Capítulo 2: Un trago amargo

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Esta vez estaba sentado en el sofá mirando la nada y con diez botellas de cerveza tiradas en el suelo. Ya me sentía un poco mareado y somnoliento.

El teléfono empezó a vibrar y torpemente lo saqué de mi bolsillo.

—Diga—. Solté una risita.

—Hola viejo amigo, estamos celebrando hoy el cumpleaños de mi hermana y me gustaría que vinieras a acompañarnos.

—Amigo creo que estoy un poco ebrio como para conducir. No tendría sentido llegar a la fiesta ya ebrio.

—Eso no es problema amigo. Te mando un chofer para que te recoja y no importa que llegues ya ebrio a la fiesta.

Antes de que pudiera oponerme colgó y me mandó un mensaje pidiendo la dirección. Le respondí y me quedé dormido hasta que el pito del carro me hizo levantarme.

Era una limusina, una bendita y jodida limusina. Me abrió la puerta y subí bochornosamente. El tipo conducía lento y estaba a punto de vomitarme, más sin embargo el líquido nunca llegó a mi boca.

Cuando bajé estaban todas las luces encendidas y se escuchaba la música a todo volumen. Esa chica Eloise estaría muy rabiosa al verme. Me empecé a reír de una manera muy extraña y los guardaespaldas me miraron raro.

Apareció mi viejo amigo y me dio palmadas en el hombro.

—Lo siento, soy un idiota. No traje regalo.

—No importa hombre, pasa —. Me dedicó una sonrisa.

La mansión estaba repleta de gente con ropa elegante y me sentí fuera de lugar. Llevaba una camisa manga larga y pantalones negros clásicos pero no eran tan finos como los de ahí.

—Me siento fuera de lugar. No llevo una ropa adecuada.

—Claro que no. Tu eres mi amigo, no el amigo de mi padre. Mejor echa un vistazo al pasillo de la izquierda y no te sentirás tan fuera de lugar.

Hice caso al chico y vi a un montón de gente con la ropa más rara y con peinados extraños. Entre ellos estaba la cumplimentada con un vestido rojo que le llegaba hasta la mitad de las rodillas, su espalda lucía al descubierto. Lucía realmente hermosa, parecía resplandecer o quizás era el licor haciéndome ver cosas que no eran reales.

Mi poca sobriedad me guio hasta ella. Le toqué la espalda y esta se sobresaltó.

— ¿Qué haces aquí Julian? —. Dijo mi nombre de la manera más hermosa que podría alguien pronunciarlo.

—Vine por ti. Por tu cumpleaños. Feliz cumpleaños Eloise—. La rodeó con los brazos y esta se mantenía como estatua—. Te debo un regalo-. Susurré a su oído.

—Tienes instintos sui... Ven conmigo —. Me tomó de la mano y me hizo subir las escaleras.

Me llevaba tomado de la mano hacia un cuarto, que supe que era el de ella porque vi el libro que leía en una mesa.

Cerró la puerta y le puso seguro. No sabía que pretendía esta chica.

—Nunca pensé que quisieras hacerlo conmigo —. Sonreí pícaramente.

Ella me cacheteó y me quedé sorprendido de su reacción. ¿Qué cosa mala había dicho?

—Deja de ser idiota. Te dije que no vinieras más y aquí estas ebrio y con aspecto de vagabundo —. Me miró con desprecio.

—Oye, no me veo como un vagabundo.

—Si te ves así y a mi padre no le agradas. Buscaré algo en el cuarto de mi hermano, quédate aquí.

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