Por la mañana, muy temprano, se sentaron todos en la mesa de la cocina para desayunar. Iris se sentó junto a Aaron y se mostró muy servicial. Le acercó el periódico, le sirvió el café y estaba a punto de untarle las tostadas con mantequilla, cuando Aaron la cogió por el brazo.
—No tienes que hacer todo esto para demostrarme que quieres cambiar, Iris. Siéntate y desayuna.
Hannah les miró y sonrió. Iris verdaderamente se estaba esforzando, no cabía duda. Sabía que al final acabarían por llevarse bien.
—¿Estás nerviosa, Anissa?
—Un poquito —dijo la niña. En el colegio celebraban la fiesta de Navidad, antes de las vacaciones y Anissa tendría que cantar una canción ella sola. Creía sabérsela bien y su dulce vocecilla era encantadora, pero los nervios podían jugarle una mala pasada.
—Lo harás muy bien —le dijo su padre —Todos iremos a oírte cantar.
Aaron estaba de vacaciones y podía asistir a la fiesta de su hija.
—¿Tú también iras, Iris?
—Por supuesto, no me perdería por nada del mundo a mi hermanita pequeña cantando.
Anissa esbozó una sonrisa capaz de derretir el hielo de los polos.
Hannah también sonrió e incluso Aaron esbozó lo que se suponía debería de ser un amago de sonrisa.
En su fuero interno estaba deseando aceptar a Iris, pero debía dejar que primero se lo ganara.
Hannah subió con Anissa a su cuarto para vestirle con el disfraz que pensaba llevar a la fiesta. Iría disfrazada de reno y hasta tenía una diadema con unos pequeños cuernos y todo.
Iris se quedó junto a Aaron y se levantó para recoger las tazas y los platos. Sabía que estaba a prueba y que él no dejaría de observarla atentamente y quería hacer las cosas bien. Se encontraba a gusto allí y esta vez no quería perder lo que había logrado.
—Deja que te ayude —dijo Aaron, cogiendo a su vez su taza y su plato y llevándolos al fregadero. Iris se había puesto los guantes de fregar de Hannah y limpiaba las tazas. Se volvió a mirarle a él y pensó que eso era lo que siempre había deseado, tener una familia. Ahora al fin, podría llegar a tener una.
—Aun no puedo creerme que no seas una niña de verdad. No lo entiendo y sé que jamás lograré entenderlo.
—Ahora sí que lo soy. Mi cuerpo es humano y siento lo mismo que vosotros, lo único diferente es mi alma. Mientras tenga este cuerpo, envejezco igual que todos y tengo que descansar y alimentarlo como cualquier persona.
—Pero si que tienes cualidades especiales.
—Algunas, pero no tantas como cuando no estaba ligada a la materia. Puedo leer las mentes, como ya sabes y soy muchísimo mas fuerte y ágil que cualquiera de vosotros. También puedo...
—¿Qué? —Preguntó, Aaron.
—Puedo haceros ver lo que yo quiera que veáis...
—¿Y estás haciendo eso con nosotros ahora, Iris? —Eso era precisamente lo que más temía Aaron.
—No, créeme, no lo estoy haciendo. Si no, no te lo hubiera contado...
—Te creo.
—Es la verdad. Me gustaría conseguir que me aceptarais por mis propios méritos, sin hacer trampas.
—Es todo tan raro —confesó, Aaron —. Si hace unos días me hubieran dicho que iba a creer en fantasmas, apariciones y lo que seas tú, les habría tomado por locos. ¿Por qué tomaste esta apariencia, no hubiera sido mejor un cuerpo, no sé, mas mayor? De esa forma podrías haber vivido independientemente, sin necesitar a personas como nosotros.
—Disponía de muy poco tiempo y fue el único que encontré que se adaptaba a mis necesidades. Podía haber optado por un joven muerto en una pelea, bastante desfigurado o por una anciana que murió sola en su casa. Pero escogí el de esta niña. Murió de cáncer, aún no habían comenzado ni a darle la quimioterapia, de ahí que estuviera en perfectas condiciones.
—¡Que extraño! ¿Pero entonces el cáncer sigue en ese cuerpo, en tú cuerpo?
—No, el cáncer murió al morir ella. Son enfermedades karmicas. Residuos de otras vidas pasadas. Sé que no lo entiendes, Aaron, pero no sé explicártelo de otra forma. Hace un momento has dicho que habías visto fantasmas y apariciones, ¿dónde las vistes? —Iris estaba un poco intrigada desde que lo había mencionado.
—Yo en realidad no vi nada, fueron Hannah y Anissa las que lo vieron y fue aquí, en el cuarto de mi hija...¿Me estás dando a entender que no fuiste tú?
—No fui yo. ¿Como era esa aparición? ¿Qué rasgos tenía?
—Según la describió Anissa, era una mujer vestida de negro y eso lo recuerdo muy bien, me dijo que olía raro, a tierra sucia...¿Sabes de que puede tratarse, Iris?
—Es algo muy peligroso —dijo la niña —. Se les llama entes oscuros, su único afán es hacer daño y son muy difíciles de expulsar. Si estaba en el cuarto de Anissa es porque la buscaba a ella. Tu hija es portadora de una luz deslumbrante y eso les atrae a ellos como la llama de una vela a los insectos nocturnos.
—¿Entonces seguirá aquí? —Aaron ahora la miraba asustado.
—No se ha marchado. No todavía. Pero no debes preocuparte, yo me encargare de ella.
—¿Tú? ¿Podrás hacerlo?
—¡Claro! No es la primera vez que me enfrento con uno de ellos. Hannah también tuvo rondando unos cuantos cuando tenía la edad de Anissa. Suelen buscar a niños muy pequeños e indefensos. Son como larvas y muchas casas están infectadas aunque sus dueños no lo sospechen.
—Me siento un idiota por no saber nada de todo esto y ni tan siquiera sospecharlo.
—La inmensa mayoría de la gente no lo sabe o le da lo mismo y algunos se niegan rotundamente a creer. Casi siempre es por miedo a enfrentarse a lo desconocido. Piensan que no creyendo en ello, deja de existir y están muy equivocados. El mundo no es tal y como lo vemos, hay muchas capas, como la piel de una cebolla, unas capas se superponen a otras y así sucesivamente.
—Según me dijo Hannah, tú eres un ser multidimensional. ¿Qué hay ahí, en esas otras dimensiones?
—En unas, básicamente lo mismo que aquí, solo que diferente. Los colores, el aire y la luz es distinta a esta dimensión que vosotros habitáis. En otras es completamente distinto. Seres muy distintos a vosotros y condiciones muy diferentes a las que estáis acostumbrados. Te pondré unos ejemplos, así lo entenderás. En una de esas dimensiones no existe el sonido. No hay música ni ruido. En otra, la luz del sol es muchísimo más débil que aquí, viven casi en penumbra. Hay otras en las que la gravedad es mucho más grande que aquí y todos los seres son diminutos o al contrario, tienen muchísima menos gravedad y los seres que la habitan, son de dimensiones colosales.
—¿Y cómo es que puedes ir de una a otra dimensión? ¿Cómo lo consigues?
—Eso ni siquiera yo lo sé. Sucede.
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Hannah. El despertar. (Terminada)
ParanormalAl fin Hannah puede llevar una vida normal, o eso cree ella, hasta que vuelven a comenzar las pesadillas que le atormentaban desde que era niña. Eris quiere volver y esta vez utilizará todo su poder para lograr encarnarse en un cuerpo físico, libre...