10- Hipnosis

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Hannah había accedido, aunque a regañadientes, a que Jack la hipnotizara. Ella sólo deseaba volver a tener a su hijita entre sus brazos, a salvo. Al final la convencieron, alegando que la única forma de luchar contra Eris, era conocerla. Saber por qué la eligió a ella y cómo ocurrió. Eso quizás les ofreciera algo para poder encontrar a Anissa.
Hannah se sentó en un cómodo sillón en el salón de su casa y aguardó las instrucciones del padre McGray. Él ya lo había practicado antes, durante sus estudios de psicología realizó varias hipnosis, aunque nunca había visto a nadie con tal facilidad como Hannah para entrar en trance.
—Quiero que te relajes y respires profundamente... —la joven obedeció —. Ahora quiero que recuerdes cuando conociste a Eris. ¿Qué edad tenías?
Hannah contestó con una voz somnolienta:
—Tenía cuatro años...
—¿Dónde estás, Hannah?
—En casa.
—¿Puedes oír a Eris, hablándote?
—Sí, está conmigo.
—¿Qué te dice?
—Dice...dice que es mi amiga.
—¿Quién es Eris, Hannah?
—No lo sé. Ella no quiere contármelo, se enfada mucho cuando le pregunto esas cosas...
—Tienes que preguntárselo. Pregúntaselo.
—¿Quieren saber quién eres...?
—¿Te está hablando?
Hannah agitó la cabeza como lo haría una niña pequeña.
—No quiere decirmelo. Es un secreto...Nunca me lo dirá.
—¿Por qué te ha elegido a ti?
Pausa. Hannah parecía estar escuchando a alguien en su mente.
—Dice que soy especial...muy especial...
—Eres muy especial, Hannah, pero quiero saber por qué te ha elegido...Haz que te lo diga.
—Dice que soy pura, que tengo luz.
—¿Eris es su verdadero nombre? ¿Cuál es su nombre?
Jack sabía que una de las formas de expulsar a un demonio era conociendo su nombre. Eso le otorgaba poder al exorcista sobre la entidad. Aunque también sabía que no era nada fácil sonsacárselo.
—No se llama así, Eris es un nombre inventado, pero no quiere decírmelo.
—¿Por qué?
—Su nombre le da poder. Dice que la llame...Eris...ese es su único nombre.
Jack frunció el ceño, no estaban sacando nada en claro. Tenía que averiguar el verdadero nombre de aquella cosa. Era la única forma de obligarla a traer de vuelta a la niña.
—¿Pregúntale de dónde viene? Nos gustaría saberlo a todos.
—Dice que siempre ha estado aquí...desde siempre.
—¿Cómo la conociste? Recuérdalo, Hannah.
—Ella vino a mí...fue en casa, una noche. Yo no podía dormir, hacía calor y me desperté. La vi en las sombras de mi cuarto. Me dijo que no tuviera miedo, que había sido elegida para algo muy importante.
—¿Qué era eso?
—Dijo que yo iba a ser parte de ella misma. Yo estaba asustada, no quería escucharla. Entonces...me habló con cariño, como mami solía hacer. Me dijo que yo era suya. Que había venido de muy lejos para estar conmigo y que nunca me haría daño. Nunca...
—Eris te ha hecho daño ahora, Hannah. Tienes que contarnos más cosas sobre ella. No es tu amiga.
—Sí que lo es...Ella me cuida.
—No, Hannah, ya no. Ahora prefiere a otra, pero tú puedes impedírselo...
Jack creía ir por buen camino. Si Eris estaba tan ligada a la mente de Hannah, como él suponía, tenía que mostrarla como era de verdad y lo haría directamente a su inconsciente.
—¿Eris ya no me quiere? ¡Tienes que volver conmigo, no me dejes sola!
La luz de la habitación, varias lámparas halógenas que habían colocado estratégicamente, parpadearon a la vez y la temperatura comenzó a descender bruscamente.
Loretta que estaba a cargo de todo el material científico fue la primera en percatarse. Una alarma volvió a sonar en la planta superior, pero todos se hallaban en el salón. Era otro detector de movimiento el que se había activado por error. ¿O era otra cosa?
—¿Profesor...? — Dijo Loretta, señalando hacia la escalera.
Hannah se agitó en el sofá donde estaba sentada, aún en trance, parecía estar viendo algo que la alteraba por momentos. Jack aprovechó la oportunidad para preguntarle qué estaba sucediendo.
—Es Eris, está muy enfadada...dice que la he traicionado y que piensa matarnos a todos. Nunca la había visto así. Me da miedo, es como un demonio...
El profesor Mansfield miró hacia donde Loretta señalaba y avisó a Aaron de inmediato. Este no se percató al principio de lo que intentaban decirle, pero luego al ver la pequeña figura de su hija, al pie de la escalera, echó a correr hacia ella.
—¿Estás bien, cariño? —Le preguntó mientras la cogía en brazos.
Hannah despertó de repente y miró con ansiedad a su alrededor, cuando encontró lo que buscaba, se levantó con precipitación del sofá y corrió hacia ellos. Aaron le cedió a la niña y Hannah la abrazó con fuerza, cubriéndola de besos.
—¡Mi niña,  mi niña...! ¡Gracias, Dios mío!
Anissa estaba bien, aunque algo desorientada. No sabía qué había pasado y no recordaba nada.
Todos formaron un círculo alrededor de la madre y de la niña. Se veía las caras de alivio en muchos de ellos. Sólo Howard, mantenía el ceño fruncido. Era algo muy extraño, primero la súbita desaparición de la pequeña y ahora, una hora escasa después, su no menos extraña recuperación. Algo no encajaba.
Hannah arropó a su hija con una manta y se volvió a sentar en el sofá, sin soltarla de sus brazos. Anissa se quedó dormida en cuestión de minutos.
—Aquí hay algo que no me cuadra —le decía Howard a Jack —,  ¿Por qué ha devuelto a la niña? ¿Acaso tampoco ella sirve para sus planes, sean estos los que sean?
—No lo sé, pero le doy gracias a Dios por habérnosla devuelto —contestó el sacerdote —Me alegro de que haya terminado esta pesadilla. Perder a un hijo es lo peor que puede sucederles a unos padres.
—¿Terminado? No lo creo. Creo que esto no ha hecho más que empezar.

 Creo que esto no ha hecho más que empezar

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Hannah. El despertar. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora