Capítulo 33: Un par de copas

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Eloise

Llevaba una botella de un litro con una etiqueta de agua mineral, bebiendo de ella como sí fuera agua, cuando era vodka. Había volvido a retomar la bebida y no por una buena razón, iba rumbo hacia la casa del chico con él que me mi padre siempre quiso desposarme, ahora me amenazaba con mandarme de vuelta al manicomio que había odiado el resto de mí vida, no tenía más remedio por ahora que seguir sus planes. Terminé de beberme la botella y la tiré por la ventana, mi padre me miró de reojo y sólo eso bastó para saber mi estado.

-Una botella de agua no puede incubrir el vodka. Te estás comportando exactamente como tu padre como una borracha inestable.

-¡No soy como mi padre!- me salí de mis casillas, apretando su brazo con fuerza- No vuelvas a decir aquello.

Mi padre se burló de mi y sacudió su traje, sacó un par de mentas de su bolsillo.

-Toma, te apesta la boca como a una cantina y no queremos dar una mala impresión a tus futuros suegros. Aunque creo que desde hace tiempo saben que eres inestable, impulsiva, con tendencia suicida, paranoica, obsesiva, compulsiva y maniática, más sin embrago son unos testarudos creyentes de que las personas como tú pueden mejorar y vivir una vida normal, quizás casada con su hijo.

-Desearía que no fueran tan positvos- dije con aburrimiento y miré hacia la ventana, dándome cuenta de que ya habíamos llegado. Era muy tarde.

Tomé las mentas de la mano de mi padre y me las metí a la boca. Quizás sólo por hoy debía comportarme como una chica normal, después de todo Josh en algún momento fue algo menos que molesto.

Josh lucía aquél hermoso traje que resaltaba sus ojos almendrados, su barba estaba algo crecida y se veía algo mayor, tampoco podía negar que Josh era del todo feo. Le sonreí de manera sincera y el también lo hizo de la misma manera, sólo bastó eso para que estuviéramos tomados de mano rumbo al jardín. Podía sentir la sonrisa de mi padre justo a mis espaldas.

- ¿Qué pasó con Julian?- colocó su brazo alrededor de mi espalda. Por inercia me moví un poco hacia adelante.

- Cometí un error y tengo una orden de alejamiento- registre mis bolsillos de la chaqueta y saqué otra botella.

Josh me arrebató la botella oliendo su contenido enseguida indetificando enseguida de que se trataba. Sabía que se venía un sermón encima.

-¿Vodka camuflado?, Eloise son las 10 de la mañana y ya estás bebiendo vodka, por favor dime que no...

-No he recaído, no soy una jodida alcohólica como mi padre, sólo estoy desahogándome - me rasqué la cabeza frustrada.

Josh acortó el espacio abrazandome de la forma que justo necesitaba, permitiéndome llorar, dejando mi armadura al lado, sintiendo el apoyo de un amigo que extrañaba.

- Te extrañe demasiado- dije hipando perdiendo la compostura.

Julian apretó mis mejillas con cautela, mirándome justo de la manera que había olvidado lo que me hacía sentir. Rozando mi nariz de una forma tan dulce, hasta que justamente sus labios se unían con los míos en un beso, que pensé que no volvería a darse. No sé si eran los trajos, o un corazón roto que actuaba igual que él de un ebrio. Más sin embargo, no podía seguirlo haciendo, no cuando aún amaba a Julian. Me separé con una sonrisa disimulando mi incomodidad, iba a casarme con él, no podía seguir actuando de esta manera, debía dejar de pensar en un tiempo en Julian.

-Mi padre debe estar preparando un asado, ¿vienes?- me sonrió, tendiendome la mano. La tomé con una fingida sonrisa.

La música clásica empezaba a sonar y logré divisar copas de champaña, sé que ni debía beber más pero cuando estaba ansiosa cometía estupideces. Desde que Julian y yo terminamos parecía como sí mi rutina se fuera quebrado, poco comía y poco dormía. Una de las mesetas tropezó y lanzó la bandeja de bocadillos sobre mi ropa, me sentía tan sucia.

-Estás hecha un asco, mira tu vestido, nadie va a querer jugar contigo, pareces una pordiosera - me agarró fuertemente del brazo enterrando sus uñas pintadas de rojo. Sentí que escocía mi piel y aparté mi brazo.

-De todos modos nadie quiere jugar conmigo - acaricie mi brazo lastimado.

Nadie quería jugar con la niña que tenía un extraña forma de jugar. Veía su expresión de horror al verme.

-Eso es porque los aterras, no eres una chica normal como los otros. Somos excepcionales. Ven acá - me atrajo a ella y acaricio mi cabello.

Aquél vívido recuerdo me hizo perder todo autocontrol, lancé la charola molesta y sacudi mi vestido con histeria. La chica me miró asustada e intentó colocar una servilleta sobre mi vestido.

-¡Dejalo!- dije al borde de un ataque de ira.- Ahora largate.

La chica permaneció estática y eso me estaba irritando, agarré lo primero que vi en la charola, un tenedor y apunté directo a su cuello.

-No lo repetiré dos veces, vete antes de que haga algo de lo que me arrepienta.

Josh pegó un grito y detuve mi mano, todos me observaban con pánico. No sabía lo que estaba haciendo, no sé si era el alcohol o que en serio necesitara ayuda. Cada vez soportaba menos a las personas, era irritante y errática. Justo como fue hace un año, no quería cometer los mismos errores por los cuales mi padre me amarraba a hacer cosas que no quería. Necesitaba ayuda.

Josh me arrebató el tenedor de la mano y me retuvo en un simple abrazo, susrandome "Todo va a estar bien". Estaba estática con los ojos abiertos y no sabía como responder a su abrazo. Las imágenes de mi mano empuñando un cuchillo y posteriormente cortando su cuello se avesinaron en mi cabeza, como la lluvia torrencial que se estrellaba contra la ventana con tanta furia que ya aparecían grietas en ella, su rompimiento era casi irremediable. Hace un años había estado cegada por la rabia, los celos y la inseguridad, no soportaba el hecho de que Drake me fuera traicionado, tenía miedo, no lo soportaba, una parte de mí se revocaba de ira y otra de inseguridad, me sentía vulnerable y maleable ante un mundo que me había levantado a golpes. Pero con Julian había sido diferente, más allá de la inseguridad hacia mí misma y mi paranoia que me hacía ver que todos planeaban en mi contra, tuve miedo a perderlo, perder a lo único que había belleza en un caos sin remedio.

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