doux | pjm+myg

capítulo veinticuatro; finally

No puedo creer que mi lemon sea tan explícito, jaja. Perdón por la tardanza y que lo disfrutéis.

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Suga aún cargaba a Jimin cuando cerró la puerta de su propia habitación.

Ya a solas, el mayor tomó lugar para sentarse en su cama, y Jimin se acomodó mejor sobre su regazo, observándolo con suma timidez.

— ¿Tienes calor? –Suga preguntó lo obvio. Jimin asintió, y rápidamente atinó a quitarse su pullover, dejando algo impresionado al mayor.– Bueno.. iba a abrir la ventana. –El peliverde rió, viendo las mangas cortas de la blanca prenda que revestía a Jimin, y haciendo que el pelirubio ría avergonzado.

— ¿T-Tú.. no t-tienes.. calor?

Suga negó, mintiendo.
Sin embargo, se quitó la chaqueta de cuero por pura comodidad y volvió a la posición de antes, atento al menor.

— Podemos hacer lo que tú quieras. –El peliverde continuó, una vez que alcanzó su mano para correr los mechones que se interponían sobre los ojos de Jimin.

El menor tragó saliva, nervioso.
Dudó unos segundos, debatiendo en su mente si lo que estaba por hacer estaba bien.. o no.

Sin embargo, sus sentidos colapsaron cuando volvió la mirada a Suga.
La tez pálida contrastando con su ropa negra, los labios rojizos por el contacto y sus manos puestas sobre sus propias piernas fue lo que definitivamente no lo hizo dudar más.

Jimin volvió a tomar las mejillas del mayor, y no tardó en sentir los labios ajenos otra vez.
Tras ser correspondido, el pelirubio comenzó a empujar con suma suavidad los hombros de Suga hacia atrás, quien fácilmente se dejó hacer.

La espalda del mayor finalmente contactó las sábanas, cuando Jimin acabó de recostarlo aún sin salir de encima suyo.
Internamente eufórico, Jimin jugó con los labios de Suga y no pudo evitar el ronroneo que las manos ajenas nuevamente le provocaron tras sujetar sus piernas con algo de fuerza.

El mayor permanecía inmóvil, y tan sólo se limitaba a seguir los movimientos del más pequeño.
Aún cuando la erección le dolía contra el jean, y aún cuando estaba muriendo por deshacerse de todo registro de tela entre el menor y él, Suga simplemente proporcionaba caricias sobre el contorno de las piernas de Jimin.

Fue entonces cuando el menor se despegó de los labios ajenos, ansiando por aire aún sin alejarse de los mismos.
Jimin no supo si lo hizo a propósito o no, pero fue consciente de que el roce entre su trasero y la entrepierna del mayor, hizo que perdiera la cordura.

Suga observó atónito cómo Jimin cerraba los ojos y respiraba profundo al sentarse directamente sobre su bragueta.

— Jimin.. –Exclamó el mayor, sintiendo cómo sus propias manos comenzaban a desesperarse en el cuerpo ajeno.

— ¿S-Sí?..

— Necesito.. –Suga suspiró profundo, sin encontrar las palabras. Repentinamente, negó con su cabeza y dispersó sus ideas, saturado.– Nada. Olvídalo, kitty.

— Pero.. quiero saber.

— No era nada.

Jimin se inclinó, con la espalda arqueada y el roce constante de su cuerpo con el de Suga. Sus orejas rozaron la mejilla del mayor cuando susurró en su oído, apenas agitado.

— Quiero.. saber, hyung.

Suga colapsó cuando pasó sus manos por la espalda de Jimin, y no dudó en absoluto tras manipular el cuerpo del pequeño para invertir posiciones, y quedar encima de él.
Jimin separó sus piernas para acomodar al mayor entre ellas y rápidamente le dio la bienvenida a los labios que una vez más volvía a encontrar.
Las manos de Suga lo sostuvieron sobre el menor, firmes a ambos lados de su cabeza, aún mientras se perdía en los besos húmedos y ferventes que recibía.