La alarma comenzó a sonar estruendosamente, la castaña trato de abrir sus ojos, pero fue imposible, estaba demasiado cansada como para ir al instituto. Un minuto más tarde la alarma se silenció y está nuevamente se quedó dormida ignorando por completo la hora.
Cuando la chica volvió a abrir los ojos comprendió que había cometido el error más grande de su vida, tenía solamente una hora para arreglarse e irse.
Con toda la rapidez que su cansado cuerpo le permitió se levantó para darse una ducha rápida. Al salir tenía ahora solo cuarenta y cinco minutos, así que decidió arreglarse y desayunar al mismo tiempo. Veinte minutos más tarde estaba lidiando con su cabello, quince minutos después se encontraba caminando rumbo al instituto.
Nuevamente había hecho su rutina en tan solo una hora, aunque claro, debía admitir que había dejado un desastre en su cuarto y parte de la cocina, pero llegando del colegio lo limpiaría, al fin y al cabo, su madre llegaba más tarde que ella.
El instituto—para la buena suerte de la castaña—estaba a tan solo quince minutos de su casa, así que corriendo o caminando rápido llegaría con tiempo. Cuando por fin llego saludo a todos sus amigos que estaban reunidos debajo del árbol grande de la entrada, como era costumbre.
—Pensé que no ibas a venir—comentó su amiga en forma de saludo.
—Sabes que siempre llego tarde—saludó la castaña un tanto alegre depositando un beso en la mejilla de su amiga.
—Cierto, pero pensé que no ibas a venir por lo que sucedió el día de ayer—la castaña miró a su amiga por un momento, no sabía que decir, la había tomado por sorpresa.
Debía de confesar que ver al chico del cual estaba perdidamente enamorada ligando con su enemiga era duro, pero no se debía dejar vencer por eso, debía de mostrarse fuerte, aunque costara trabajo, pero debía hacerlo.
—No podía quedarme en casa llorando en silencio mientras mi perro me observaba, necesitaba salir de mi cueva lastimera, aunque fuera un rato.
Nina, la mejor amiga de Natalia iba a agregar algo a la conversación, pero 'él' apareció.
Carlos—mejor conocido como 'él'—había llegado a saludar a todos los que se encontraban debajo de aquel enorme árbol que se ubicaba en las afueras del instituto ya que todos eran amigos, muy buenos amigos.
—Ya llegué ¿Me extrañaste?—le pregunto el castaño con una sonrisa.
—Debo admitir que me encontraba mejor cuando tú no estabas—respondió ella con un tono de sarcasmo, él sonrió y deposito un beso en su mejilla—¿Puedo preguntar qué traes en esa bolsa?—dijo con curiosidad.
—Lo mejor es que no te enteres, por lo menos no por el momento, por cierto ¿Has visto a Samanta? tiene que ayudarme con esto—preguntó Carlos señalando la bolsa negra mientras buscaba con la mirada a la chica.
—No, no la he visto, creo que ya voy a entrar ya que no quiero llegar tarde a clases—dijo la castaña decepcionada.
Últimamente Samanta y Carlos pasaban mucho tiempo juntos, por un momento Natalia comenzó a pensar que ellos mantenían una relación en secreto, pero era imposible, ya que solamente eran buenos amigos, sin embargo, Natalia tenía celos de la gran amistad que ellos habían formado.
—Tenemos que hablar—dijo Natalia sentándose enfrente de su segunda mejor amiga, Abi.
—Me da miedo cuando pronuncias esas palabras Nat, agregando que ninguna conversación acaba bien cuando se menciona esa ridícula frase—dice la rubia alterada—así que dime ¿Qué pasa, está todo bien?
—Si claro que sí, solamente creo que ya sé que traía Carlos en la bolsa.
—¿Te la has pasado todo el día pensando en eso, cierto?—preguntó su amiga enfadada.
—Sí, un poco ¡Lo siento pero cuando a mí me da algo curiosidad no descanso hasta descubrirlo!—la interrumpieron.
—Lo sé ¿Qué fue lo que descubriste?
—Que aquellas rosas—Natalia señaló las flores que estaban a lado de la butaca de su enemiga—Se las obsequio nuestro Carlos.
Hubo un pequeño silencio, Abi no sabía que decir.
Una vez más Natalia había descubierto toda la verdad y sus amigas no le habían dicho nada para protegerla, pero era evidente que no podían hacerlo ya que Natalia no quería, ni necesitaba aquella protección.
—¿Estoy en lo correcto?
—Lo lamento muchísimo, no te quise decir nada porque Sam iba a conversar contigo...
—Necesito un poco de aire, lo siento Abi.
A la castaña esta vez no le importó que la clase aún no hubiera concluido, ella tomo sus cosas y salió del aula lo más rápido que pudo, no podía dejar caer las lágrimas hasta estar en un lugar más seguro, un lugar donde nadie la juzgara.
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Cuando te encuentre.
RomanceElla está enamorada de él. Él solamente la ve como una amiga. Ella está cansada de intentar luchar por él. Él la ve como la hermana que nunca tuvo. Ella busca una salida. Él busca una oportunidad. Ella huye sin dejar rastro o incluso decir algo. Él...