Capítulo 12: Bailemos con nuestros enemigos

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Eloise se despidió agitando su mano de manera exagerada y se fue al cuarto de huéspedes.

Me recosté sonriendo con los brazos cruzados debajo de mi cabeza. Quería seguir teniendo momentos como estos, hace mucho que no me divertía como lo hice hoy. Intenté dormir, pero estaba tan eufórico que me costó dormirme rápido. Cuando lo logré unos gritos me despertaron sobresaltado, era Eloise.

Mi corazón latía fuertemente, tomé un bate del cuarto imaginandome que un ladrón había forcejeado la cerradura. Camine de puntillas y al ver la puerta del apartamento cerrada y sin signos de forcejeo, parecía indicar que no había nadie en casa, pero ella seguía gritando. Así que imagine que quizás se había colado una araña o algún bicho, pero no era así, ella gritaba con los ojos cerrados y los puños apretando la sabana.

Abrió los ojos despavorida y pude comprender que había tenido una pesadilla, solté el bate y me senté en la cama.

—¿Estás bien?

—Si, solo fue una pesadilla—me sonrió.

—Me habías asustado, pensé que era un ladrón o una araña.

Agarré el bate y antes de que abriera la puerta para irme ella dijo:

—¿Podrias quedarte conmigo?

Aquella pregunta me tomó por sorpresa, inmediatamente sentía como mis mejillas ardían. El hecho de dormir juntos me hacia sentir incómodo, pero sólo era dormir ¡Por Dios Julian cuidado con tus pensamientos!, me dije a sí mismo.

—Yo..—. Balbuceé—. Cla-ro

Ella sonrió y me abrió espacio en la cama para que durmiera con ella, me quité las pantuflas y me acosté boca arriba, agradecía la oscuridad para que ella no se diera cuenta de lo ruborizado que estaba.

Se removió al lado mío y pude sentir su respiración en mi cuello provocando cosquillas en la nuca. Volteé a verla y percibí que ya estaba dormida, se veía tan hermosa, me quedé observándola por un largo rato y pensé que me gustaría pasar muy seguido con ella así ¿Pero qué mierda pensaba?

—Demonios Eloise—dije prácticamente en un susurro inaudible.

Sus pestañas revolotearon y ella abrió los ojos de par en par, enseguida me di la vuelta apenado de que me fuera piyado observándola.

...

Los rayos del sol cayeron sobre mi cara, me sentía acalorado, un cuerpo reposaba al lado mío, con sus brazos rodeando mi cintura. Trague en seco tratando de procesar el tenerla dormida junto a mi rodeándome con sus brazos, lo cuál parecía un sueño realizado para mí, desde aquella vez que la vi sentada leyendo un libro cuyo nombre desconocía.

Me aparté evitando despertarla pero ella se despertó apenas me retiré, se restregó los ojos acomodándose a la vista.

—Hola señor Mongotmery —dijo divertida —. No te ilusiones tanto con esto, será la última vez que tendrás la dicha de dormir conmigo.

Empezó a reír y yo me sentí avergonzado.

—Es broma, compañero del crimen —golpeó mi hombro.

...

Luego de charlas triviales Eloise y yo salimos a dar un paseo por el parque y cuando ella ya estuvo aburrida dijo que fuéramos a la fábrica de drogas Heller y ella me mostraría todo lo que hacia, sentí que el hecho de mostrarme aquello hacia que tomara más importancia en su vida y pensé en más tarde llevarla a mi trabajo, aunque no podría hablar mucho de ello por el asunto de confidencialidad.

La gran fabrica de la cual salían hombres con bastas blancas, gafas trasparentes y una máscara, con la insignia Heller químicos.

Eloise me guió hasta uno de los laboratorios pero antes nos colocamos batas, máscara y gafas de seguridad. Me enseñó el proceso de drogas para desde dolores físicos como para problemas emocionales. Me quedaba maravillado con cada cosa que decía.

El Ciclo EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora