—Sólo ha sido un sueño. Los sueños casi siempre suelen ser raros.
Aaron trataba de quitarle importancia al tema, después de ver la cara que Hannah había puesto al escuchar a su hija.
—Tú no tienes hermanas —continuó su marido —, ni yo tampoco...
—Tú no lo entiendes, Aaron. De pequeña tuve una amiga imaginaria, siempre decía que era mi hermana.
—¿Qué intentas decirme? ¿Acaso crees que nuestra hija ha soñado con una amiga imaginaria que tenías tú de niña?
—Sí, sé que suena estúpido, pero... No sabes lo que ocurrió. Tuve miedo, eso es todo.
—Nunca me has querido contar esa parte de la historia y yo tampoco quise preguntarte.
Aaron estaba bastante preocupado.
—Aaron, no creo...
Él le dirigió una mirada llena de comprensión y quizás también con un poco de lástima.
—Sabes que yo nunca te exigiré que me cuentes nada...
—Lo sé, Aaron y lo siento. Fue una etapa horrible de mi vida. Hay muchas cosas que no quiero recordar, pero he de confiar en alguien y ese eres tú, amor mío.
De niña estuve internada en un psiquiátrico...
Aaron frunció el ceño, pero inmediatamente su gesto cambió.
—Eso ya me lo contaste.
—Sí —continuó Hannah —,lo que nunca te conté fue que durante mi internamiento me diagnosticaron TID, trastorno de identidad disociativo..
—¿Identidad múltiple? —Aaron sí que estaba extrañado ahora.
—Tenía dos personas dentro de mí. Pero con el tiempo, me curé, o eso creía...
—Esa enfermedad no tiene cura, por lo menos eso tengo entendido —informó Aaron.
—Sea lo que sea, una de esas...personalidades, trata de volver otra vez...
—Entiendo, Hannah. Tienes miedo que esa identidad sea la que ha visto Anissa por las noches.
—Cuando ellas me poseen, no recuerdo nada. Podría ser una de ellas perfectamente y no enterarme. Estoy asustada, Aaron, muy asustada...
—Has hecho bien en contármelo. Entre los dos trataremos de solucionar este asunto. De todas formas, creo que es importante que vayas a ver al doctor Connors, él podría ayudarte.
–Lo haré —accedió Hannah —. Iré a verle lo antes posible.- - -
El doctor Connors tenía su despacho en Raymond boulevard, Newark, en el estado de New Jersey, junto a la famosa universidad Rutges. Una zona arbolada rodeaba la residencia del psicólogo asemejándola a una solitaria cabaña en medio de un bosque. El interior de la consulta era aún más ostentoso. Estaba decorado por un gusto por lo barroco; lleno de lámparas, relojes de mesa, cuadros envejecidos por el tiempo y muebles antiguos lacados en rojo y negro, todo ello hacía pensar en un museo por la inmensa acumulación de piezas. Algo recargado para el gusto de Hannah, que se sentía cohibida entre aquellos valiosísimos objetos.
No tuvo que esperar mucho tiempo, la secretaria del doctor la hizo pasar a un pequeño pero igualmente atestado despacho, donde la sensación de claustrofobia se incrementaba mayormente.
—Buenos días, doctor Connors —saludó la joven.
—¡Hannah! ¡Cuánto me alegro de verte! ¿Qué te trae por aquí?
—Tengo que contarle algo, doctor...Algo que nunca le dije.
Hannah le explicó todo al psicólogo; sus sueños, sus miedos y sus pasadas experiencias. El doctor la dejó hablar sin interrumpirla, sólo al final, cuando Hannah hizo un alto en su narración, el doctor Connors le hizo una pregunta:
—¿Crees de verdad que Eris es real?
Hannah no lo dudó ni un momento.
—Sí, lo creo.
—Te voy a ser sincero, Hannah, y no es algo que vaya a repetir fuera de este despacho. Estudié tu caso con muchísima atención la vez anterior y sabía que había algo que omitías, algo muy relevante que te guardabas para ti. Ahora ya sé de qué se trata y la única conclusión a la que llego es la de... una posesión.
Dejó las palabras en el aire y observó la reacción de la joven.
Hannah bajó la cabeza apesadumbrada por sus oscuros pensamientos.
—Aún no me creo que sea usted el primero que lo menciona, pero sí, sí que he pensado en ello.
—La ciencia no cree en ese tipo de sucesos, Hannah. Pero también he de decirte que yo he visto cosas que la ciencia no puede explicar...Intento mantener razonablemente abierta mi mente para este tipo de fenómenos...creo que en este caso, te sería de más ayuda un sacerdote.
—¡Un sacerdote!
—La medicina puede explicar muchos de los fenómenos que te ocurren, las alucinaciones, pérdidas de memoria y depresiones pueden tratarse con distintos fármacos; pero lo que tú me has contado escapa a mi entendimiento...los fenómenos poltergeist no son mi especialidad.
A pesar de bromear, el doctor Connors permanecía muy serio.
—Por suerte, conozco a la persona idónea. Él te ayudará a resolver tus problemas. El padre McGray es sacerdote, pero terminó la carrera de psicología. Aparte de eso, es un buen amigo mío, estudiamos juntos en la universidad. Sé que con él estarás en buenas manos.
Hannah nunca había conocido a ningún sacerdote, sus padres no eran muy religiosos y ella tampoco le había inculcado a su hija ese tipo de creencias. Siempre había pensado que las religiones eran poco más que fábulas o cuentos destinados a lavar el cerebro de las personas y ahora ella iba a depender de uno de ellos.
—Te ayudará, Hannah, estoy convencido de ello. Nosotros los psicólogos nos encargamos de curar las enfermedades del cuerpo, el padre McGray cura las enfermedades del alma, y en tu caso creo que es ahí donde está el problema.
ESTÁS LEYENDO
Hannah. El despertar. (Terminada)
ParanormalAl fin Hannah puede llevar una vida normal, o eso cree ella, hasta que vuelven a comenzar las pesadillas que le atormentaban desde que era niña. Eris quiere volver y esta vez utilizará todo su poder para lograr encarnarse en un cuerpo físico, libre...