36. La amenaza

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Desde que Iris dormía en la misma habitación que Anissa, la pequeña no había vuelto a tener pesadillas y tampoco volvió a ver esas inquietantes presencias.
"Parece que Eris tiene un poder grandísimo y esos seres se esconden de ella", pensó Hannah.
Desde la puerta de la habitación, donde se encontraba, contemplaba a las dos niñas dormir.
Hannah se fijó en la expresión de Eris. Sonreía, como si en sueños viera algo que le gustaba.
—¿Con que soñará? —Se preguntó. Quizás soñase con ellos, con su nueva familia o tal vez con algún momento de sus numerosas vidas. Quizás estaba soñando con ella. Eso le hubiera gustado. Llevaba tantísimo tiempo a su lado, que a veces echaba de menos no tenerla en sus pensamientos. Ahora es libre, y quiere ser feliz. Creo que se merece una oportunidad y yo se la pienso dar.
Hannah volvió a su cuarto y miró el despertador. Las tres y trece minutos. Sólo era una casualidad o a lo mejor su cuerpo se había adaptado a despertarse a esa hora.
—Porque ya no hay peligro —se dijo —,  no, ya no hay peligro.
Fue en ese momento cuando escuchó un ruido en la planta baja.
"No es nada", pensó, "sólo el viento"
Pero no era el viento, porque ahora el sonido que había escuchado era claramente el de la cerradura de una puerta. ¡La puerta de la calle!
Hannah se acercó hasta la escalera y escuchó con mucha atención.
¡Había alguien abajo! ¡Alguien había entrado en su casa!
Jason. Fue la primera palabra que cruzó por su mente.
Se volvió, dudando si despertar a su marido, cuando vio que la puerta del cuarto de las niñas se abría.
"No le despiertes. Iré yo". Hannah sintió aquellas palabras en su mente y vio como Iris, en camisón y zapatillas se acercaba hasta ella. Sintió un profundo alivio.
—Sí es Jason, esta es nuestra oportunidad —susurró la jovencita.
Iris bajo muy despacio los escalones de la escalera hasta llegar a la planta baja.
Hannah sintió un escalofrío y se dio cuenta de que no podía dejar sola a la niña. Iba a ir tras ella cuando se detuvo.
"No es una niña", se dijo. "Y es mucho más peligrosa que Jason o que cualquier ladrón"
Eris sonrió al leerle los pensamientos. Despues se concentró en leer otras posibles mentes, pero no parecía haber nadie aparte de ellas dos.
No hay nadie, Hannah, puedes bajar.
El intruso, fuera el que fuese, ya no estaba.
La jovencita se hallaba mirando algo que había en el suelo del salón. Un objeto pequeño, el marco de una fotografía.
Hannah lo cogió y sus manos temblaron al ver la imagen.
Era una fotografía de ellos tres. Su marido, su hija y ella misma, pero no era una fotografía vulgar y corriente, porque esta había sido tratada con algún programa de retoque fotográfico y la imagen resultante era espeluznante.
Sobre una mesa de disección, las cabezas de ellos, amputadas de sus cuerpos y cubiertas de sangre la observaban con fascinante morbosidad.
Hannah le dio la vuelta a la fotografía y en el envés pudo ver unas frases escritas también con ordenador.
¿Qué es lo que a todos nos llega?
Más oscuro que la misma noche,
más placido que un sueño
y más dulce que la vida.
Ya os he encontrado.
Dentro de poco volveré.
Jason.
Hannah dejó caer la fotografía al suelo, aterrorizada.
—¡Ha estado aquí, Iris! ¡Ha estado en casa!
—Es arrogante y muy atrevido. Cometerá un fallo y le atraparemos.
— ¿Atraparlo? —Hannah nunca había pensado en atraparlo.
—Sí. Yo me encargaré de él. La otra vez no me dejaste y mira lo que ha sucedido.
—¿No pensarás matarlo?
—Si a matarlo te refieres con arrancarle el corazón, desmembrarlo y decorar la entrada de esta casa, que por cierto es un poco sosa, con su cabeza, pues sí, estoy pensando en matarlo. ¡No voy a invitarlo a tomar café! ¿No te parece?
—No podemos matarlo, Eris...
—El piensa hacerlo con todos vosotros sin dudarlo. Esta fotografía no es una postal de felicitaciones, es una amenaza.
—La llevaré a la policía. Ellos tendrán que hacer algo.
—Harán lo que la otra vez. Dejarle vivo...No, Hannah. Esta vez me encargaré yo. ¿Vas a contarle algo de esto a Aaron? Creo que merece saber la verdad.
—¿Contárselo a Aaron? ¿Qué le digo? ¿Que un asesino psicópata de mi pasado, al que yo creía muerto, vendrá y nos asesinará a todos? ¡No puedo, Eris!
—Recuerda el sueño, Hannah. Tu marido y tu hija ensangrentados. Seguro que pensaste que era yo la que los asesinaba, ¿verdad?
—Obviamente, tu eras la más indicada.
—Sí, claro. Eris, el mal personificado, la mala de la peli, la hija bastarda del demonio, la muy...
—Deja de auto compadecerte —le interrumpió, Hannah —,  te conozco bastante bien...
—¿Entonces no confías en mí? —Fue Eris quien la interrumpió esta vez.
—¿Hasta que punto debería de confiar en ti? ¡Todavía no sé quién eres? Te miro y no comprendo lo que veo. Se que te esfuerzas por cambiar, pero, ¿hasta qué punto lo haces? A veces he llegado a preguntarme si no será esta otra de tus artimañas...
—Ya veo —dijo la jovencita bastante ofendida —. ¡Cría cuervos...!
—Aquí el único cuervo eres tú. Dices que has cambiado, que ya no eres la misma, pero hace escasamente un minuto estabas hablando de arrancarle la cabeza a Jason y colgarla en la entrada como un trofeo...¿Qué tengo que pensar?
—Puedes pensar lo que quieras, Hannah. Yo soy lo que soy, o mejor dicho, soy lo que me hicieron. Tu no me conoces y... haré lo que tenga que hacer.
—Vuelve a tu habitación, Eris.
La jovencita se quedó plantada delante de ella, desafiante.
—Sí vives aquí, me obedecerás. He dicho que subas a tu habitación —Hannah estaba bastante enfadada.
—Sí, mamá —dijo Eris con sarcasmo —¿Estoy castigada?
Hannah no se molestó en contestar, tan sólo señaló a la planta superior.
Eris dio media vuelta y subió las escaleras.
"¡Que sepas que no eres mi madre!", escuchó, Hannah en su mente.
—No, no lo soy —dijo en voz baja —,  pero me hubiera gustado serlo.

—No, no lo soy —dijo en voz baja —,  pero me hubiera gustado serlo

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Hannah. El despertar. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora