Capítulo 34: De vuelta a ti

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—¿A dónde vas?— se acomodó Camille su salida de baño, ocultando su desnudes.

Tomé mi chaqueta, la bufanda y los guantes. Estaba comenzando a nevar, tenía que ir antes de que las calles no estuvieran transitables.

— A la mansión Heller, a buscar a Eloise.

— Pero sí ella te hizo eso— señaló hacia mi abdomen.

—No estaba cuerda en ese instante, Camille y no me vas a retener— terminé de dar vueltas a la bufanda en mi cuello.

Camille bajó la cabeza y besé su frente.

—Cuidate, toma una siesta arropada con sabanas. Mi madre siempre lo hacía para que se me bajara la fiebre.

Ella asintió y apretó mi mano para darme luego un beso en ella. A veces Camille podía ser tan inocente que me enternecia. La rodee con mis brazos y ella colocó mi cabeza sobre mi hombro.

...

La calle estaba casi llena de nieve y la neblina me dificultaba llegar rápido. Justo hoy todo tenía que atravesarse en mi camino cuando quería arreglar las cosas con Eloise. La extrañaba demasiado, cada vez que veía el tatuaje en mi pecho no podía evitar acariciarlo con mis dedos como sí fuera una parte de ella. La amaba a pesar de sus brotes erráticos, porque el amor consistía en amar a alguien a pesar de sus defectos.

El semáforo cambio de color y pisé el acelador. Sin importa que la niebla no me dejara bien. Sí bien el amor te hacía hacer cosas estúpidas.

—No vas a entrar— me detuvo.

—Debe dejarme pasar señor, necesito ver a su hija.

David me agarró por la chaqueta, estaba temblando por el frío y más que nada necesitaba entrar.

—Mantente alejado de Eloise, ella se vuelve inestable cuando está contigo ¿acaso no lo notas?

David se acercó y apretó mi abdomen con fuerza. Haciéndome sentir un fuerte dolor punzante. Detuve un grito que pretendía escapara de mi boca y aparté su mano con fuerza.

—No le temo a usted, así que haré lo que crea y lo que quiero, y justo lo que quiero es a su hija.

—Papá ¿quien es...

Eloise había salido de la mansión con un vestido rojo que le resaltaba su color de ojos.

—Jules...— entreabrío su boca con asombro y se me quedó mirando fijamente.

Su mirada puesta sobre mí, me hacía hormiguear el cuello y el abdomen. Recordaba sus ojos desorbitados, su expresión iracunda y totalmente sacada de sí. ¿Realmente la chica que me había apuñalado era la misma que estaba delante de mí?, porque de ser así la chica que veía ahora no luciría tan tranquila, tan inofensiva y no me miraría de la forma que lo hace, con amor. Sí la gente solía llamar obsesión a sentimientos tan fuertes como lo que ella y yo sentíamos, quería seguir complemente obsesionado mutuamente de ella.

—Eloise— dije luego de un rato sin saber que decir.

—No vale la pena que le permitas la entrada, él te puso una orden de restricción. ¿Acaso buscas que mi hija termine en la cárcel por violar una orden de restricción?

—Eso no pasará, porque la retiré. Fui demasiado precipitado, no debí hacer eso... Yo simplemente me...

— Te asustaste, lo sé. Suele suceder con todo el mundo, la gente me teme, le temen a la clase de chicas que pueden apuñalarte en cualquier momento porque sintió que la abandonarías— dijo y rompió en llanto.

David intentó acariciar el brazo de su hija y esta lo empujó haciendo que se estrellara contra el marco de la puerta. Se fue corriendo e intenté seguirla pero David volvió a detenerme.

—Lo siento señor alcalde— dije y lo empuje de nuevo.

Necesitaba hablar con Eloise, no me importaba sí tenia que pasar por encima del mismísimo alcalde. No le temía a él. Él era exactamente como aquellos mafiosos que amenazaban a mi padre cuando no pagaban a tiempo, la única diferencia era que uno usaba corbata y el otro prefería mostrarse tal y como era por dentro.

—¡Eloise!— la llamé por su nombre cuando la vi de espaldas tomando una rosa roja.

—Las rosas son hermosas, pero pueden hacerte daño— se pinchó con una de las espinas y mostró su dedo índice sangrando —. Son exactamente como tú.

La detuve quitándole la rosa, metí su dedo en mi boca. ¿Cómo podía amar a alguien que constantemente hacía idioteces?

— Retirate de una buena vez investigador.

Retiré la boca del dedo de Eloise y vi a David furioso con dos guardias de seguridad en cada lado.

— Pueda que esta vez lo logre pero no podrá detener que su hija me busque.

...

Camille colocó el plato de espaguetis sobre la mesa y tomó asiento con apenas una bata de dormir. Me quedé mirando su escote más de lo debido y me regañe mentalmente por el acto. Enrolle el espaguetis en el tenedor y sonreí al sentir el exquisito sabor.

—Están deliciosos— dijo embutido de espaguetis.

Camille soltó una risita. Ella se había estado quedando en mi apartamento, sí bien no tenía ningún lugar a donde ir, al igual que mi madre, dado a que habían perdido la casa gracias a mí magnífico padre. Había dicho que ni estaría viviendo en un mismo lugar como ella, pero ya no podía estar en el apartamento de Eloise, no después de que nuestra relación terminara y que además ella vivía de nuevo en esa mansión de crueldad. Quizás debía ir mañana y ver sí volvería al apartamento, debíamos continuar con la investigación, más que nada quería ver a su padre pudriéndose detrás de rejas.

El celular me comenzó a sonar en el bolsillo y me levanté para contestar. Era John, quizás surgió algo en el trabajo.

—¿Hola?

Necesito que vengas ya mismo Julian, hay un dato nuevo con el caso de trata de blancas.

Ya mismo salgo.

Colgué la llamada y tomé mi bufanda y el abrigo.

—¿Pasó algo?— dijo Camille mirando el plato lleno de espaguetis.

—Lo siento podrás guardarlo y lo como después cuando venga pero tengo que salir a trabajar.

— Pero sí está nevando, las calles están resbalosas y la neblina, ten cuidado— me miró con preocupación.

— Te lo prometo— me detuve a darle un beso en la frente.

Con el tiempo le había aprendido a querer como la hermana menor que nunca tuve.

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