capítulo treinta y dos; mine

4.5K 642 102
                                    


Suga se mantuvo quieto, con la mente en blanco. Tan sólo las facciones de aquel guardia lo hicieron enervar.

— Mira.. mi hermano está descompuesto. Necesito entrar a ese baño.

— Lo siento. He dicho que es sólo..

— ¿Tengo que comprar un maldito pollo frito para que me dejéis pasar a un mísero baño público con un menor de edad que está descompuesto? –El mayor subió el tono de voz.

Frente a frente con aquel guardia de seguridad, sostuvo la mirada ajena hasta lograr oír una nueva respuesta.

— Puedes pasar. No me comprometas y apresúrate.

Suga sonrió internamente cuando sujetó la mano de Jimin, quien permanecía a sus espaldas. Antes de quitarle la mirada de encima al guardia, apenas asintió con la cabeza y corrió hacia aquel baño. El mismo al cual entró conteniendo su propia risa.

— Desde cuándo actúas tan bien.. – Jimin susurró. Sin embargo, sus palabras fueron interrumpidas por los ansiosos labios ajenos.
Ambos ingresaron torpemente a uno de los cubículos, fundidos en un apasionado beso que parecía no tener fin. Las manos inquietas del mayor tironearon de la ropa de Jimin una vez que la puerta se cerró con su espalda, acelerando el proceso que liberaba las zonas íntimas de cada uno.
No necesitaron mucho tiempo para acomodarse; Jimin continuó sostenido a horcajadas de Suga, con los pantalones desabrochados exactamente igual que el mayor. Su cuello estaba siendo atacado por aquel, minado en besos húmedos y prolongados que recorrieron su piel, desde su lóbulo hasta casi su hombro. Los jadeos que emanaban de la boca del menor eran casi imposibles de callar, y el nivel de agitación que Suga manejaba tampoco tenía solución.
De un momento a otro, el pelioscuro decidió bajar a Jimin y se sorprendió cuando el menor entendió con tanta rapidez, pues fácilmente bajó sus propios jeans para darle la espalda, colocándose de frente a la puerta. Suga rodeó su cintura y posó sus labios en la nuca de Jimin cuando rozó insistentemente sus glúteos con su latente erección, aferrando sus manos a la fina contextura del menor. Embriagado en el aroma que desprendía la piel del pelirrubio, Suga fue cuidadoso al embestir al menor.

— Y-Ya.. no.. no tenemos mucho tiem.. tiempo. –Jimin habló con dificultad, pero lo suficientemente claro como para que el mayor entendiera a la perfección.
Suga caló profundo en el interior de Jimin, y percibió cómo éste ahogaba un fuerte gemido, siendo capaz de oír tan sólo un quejoso jadeo.

— Shh.. –Suga lo silenció, abrazando su abdomen y minando de besos toda la longitud de su nuca, con el único fin de relajarlo.
Jimin respiró profundo cuando su interior comenzó a acostumbrarse. Las embestidas fueron más rápidas, y una vez que la velocidad no fue suficiente, Suga las profundizó.
Tanto uno como el otro eran un desastre de sudor y jadeos contenidos que no podían dejar salir. No podían dejarse en evidencia.
Sin embargo, fue cuestión de minutos lo que llevó a Jimin a comenzar a inquietarse.

— Me voy a c-correr. –El menor suspiró profundo, y bajó su mano diestra a su propia erección, comenzando a estimularla.
Tan sólo faltaron segundos para que su esencia salpicara en la puerta de aquel baño público.
Al oírlo, sentirlo y percibir cómo todo el cuerpo del menor subía temperatura y se contraía en un sólo frenesí, Suga no pudo aguantar mucho más; sus ojos se cerraron cuando comenzó a descargar sus fluídos en el interior del menor, inconscientemente, con sus dígitos tirando del cabello de Jimin.
El pelirubio comenzó a vestirse, dándole tiempo al mayor para regular su respiración, y robándole castos besos en el proceso. Tras calmarse, Suga lo imitó.
Ambos intentaron reincorponerse mutuamente lo mejor posible, reconstruyendo su apariencia y descartando toda posibilidad de sospecha.

Sin embargo, el rubor en las mejillas de Jimin era algo que no se podría revertir. Y ni hablar de las puntas del cabello de Suga, empapadas en sudor.

Fue cuando el mayor salió disparado de aquel baño que el pelirubio lo siguió, ambos clavando su mirada en aquel guardia que, fijamente los analizaba.

— Uh.. gracias. Sabes.. –Suga aún cogía la mano del menor cuando le habló al prepotente hombre encargado de la seguridad del lugar.– Te debo una.

El hombre sólo suspiró al verlos salir, consciente del buen estado de Jimin, pues no había mucha credibilidad en que ese sea el menor de edad descompuesto.

Jimin.. –Suga carcajeó una vez estuvo fuera del lugar. Su brazo izquierdo rodeaba los hombros de su pareja, manteniéndolo cerca a su cuerpo.

— ¿Mh?

— ¿Tú.. limpiaste lo que hiciste en la puerta de ese baño?

Repentinamente, un profundo silencio los condenó. Jimin mantenía su boca formando una o, mientras Suga tan sólo intentaba no reír.

— Qué asco.. –Susurró el menor, recuperando su sonrisa y arrugando la nariz al recordar el enchastre causado por su climax.

— Si a tí te da asco, imagínate al próximo que use ese baño.

— Ya cállate..

— Luego de comer un delicioso pollo frito, decides ir al baño a tan sólo relajarte un rato pero, ¡bum! –Suga sacudió a Jimin, captando su atención junto a una amplia sonrisa.– Te encuentras con una larga salpicada de semen justo frente a tu nariz..

— ¡Cierra la boca! –Jimin carcajeó, intentando zafarse de los brazos del mayor.– Eres un asco, y, mala influencia.. tú..

El pelioscuro no tuvo más opción que reforzar el abrazo que rodeaba al menor, manteniéndolo cerca, y silenciando sus palabras al lentamente retomar sus labios, una vez más.

— Yo te amo. –Susurró, y la punta de su nariz rozó la de Jimin.

— Yo te amo más..

— No lo creo.

Jimin sólo atinó a reír. Sus brazos rodearon el cuello de Suga, y para cuando cayeron en la cuenta de que aún seguían parados en el centro de aquel parque, un nuevo beso se formulaba entre ambos.
El mundo se silenció por un largo tiempo, producto de la burbuja que habían construido a su alrededor. No hubo más que el cosquilleo eléctrico causado por el latente contacto de sus labios entre sí.

— Debo.. llevarte de regreso a tu casa.

Suga fue quien bajó a Jimin de las estrellas. Hipnotizado por el color carmesí de las mejillas del menor, continuó.

— Dentro de poco oscurecerá. A tu madre parezco caerle bien aún, no la quiero cagar.

— Vamos.. –Jimin sonrió, robando un rápido beso de los labios ajenos antes de establecer distancia entre los dos.– Quizás hasta logro que te quedes a cenar.

Sus dígitos se entrelazaron con los de Suga, una vez que emprendieron camino de vuelta a casa, perdidos en risas tan tímidas y cursis como las de su primera vez.

doux | pjm+mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora