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Título: El comienzo Personaje: Los Gemelos Weasley Tipo: Cute
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¿Alguien alguna vez ha escuchado la historia de como Fred y George Weasley comenzaron a hacer bromas? Claro que Molly siempre supo que sería un dolor de cabeza criarlos pues desde que se encontraban en su barriga no dejaban de bailar y moverse bastante inquietos.
Desde poco antes de su nacimiento la familia Weasley acostumbraba a juntarse con la familia Prescot debido a una vieja amistad entre los padres la cual comenzó en Hogwarts hace bastantes años. Así que por ende los gemelos crecieron junto a la pequeña hija del matrimonio: Amanda.
Aquella amistad creció entre risas y juegos por parte de los niños pero al llegar a sus cortos cinco años, los gemelos comenzaron su pasión hacia las bromas.
Todo ocurrió cuando en la víspera de Navidad ambas familias se habían reunido para celebrar. Ese día desde muy temprano Molly se había dedicado a cocinar sin embargo a partir de las seis de la tarde cuando finalmente había terminado, decidió subir a cambiarse acompañada de Ronald para después iniciar la celebración.
Billy bobo, Charlus y Percibal como los gemelos solían llamarlos, se encontraban en el amplio jardín disfrutando de los obsequios que su padre les había proporcionado antes de tiempo, en cuanto al resto de los adultos se hallaban en la sala animadamente platicando sobre asuntos aburridos.
Todos la estaban pasado increíble tanto que habían olvidado colocar el hechizo protector en todos los utensilios de la cocina o cosas con las que los gemelos podrían hacer un desastre.
Amanda, Fred y George no tardaron en acudir a curiosear por si encontraban galletas y al no encontrarlas decidieron hacerlas por su propia cuenta.
El pequeño pelirrojo cuya inicial en su suéter rojo marcaba una enorme G fue quien inició todo el plan. Tomó un bowl de la estantería y los "ingredientes necesarios" o al menos los que ellos creían que ocuparían. Su hermano se acercó decidido y comenzó a vertir todo aquello en diferentes porciones.
-Como puedes ver querida Amanda, aquí estamos elaborando una poción muy portante- comentaba el pequeño como si tuviera toda la sabiduría del mundo.
-Agregaremos dos tazas de leche de dragón- continuó su gemelo.
-¡Ups!- los dos miraron el huevo que se había roto frente a ellos. Tomaron lo que pudieron de él y lo introdujeron al platillo para después revolverlo todo con sus propias manos.
-¡Listo!- dijo el hermano orgulloso ganándose una extraña mirada por parte de George.
-Que asco Fred, esto parece vomito- se quejó el pequeño.
-Claro que no- defendió el pelirrojo y se dispuso a analizar su contenido.
Del bowl pronto pudo sacar una asquerosa y dura cáscara remojada de algún ingrediente sorpresa que habían colocado. El pequeño con la F enorme en su suéter lo miró confundido.
-Creo que estará delicioso- comentó Amanda tratando de hacer sentir mejor a sus pelirrojos favoritos.
Los tres chicos tomaron la extraña masa e hicieron rollizos con ella para después meterlas al horno con precisión.
-Estará lista más tarde- dijo la chica y los tres decidieron salir a jugar al jardín, mostrando ahí su temprano interés por el Quidditch.
La hora de la cena llegó y con ello todos se sentaron animados en la larga mesa. Los platillos volaban de un lado a otro, sirviendo grandes cantidades de deliciosa comida para cada integrante de la celebración.
Un par de horas después entre pláticas de anécdotas y las miradas traviesas de los tres pequeños, estaban ya todos satisfechos cuando de repente un agradable aroma los inundó.
-¿Has hecho galletas Molly?- preguntó su esposo con una sonrisa.
-No que yo recuerde- se dirigió inmediatamente a la cocina y asustada sacó lo que parecían unos simples bizcochos del horno.
Se acercó con la bandeja repleta a la mesa y una mirada de confusión. ¿Quién había hecho aquello? Ninguno reclamó la autoría por temor a ser castigados sin embargo todos decidieron probarlos pues estaban más que agradables a la vista.
Ambas familias tomaron su respectivo bizcocho y antes de darle una mordida hicieron una especie de brindis donde al finalizar chocaron los panecillos.
Todos dieron la tan ansiada mordida a excepción de los tres chiquillos quienes miraron atentos las reacciones. Aquello se supone les gustaría, si embargo el grito que todos pegaron y sus caras graciosas dejaron una satisfacción aún mayor.
Amanda fue la primera en soltar una carcajada seguida de George y finalmente Fred. Sus padres los miraron molestos. ¿Les habían jugado una broma a caso?
Pero no se detuvo ahí, ese simplemente fue el comienzo pues con el tiempo mientras los gemelos Weasley crecían se dieron cuenta de lo mucho que les gustaba gastar bromas y no por el hecho de hacer molestar a la gente, sino como pretexto para oír la dulce y agradable risa de la pequeña Amanda quien siempre los acompañaba.
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