Capítulo 1: Aquella chica con poder

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La chica me había dejado con la puerta en la cara, si ponía en duda su actitud grosera, esto lo confirmaba. Me había sacado y dejado en la calle, ahora tendría que buscar un hotel o algo así, aunque si era sincero me alcanzaba apenas para un motel. No había recibido mi primera paga de mi trabajo para la fiscalía, así que sólo tenía un poco de dinero, me había ilusionado con la idea de que mi amigo me daría alojamiento en su casa, que idiota.

Ahora me quedaba una opción, la que menos pensaba escoger y era mi tía Carol, ella seguro me recibiría con los brazos abiertos, pero no quería incomodar pero no tenía más remedio.

—Hola tía

—Hola mijo ¿A que debo la dicha de tu llamada?

—Pues verá, estoy por aquí en Salem y me preguntaba si...

—Claro, siempre has sido como un hijo para mí, eres bienvenido.

—Gracias tía de verdad. Te pagaré el alquiler o te lo compensaré con mercado y pagar la luz, agua y gas. Te lo prometo.

—No, nada de eso, muchacho. Deja tanta modestia. Y apúrate que la temperatura está bajando y aseguran que habrá una tormenta de nieve y no quiero que te enfermes.

—Bueno tía —. Colgué y pedí un taxi para que me llevara a la casa de mi tía.

Al llegar a la casa de mi tía, estaba ella con una sonrisa en su rostro, una manta y una taza de chocolate, la cual agradecí demasiado. Hablamos de temas de familia y luego me quedé dormido en el sillón, mi tía me guio hasta la cama de huéspedes y ahí me quedé dormido hasta que fueron las 7:00 a.m. y tenía que ir a la fiscalía.

Llegué a mi lugar de trabajo como de costumbre, pero en esta ocasión pasó algo diferente. Había un caso de gran relevancia, uno sobre tráfico de mujeres, las cuales eran llevadas hacia la China y luego aparecían muertas de una manera horrible, algunas cortadas a la mitad y otras laceradas y mutiladas. Este tipo de muertes me recordó a la herejía que se dio en Salem, conocida como la ciudad de las brujas.

Me recosté en mi sillón y tome cada foto de cada víctima y la coloqué en el lado izquierdo del tablero con el nombre de víctimas y los recortes de periódico como verdugos, en la encabeza de la lista estaba el mercenario, el que patrocinaba esto con dinero, él que lo dirigía y por debajo los trabajadores que se encargaban del tráfico de estas. Conocíamos las víctimas pero no el mercenario, se había atrapado a algunos que transportaban estas mujeres pero decían desconocer la identidad del que orquestaba todo esto. Quizás era cierto, quizás sólo lo conocía alguien que organizaba todo esto y ellos eran sólo los mandaderos. Si encontrábamos al organizador podríamos encontrar al director y ahí es donde estaba el punto, todos lo conocían bajo el nombre de un alias y había retratos hablados pero nada contundentes. Tendría que hablar con la policía y sugerirles que alguien se infiltrara era la manera de atrapar a estos criminales.

— ¿Cómo vas con eso?

—Digamos que bien. Sean ¿podrías llamar al detective Morguet?, me gustaría tener una charla con él mañana, tengo una idea para resolver este caso. No creo que los que atraparon esta mañana sean los directores de esto.

—Me gusta verte así.

— ¿Como?

—Apasionado con algo. No me arrepiento de haberle pedido a mi jefe que te diera el trabajo.

Le di unas palmadas en la espalda mientas sonreía de excitación.

El día había comenzado con un caso interesante y lo que me iba a pasar al cruzar la calle y llegar a tomar un café seria aún más interesante. En mi café favorito estaba esa chica, la malcriada y maleducada, leyendo de nuevo ese libro y tomando un capuchino. Lo que hice quizás lo hice para molestar a aquella chica ermitaña.

—Hola—. Exhibí mis dientes blanquecinos.

—Que agradable, siéntate—. Dijo la chica cerrando el libro, era contradictoria con sus palabras—. Lo siento por echarte así de la casa, pero a mi padre no le agradan mucho los invitados.

Su respuesta había sido algo diferente a lo que esperaba, no parecía maleducado y su rostro parecía sincero.

—¿A quién no le gustan los invitados?—. Solté una carcajada.

Ella mantenía el rostro serio y tuve que dejar de reír.

—Mi padre es diferente créeme, él es muy confidencial. El hecho de que sea alcalde, lo pone un poco paranoico y para mí es un poco exagerado. Además si yo fuera tú no iría más a esa casa.

Dijo esa casa, no mi casa, parece que no hablara acerca de su hogar sino de algo distante, algo no relacionado con ella.

—Por cierto mi nombre es Eloise y seguro mi hermano te habló sobre que estoy medicada y cosas así, pero no todo es del todo cierto. Mi hermano si es un buen chico y puedes hablar con él cuando quieras, eso si fuera de la casa y nada relacionado con el trabajo o política. Los Heller son una familia con doble cara, una en el trabajo y otra por fuera, te recomiendo que solo veas la de afuera y sólo la de mi hermano. El resto es una mierda, mi padre y mi madre. Ya se soy la hija adoptada y debería estar agradecida, pero lo que más quiero es marcharme de esa casa e irme muy lejos. Y no sé porque te cuento todo esto, pero es que no quiero que te pase lo mismo que a los otros y me pareces agradable.

Asentí con los pelos de punta, era demasiada información. Sentí que se me revolvían las entrañas con pensar lo peligroso que eran en esa casa. Ahora pensaba mucho ver a mi viejo amigo o seguir hablando con esa chica después de esto, pero esos ojos azul marino eran muy atrapantes.

—Ahora acompaña a esta chica salida de pabellón psiquiátrico a tomar un café. Yo pago, te lo debo por mi mal trato-— Agita la mano para llamar al mesero — ¿Qué quieres?

—Un latte, pero yo lo pago.

—Bueno como digas. Ahora dime ¿Cómo te llamas?

—Julian Mongotmery

Ella levantó la mirada y me di cuenta que sus ojos eran de un azul frío y que parecían husmearte el alma. Cuando sonrió sus ojos se volvieron cálidos por alguna extraña razón y era la sonrisa más hermosa que había visto en mi vida, ella debería sonreír más seguido. Sin embargo no me atrevía a decírselo.

—No sé porque siento que te conozco —. Negó con la cabeza —. No creo que seas él.

— ¿Quien?—. Levanté las cejas.

—Un niño en el jardín, bueno ya no es un niño pero se llamaba justo como tú.

—¿Cómo se llamaba el jardín?

—Smart Kids

Casi escupo el café de mi boca. Ahora todo era más claro, era esa chica rubia que pintaba arrinconada en el salón. Y yo la había besado accidentalmente, mientras tiraba de sus coletas. Recordaba como ella corría y sin querer tropecé con ella y la había besado, había sido accidental pero yo mantuve mis labios sobre los de ella. Sentía mis mejillas arder, seguro estaba rojo ahora.

—Yo también recuerdo nuestro beso —. Soltó una carcajada. —No te preocupes, éramos sólo niños.

—Sí, desde luego. Mi pregunta es que hacia una princesa en un jardín de clase media baja como ese.

—Mi hermano tuvo que habértelo contado, soy adoptada. Desde los 8 años—. Sus ojos se colocaron vidriosos y bajó la mirada.

Ella le afectaba mucho hablar de eso. Le acaricié el hombro y ella levantó la mirada con esos ojos fríos que parecían albergar ningún sentimiento, sentí un escalofrío recorrerme y aparte mi mano en un gesto torpe.

El Ciclo EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora