012 | Cuando me vuelvo loco ♡

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Después de un exitoso aterrizaje los chicos se reunieron para poder recoger sus maletas, cuando estuvieron seguros de que tenían todo su equipaje en orden salieron del aeropuerto.

—Ya estamos aquí ¿Ahora qué?—pregunto Matías confundido.

—Ahora tenemos que ir a Salta, iba a comprar boletos de avión para llegar ahí, pero me di cuenta que no podíamos llegar del todo bien a donde se encuentra Natalia así que nos iremos en coche, nos iremos rolando hasta...—Nina lo interrumpió.

—Apoyo la idea de que hayas decidido no comprar los boletos porque de ser así hubiéramos gastado más o probablemente sería lo mismo, en fin, a donde quiero llegar es que estoy demasiado cansada como para conducir.

—Bueno, duermes en el coche, cuando sea tu turno ya estarás descansada.

—También estoy cansada, creo que hablo en nombre de todos cuando digo que estamos cansados además necesito desestresarme un poco, no podré soportar estar tantas horas en un maldito coche—dijo Samanta molesta.

—Pero...—comenzó Carlos, pero Valeria lo callo.

—Temía que mi hermano hiciera algo por el estilo así que nos he reservado algunas habitaciones cerca de aquí, mañana comenzaremos el viaje en coche.

Carlos no protesto.

Matías, Nina, Mauricio y Samanta se fueron en un taxi; Carlos, Valeria, Abi y Josué se fueron en otro.

Cuando llegaron al hotel todos estaban sorprendidos por lo bonito que era, a pesar de que era algo sumamente pequeño y no era un hotel de cinco estrellas la atención y la decoración era hermosa.

Los chicos se fueron a una habitación y las chicas a otra.

No tardaron ni una hora cuando todos se encontraban en el living para organizarse para ir a cenar ya que la comida del avión no era para nada buena, ni mucho menos llenadora.

No caminaron mucho cuando encontraron un local de comida mexicana, decidieron entrar ahí para descubrir si los sabores de su querida tierra eran los mismos.

—Me podrías traer un tequila por favor, el más caro que tengas—dijo Mauricio contento.

—¿Qué haces? No podemos tomar, mañana manejaremos y no podemos ir crudos o algo por el estilo—dijo Abi molesta.

—Tranquila rubia, solamente haremos un pequeño brindis y en cada lado donde nos paremos o comamos brindaremos hasta llegar con Natalia.

—Me agrada la idea—comento Josué.

La mesera no tardó en llegar con una botella de tequila de tamaño medio, los chicos sabían que no iba a durar para todo el viaje, pero tenían la esperanza de que sí. Mauricio les sirvió a todos en un caballito.

—Quisiera hacer un brindis, en este primer día de búsqueda, por la persona por la cual estamos aquí: Carlos, encontraremos a Natalia ¡Salud!

—¡Salud! —dijeron todos después de que Mauricio termino de hablar.

Todos se tomaron su trago, las caras de asco no tardaron en llegar.

Terminaron de cenar y regresaron al hotel, como aún era algo temprano los chicos decidieron ir a la alberca.

Todos estaban disfrutando de aquel viaje, todos menos Carlos, él sabía que estaba perdiendo bastante tiempo, el tiempo en el que sus amigos estaban nadando y tomando fotos podría ser tiempo que estuvieran en carretera, casi cerca de la chica.

—¿Por qué no estas con tus amigos?—pregunto Valeria recostándose a lado de su hermano.

—Porque no tengo interés en divertirme, tú sabes que vine solamente por ella, todo esto no me importa.

—Creo que estas muy equivocado—le dijo poniéndose sus gafas.

—No seas loca, no hay sol y no estoy equivocado.

—Es para que dejes de hablarme, ahora ve y diviértete, aunque no lo quieras—Valeria se incorporó, se quitó las gafas y volteo a ver a su hermano—están en su último año y ustedes son de los pocos que han podido hacer un viaje como amigos, así que ve y diviértete.

Valeria se puso nuevamente las gafas y se acostó.

Tal vez tenía razón, pero Carlos no podía dejar de pensar en la chica.

De la nada, Carlos la vio, vio a Natalia.

Ella estaba entrando a la alberca con un traje de baño negro, le quedaba demasiado bien le resaltaba aquella hermosa figura que tenía.

Ella volteaba a verlo y le sonreía, la chica se iba acercando a él mientras lo saludaba con su mano y una bella sonrisa. Carlos se quitó la playera que llevaba y se dejó solamente el traje de baño que sus amigos le habían obligado a ponerse.

Cuando la chica estaba por llegar a donde Carlos estaba desapareció, todo había sido una ilusión, estaba volviéndose loco.

—¡Bravoooo! Carlos se va a meter a la alberca, ven vamos.

—Me voy a la habitación, adiós.

Y nuevamente Natalia estaba ahí, observando como el chico se marchaba casi corriendo.

Cuando te encuentre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora