Capítulo 5: Conociendo a aquellas chica con poder

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Luego de haber hablado con el alcalde Heller, no había contestado los mensajes de Abraham ni me había aparecido en aquella casa, evitando tener cualquiera relación con ellos. Seguía mi rutina en el trabajo, pronto se acercaba el juicio y debía averiguar quién era el que dirigía el tráfico de blancas, pero los involucrados no estaban dispuestos a ayudar y menos las víctimas que no recordaban nada, mi amigo policía me había dicho que me avisaba si había algo nuevo. El caso estaba estancado y ya empezaba a estresarme, dormía menos y a veces olvidaba comer por gastar mi tiempo buscando pruebas. Quizás me estaba obsesionando y por eso me pidieron que me diera un descanso, porque me veía ojeroso y cada vez más metido en aquél caso, acepté esas vacaciones porque sabía que si no las tomaba le darían el caso a otra persona.

Siempre que estaba estresado iba por un té en el restaurante que tanto me gustaba. Estaba prácticamente vacío así que recibí mi pedido rápido, dejé caer las llaves sobre la mesa y empecé a beber mi té viendo como más personas entraban y sonaban aquella campanilla. Todas pasaban desapercibidas hasta que se cruzó por el umbral de la puerta, Eloise Heller, quien llevaba su cabello recogido en un moño alto con forma de uvas, rodeado por una trenza.

Se veía hermosa, aun sin maquillajes y con unos simples vaqueros, una camiseta blanca y unos converse. No parecía la hija del alcalde, estaba lo más sencilla posible. Al verme su rostro pareció ruborizarse y pensé que quizás el mío estaba igual, volví la mirada a mi té. Se suponía que no debía tener relación con los Heller.

—Hola, Mongotmery, me sentaré aquí contigo.

Debí decirle que no, pero esas palabras nunca llegaron a ser dichas.

—Cuéntame investigador ¿Muy ocupado?, mi hermano ha sido olvidado por completo. Y pensaba que eran buenos amigos.

—Digamos que esto lleva el nombre de tu padre.

La chica palideció y se sentó en la silla, parecía completamente conmocionada al escuchar ser nombrado su padre. Ella siempre decía que era un hombre con poder paranoico, pero lo que se veía en sus ojos era pavor y eso no se debía a una simple paranoia de su padre, era a algo mucho peor de lo que me podía imaginar. Agarré su mano y ella volvió en sí apartándose de manera arisca.

—¿Que quería?—. Soltó con amargura y se golpeó la frente —. Te dije que no regresaras, pero eres un testarudo. Al menos dime que no recibiste ningún regalo de su parte.

Sus ojos azules estaban abiertos de par en par al no ver respuesta, se levantó de la silla con una expresión cargada de molestia. Sabía que mi silencio significaba un sí a su pregunta.

—Eres un idiota, muéstrame el regalo.

Levanté las llaves y mostré el llavero de plata, su rostro palideció aún más, parecía papel, se volvió a sentar y vi en su expresión que deseaba abofetearme pero por alguna razón no lo hizo.

—Te hará parte de la familia—. Tomó el llavero —. Lo peligroso es que desconozco sus razones, te quiero de aliado pero no sé por qué.

—Creo que quiere que tengas un amigo.

Eloise soltó una carcajada.

—No, claro que no o quizás sí, pero sólo para tenerte distraído de lo que verdad pretende. ¡Oh padre pretendes usarme de carnada!—. Sonrió

Si aquella chica tenia razón, estaba metido en graves problemas. Y yo que pensaba que mi venida a Salem iba a ser mi salvación de los problemas, podría solucionar las deudas de mis padre y cumplir mi sueño de ser lo que siempre quise, pero este viaje a Salem sólo me había traído problemas y me ponía a pensar que todo fuera sido mejor si no hubiera pisado aquella mansión llena de corrupción.

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