-Ahora cuéntame tu plan, Iris. ¿Qué piensas hacer para detener a Jason?
Hannah aún no se creía del todo que Jason, el psicólogo que prácticamente había arruinado su vida junto con Eris, pudiera seguir vivo. No era posible que la policía no supiera nada y creyera en su suicidio si este había sido falso. No era tan fácil desaparecer y hacerse pasar por un muerto. Pero si de verdad seguía vivo, seguro que aún seguía obsesionado con ella y no le gustaría nada que hubiera rehecho su vida. Las vidas de su marido y de su hija estarían en peligro entonces, sobre todo conociéndole como creía conocerle.
-No tenemos que hacer nada, él vendrá a ti, y cuándo lo haga...
-¿Me vas a utilizar de señuelo? -Hannah no salía de su asombro -. Es un plan cojonudo.
-¡Esa boca! Que hay niños delante -se burló Iris -. Vas a mancillar mi inocencia.
-¡Tu inocencia me importa una mierda! Eso si alguna vez has sido inocente, que lo dudo.
-Fui inocente, una vez, hace mucho tiempo y al igual que a ti, también me la arrebataron...Lo pasado, pasado está, ahora debemos mirar al futuro y el futuro se ve peligroso. Quizás ese tal Jack, sepa el paradero de Jason, tal vez incluso estén juntos en esto.
-Me pareció una buena persona -dijo Hannah.
-¿No has aprendido nada todavía? También Jason te pareció un buen tipo y mira lo que resultó ser al final. Haz caso a la tía Eris y no confíes en nadie...
-¿Tampoco en ti?
-Si yo fuera tú, no lo haría. Pero te prometo que esta vez no te traicionaré y si fueras sensata me creerías porque estoy de tu lado y no deberías confiar en nadie más.
-Me va a resultar muy difícil hacerlo...
-Lo sé.
¿Qué había en la mirada de Iris? ¿Comprensión? ¿Culpa? Fuera lo que fuese, esta vez parecía sincera. Arriesgarse a confiar en ella era tan peligroso como dormir con una serpiente venenosa, pero ¿en quién más podía confiar?
Si esta vez Iris había leído sus pensamientos no lo demostró.
-¿Tienes alguna forma de contactar con Jack? -Preguntó la jovencita.
-Dijo que él contactaría conmigo, aunque quizás piense que aún sigo en la clínica.
-Si te encontró allí, lo hará también aquí, en tu casa.
-Si quieres, podemos buscar alguna pista sobre Jason en los papeles que Jack me entregó -propuso Hannah -, los tengo aquí.
-Sí, es una buena idea, por lo menos estaremos ocupadas en algo y dejaremos de lanzarnos al cuello la una contra la otra -accedió Iris.
Hannah esbozó una sonrisa. Cada vez le gustaba más la nueva Eris.
La jovencita también sonrió.
Hannah subió a su cuarto a buscar la carpeta con los expedientes. La había escondido en el armario debajo de un montón de ropa. Otra cosa más que le había ocultado a su marido.
Volvió a bajar al salón y dejó la carpeta sobre la mesa vaciando todo su contenido.
Iris rebuscó entre los papeles y cogió un cuaderno. Era uno de los diarios del doctor Patterson. Estaba fechado en Mayo del dos mil diez y fue uno de los que Hannah leyó en la clínica.
Hannah notó como Eris se reía, al principio moderadamente, pero luego a risotadas.
-Pobrecillos -dijo con los ojos llenos de lagrimas de tanto reírse -, menudo susto se llevaron. Me acuerdo muy bien de aquello. Hice explotar varias bombillas, lance objetos a diestro y siniestro e intente congelarles, la guinda fue cuando te hice levitar por encima de la camilla. Tenías que haber visto sus caras...
-Las vi, Iris. Estaban aterrados -dijo Hannah sonriendo a su vez. No sabía cómo, pero ahora se acordaba de aquello como si hubieran pasado tan sólo unos cuantos días.
-¿Leíste todos los diarios, Hannah? -le preguntó la jovencita.
-No, todos no. Sólo unos cuantos...
-Entonces seguiré leyendo a ver si encuentro algo.
Iris se quitó los zapatos y los calcetines y se acostó en el sillón poniéndose lo más cómoda posible mientras leía. De vez en cuando se le escapaba una carcajada y tenía que dejar de leer hasta que se le pasaba el ataque de risa. El diario era tan divertido para ella como una serie cómica para los demás.
Hannah se quedo mirándola. Era todo tan extraño. De dónde había salido aquella niña. Se fijó en sus pies desnudos, tan perfectamente bien formados y en como agitaba sus dedos con una movilidad asombrosa mientras jugueteaba con ellos. ¿Quién era? O mejor dicho, ¿que era aquella cosa con apariencia de niña?
¿De dónde venía?
-Podría explicártelo todo, Hannah -dijo Iris sin levantar la vista del diario que seguía leyendo -, pero estoy convencida de que no entenderías nada y no te estoy llamando tonta, no, en realidad ningún ser humano lo llegaría a entender. Aún no estáis preparados.
-Podrías intentarlo al menos.
-No serviría de nada...Sería como explicarle a un niño la fisión termonuclear. No lo comprenderías, Hannah.
-No eres de aquí, de este mundo ¿verdad?
-No -Iris suspiró -No, no soy de este mundo.
-¿Y tampoco vienes del espacio?
-Tampoco.
-¿Ni el tiempo parece afectarte?
-Soy una entidad atemporal. Puedo entrar y salir de vuestro tiempo a mi antojo.
-¡Ves, nos estamos entendiendo!
Iris no tuvo mas remedio que asentir, divertida.
-¿Vienes de otra dimensión?
-No, también soy adimensional. Me muevo por distintas dimensiones.
-O sea que no eres un fantasma, ni un demonio ni nada parecido.
-Los fantasmas son perturbaciones electromagnéticas, no es lo mismo un fantasma que un ente ni estos tienen nada que ver con los demonios y yo no soy ninguna de esas cosas. Lo que vosotros llamáis demonios o bajos astrales son en realidad seres dimensionales. Seres con cuerpos materiales -hechos de materia- que habitan unas dimensiones más densas. No podéis verlos porque vuestro rango sensorial no abarca esas infravelocidades.
Te pondré un ejemplo: imagínate que tú vas en un automóvil a muchísima velocidad y miras pasar el paisaje hasta que este se vuelve borroso. Para los que permanezcan estáticos tú ni siquiera existes y ellos para ti lo mismo. En la realidad pasa algo parecido. Aunque estén ahí tu no puedes verlos. También existen las dimensiones menos densas que estas donde habitan seres inmateriales,sin materia, muy elevados espiritualmente y que también son invisibles para vosotros.
-¿Y tu qué eres?
-Yo, pequeña Hannah, soy una aberración...
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Hannah. El despertar. (Terminada)
ParanormalAl fin Hannah puede llevar una vida normal, o eso cree ella, hasta que vuelven a comenzar las pesadillas que le atormentaban desde que era niña. Eris quiere volver y esta vez utilizará todo su poder para lograr encarnarse en un cuerpo físico, libre...