enloquecido.
- ¡Por Merlín! ¡Qué guapa!
- ¡Está preciosa!
- ¡Menuda diva!
Harry estaba sentado en primera fila junto con el resto de los acompañantes de la última prueba. Tenía la boca abierta y el pulso acelerado.
«Me siento extraño. ¿Por qué me suda todo cada vez que la veo?», pensó, hipnotizado por la belleza de su mejor amiga.
A su lado, Draco Malfoy contenía la respiración, sin entender qué le estaba pasando a su cuerpo.
«¿Por qué me siento así? ¿Qué me ha hecho?», pensó, confuso.
- Draco, ¿lo estás viendo? – exclamaron Crabb y Goyle con los ojos abiertos como platos – ¡Es la sangre sucia!
