Capítulo 29: El Uróboros

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Septiembre de 2008
La niña leía su libro favorito que había encontrado en el vagón de un tren, impidiendo el paso a los demás niños en el resbaladero. Los niños empezaban a quejarse pero sólo uno se atrevió a quitarla del resbaladero. En ese entonces Eloise llevaba el cabello largo y mucho más pálido, sin peinar por varias semanas. Su aspecto aterraba a muchos niños, la niña siempre la habían visto como un bicho raro y por esas razones no continuaba en clases. Algo malo estaba en ella, algo que hacia raíces en su cabeza despojándola.

El niño arrebató el libro de la niña y la empujó en el resbaladero haciendo que cayera de cara contra el lodo. La niña se levantó molesta, apartando el barro de su boca, mirando con odio al niño que se burlaba jugando con el libro en la mano.

—¡Dámelo! — la niña gritó e hizo que el chico se burlara más aún.

No se contuvo más y sacó el cuchillo que había robado de la cocina mientras ayudaba a la cocinera de la casa. Como si fuera un nuevo juguete acarició el rostro del niño con una sonrisa malévola. Aquel libro calmaba toda sensación de paranoia con la que siempre andaba, teniendo pesadillas aún estando despierta imaginando que alguien viene a atacarla. Algo que le carcome la mente, un laberinto cuyos muros han sido construidos por su cabeza, a base de recuerdos.

—Bicho raro— el niño se mantenía burlón.

—¡Callate!— gritó la niña al borde de la locura.

El chico la volvió empujar y su intento de razonar y controlarse se perdió. Sintió esa fuerte presión en el pecho que solía poder ser calmada soltando esa ira reprimida. Atravesó el brazo del niño sin previo aviso, salpicando la sangre en su vestido fino. El niño lloriqueo y su arrogancia se esfumó, miró su brazo herido y se horrorizó ante la expresión ida de la niña. Salió corriendo avisando a sus padres de lo sucedido.

La madre de la niña se enteró, no reaccionó de la manera que debía de ser.

—Estúpida, sólo me das problemas. Ahora todo el mundo sabrá que tengo una hija loca psicópata. Eres una vergüenza para esta familia—. La lanzó al suelo haciendo que esta cayera dandose fuerte en la cabeza con la punta de una mesa.

La niña lloró adolorida y acarició su cabeza ensangrentada. La mujer la cargó y la llevó a su cama. Echándole llave a la habitación, con la intención de que aprenderá la lección.

Y bien que la aprendió.

...

La fría sensación y aquella horrible serpiente colgando en mi cuello. Hizo que me corriera una gota fría de sudor por la espalda. Odiaba a Eloise por hacerme esto.

—¡Quitenmenla!— estalle en pánico haciendo que los presentes soltaran risotadas junto con Eloise—. Maldiccion Eloise ¡Quitame esta mierda!

Ella reía sin parar. Y aquella serpiente permanecía en mi cuello buscando en cualquier momento ahorcarme.

—Por favor— dije al borde del llanto.

—Está bien— dijo dándose por vencida apartandome la serpiente y luego colocándosela en el cuello y acariciándola—. Ves no hace nada—. La intentó acercar a mí pero me aparté cayendo en la arena.

Otras risas retumbaron. Eloise pagaría caro por esto, cuando llegáramos a la cabaña.

—Vamos levantaste miedoso—. Me estiró la mano para que lo tomara y de mala gana la tomé.

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