Capítulo 27: El incio de algo bueno y algo malo

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Eloise

Jugaba con el anillo en mi mano, acariciándolo y soriendo al recordar todo lo que había dicho Julian, había sentido tantas cosas en una, tenía mucho tiempo sin sentirme amanda y se sentía tan bien. Coloqué mi mano sobre mi pecho y cerré los ojos, dejando que el sentimiento se hiciera más fuerte.

—¿Cuando y dónde?—. Apareció Fay sonriente— ¡Te vas a casar ya!

—Nooo...— negué varias veces con la cabeza —. Sólo fue un detalle.

Fay halo de mi mano bruscamente y detalló en anillo. Luego sin darme cuenta lo retiró y mordió el anillo.

—Es de plata, está bonito además tiene ese símbolo que tanto te gusta— lo extendió para entregarlo pero antes de que pudiera tomarlo alcanzó a ver la frase que llevaba el anillo, sus ojos se abrieron—. Dice que te ama, tan pronto... ¿ya le dijiste toda la verdad?

—No.

—¿Y para cuando?

—Es innecesario Fay, sólo era una idea que tenía en mi cabeza para conseguir algo, pero todo lo que he tenido con él, ha sido real.

—Eso es obvio, te brillan los ojos cuando hablas de él, pero es necesario que le digas, en algún momento a tu hermanito se le puede salir que el no fue el que mandó ese mensaje invitándolo a la mansión ese día.

—De pronto, pero recuerda que el dijo que debían quedar algún día, sólo acelere las cosas. Y sabes que al principio me arrepentí por el riesgo que corría.

—Pero luego te enamoraste y no querías dejarlo ir, terminando involucrándolo en todo, también porque en parte estabas herida porque tu padre había roto una relación que significó mucho para ti.

Abrí los ojos y negué con la cabeza. No era así, lo de Drake fue algo pasajero, algo que se dio en un instante de dolor, fue un apoyo.

—No pongas esa cara, estabas enamoradisima de él, tanto que estabas dispuesta a todo por él. Misma razón por la cual cuando lo encontraste follandose a esa zorra, lo odiaste con toda tu alma. Y estoy segura que aún lo odias.

—Ya no me importa, no valió la pena.

—Eso espero. Agradezco que ese investigador buenote se haya aparecido en tu camino— Me dio un apretón en el brazo.

Un carraspeo nos interrumpió. Un chico con cabello rubio oscuro, llevaba una bata, gafas, guantes y tapabocas. Fay lo miró y se levantó de la mesa, sin importar lo que dijera el chico acerca de estar subida en una mesa donde se prácticaba con reactivos.  Fay decía que las batas eran feas y el tapabocas hacia ver como un perro con bozal.

—Buenas, venia ha hablar con la señora Eloise Heller—. Le preguntó el chico a Fay y esta me señaló.

—Soy yo—. Con una mano le indiqué a Fay que se fuera.

—Lo siento pensé que tenías más años.

Solté una risotada. Y el chico sonrió apenado. Sus mejillas estaban rojas y me causó ternura.

—Tengo 23, no sé si eso sea mucho.

—No lo es, tenemos técnicamente la misma edad—. Me extendió la mano y yo la tomé con una sonrisa —. Tengo 24.

—¿Y a qué se debe tu visita a la fábrica de medicamentos Heller?

—Vengo para el puesto de supervisor y me dijeron que hablara contigo.

—Ah si, el último enfermó. Bueno creo que te has metido en un gran lío —. Solté una risa burlona.

—Será un placer si te tengo que ver todos los días.

—¿Perdón? —. Pregunté con el ceño fruncido.

La situación se tornaba incómoda a partir de aquel comentario.

—Lo siento, no quise.

—Limitate a realizar tu trabajo—. Respondí seria.

Era de las personas que me gustaba dejar las cosas claras, para que luego no hubiera malentendidos. No medía si estaba siendo grosera, simplemente soltaba la verdad sin anestesia.

—No debí, lo siento. Soy un idiota, apenas estoy comenzando y ya estoy tratando de liar a una chica casada— miró el anillo que llevaba puesto en la mano.

—No estoy casada pero tengo novio. Y por favor no te des más golpes de pecho y comencemos a trabajar. Yo también soy supervisora, asi que haremos el trabajo en equipo.

Alex asintió medio atontado y sonreí para mis adentros. No era un mal chico.

Comenzamos el trabajo y varias veces hicimos revisiones porque no se lograba tener el balance adecuado entre los reactivos o estaban en cantidades elevadas, dándole indicaciones que retomaran de nuevo el trabajo. Luego de largas horas supervisando y haciendo revisiones, me intrduje en mi pequeño espacio donde hacia mis propios productos y adelantaba el antídoto. No me di cuenta que había dejado la puerta mal cerrada y Alex entró.

—¿Éstas ocupada? — dijo nervioso —. Es que quería que me ayudaras con algo. La chica, Anastasia regó algo pero no estoy seguro si es sulfato ferroso o sulfato de benceno.

Me levanté sobresaltada. Y lo empuje para luego cerrar con llave. Llenado rápidamente a donde estaba el puesto de trabajo de Anastasia. Efectivamente había regado sulfato ferroso.

—Señora fue un accidente. Yo... No crea que pueda pagarlo.

—No te preocupes. Sólo que no se repita. Yo me encargo de reponerlo.

La mujer me abrazó con lágrimas en los ojos susurrándome gracias varias veces.

Sabia que si mi padre se enteraba la iba a despedir y la pobre mujer tenía un niño al cual mantener, porque era una madre soltera y lo que ganaba apenas le alcanzaba para apoyar a su hijo. No podía hacerla que pagara algo que yo podía hacerlo sin que tuviera que pensar que me iba a gastar lo poco.

—Eres una buena persona—. Dijo en un tono bajo.

—Ella no podía pagarlo y yo sí. Ella tiene un niño yo no. No podía hacerla que pagara.

—Eso es ser una buena persona—. Me dio una palmadita en la espalda.

...

Cuando llegué al apartamento, Julian estaba en la puerta tocando el timbre.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a verte. Te extrañaba.

—Pero si...

Antes de que pudiera decir algo me besó con necesidad, haciendo que demorara en responder, pero luego mi boca siguió al compás de la suya, saboreando sus labios con tanto deseo. Podía sentir mi corazón palpitar rápido y la cabeza nublada en aquel momento, Julian me hacia sentir el mundo en sus besos.

—Te amo.

—¿Viniste a decirme eso o a follarme con la boca? —. Dije burlona.

—Eloise arruinas los momentos románticos.

—No nací para ellos.

Abrí la puerta y Julian entró casi cayéndose. Cuando estaba por cerrar la puerta el se encargó de ella tirándola bruscamente. Y volvió a besarme, pero me aparté al sentir sus manos viajar por mi espalda.

—Tengo una idea.

—Dime

—Quiero que nos vayamos de viaje. A un lugar muy lejos de aquí Jules—. Le di un beso en la mejilla.

—¿A dónde? ¿A Francia?

—Mañana mira un globo terráqueo y señala un país a la azar y ese será nuestro destino.

El Ciclo EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora