Capitulo 32: Una chica con el corazón roto

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Eloise

La botella se estrelló contra el duro pavimento produciendo un ruido llamativo para los peatones que transitaban por debajo del puente. Fuera dado contra la cabeza de alguien, quizás, fuera ido a alguna comisaría que más da. Estaba lo suficientemente ebria como para razonar y es que ni siquiera estando sobria lo hacía. Llevaba dos días en la misma situación, bebiendo cada vez que salía del trabajo hasta quedarme dormida antes de poder llegar a la cama. Saqué el celular por duodécima vez, marcando el número de Julian una y otra vez y no contestaba. Necesitaba decirle lo mucho que lo sentía, que lo amaba y que no soportaría estar sin él, pero me había hablado ese estúpido amigo, al que sólo quería despedazarlo en este instante, eso debía hacer pero necesitaba su dirección. Seguí caminado hasta llegar al auto y divagar al colocar la llave simplemente para conducir, no podía hacerlo, recogería después el auto. Vi el primer taxi que se pasó por mi camino y me subí sin decirle a donde iba, hasta que este preguntó.

— ¿A dónde se dirige señorita?— preguntó el hombre con un palillo entre los dientes.

— A la mansión Heller.

— Necesita un permiso para ir allá, no puede llegar así como así.

Bajé mis gafas oscuras de sol dejando ver mis ojos en el espejo, dando a mostrar unas bolsas debajo de mis ojos, junto con los párpados rojos al igual que los ojos. Mi aspecto era poco atractivo.

— Soy la hija del maldito alcalde así que lleveme de una buena puta vez a la maldita mansión — dije de mal humor volviéndome a colocar las gafas.

El hombre carraspeo y asintió con la cabeza. Estaba tan irritada que no pensaba al soltar las palabras, la cabeza dolía horrible, tomaría algún a analgésico apenas llegara a casa. Casa, esa palabra sonaba extraña en mi boca, luego de haberla despreciado tanto.

El taxi paró y le di la cantidad de dinero que creí y ni siquiera me quedé por el cambio. Los vigilantes me miraron y me dejaron pasar, a las afueras de la mansión estaba Abraham hablando por celular e inmediatamente cuando me vio, dejó el celular para abarzarme.

— Hermana me hiciste tan falta, ¿Como está Julian?— preguntó entusiasmado.

Apreté el mentón y quise no llorar delante de él pero simplemente me tiré sobre su hombro y rompí en llanto. Al fin y al cabo era él todo lo que yo tenía, en lo que confiaba ciegamente y sabía que me apoyaría en cualquier momento. Hacia masajes en mi espalda tratando de calmar mk llanto para luego hacer que me apartara sosteniendo mis brazos y mirándome directamente a los ojos.

—¿Qué pasó?

—Yo... Simplemente lo arruiné todo como siempre lo hago, yo lo.... Herí justo aquí — señalé el abdomen.— Con un cuchillo, yo no quería hacerlo simplemente el no contestaba mis llamadas y una estúpida chica llamó a decirme que la estaba pasando demasiado bien con él, simplemente entré en pánico de que me hubiera traicionado y no pensé, pero yo en verdad lo amo. Simplemente...

—Ya, no pasa nada— volvió a abrazarme y besó mi cabeza—. No lo hiciste estando consciente, Julian sabe que tienes muchos problemas ¿No has retomado los medicamentos?

Me separé bruscamente. Odiaba los medicamentos en verdad que los odiaba.

—Sabes cuanto los odio, no quiero ser dependiente a ellos, no estoy loca Aby puedo componerme yo sola.

—Lo digo por tu bien, Eloise, es hora de que los retomes si quieres recuperar tu relación con Abraham y de paso volver a las citas con la doctora Katherine, tengo miles de llamadas de ella pidiéndome que regreses que es urgente. Por Dios Eloise, hazlo por ti, por mi y por Julian, hasta por nuestros papás.

—De esos no me hables, mi padre lo último que quiere es que retome los medicamentos, no quiere perder a su excelente trabajadora.

—No digas esas cosas Eli, las cosas no son así.

Antes de que pudiera refutarle mamá y papá estaban corriendo hacia mi en un falso abrazo familiar que rechacé de buenas a primeras.

— Vine simplemente a hablar una cosa importante con David— fui cortante.

Mi padre miró a mi madre y le dijo que "estaba bien", para que caminaramos por el jardín. Hasta sentarnos justo en una de las bancas. Recordé cuando caminaba tomada de la mano junto mi hermana menor y ella me contaba de sus rutinas de ballet mientras yo le arreglaba los moños desordenados. Ella era tan inocente, tan pura, tan fuera de un mundo de corrupción y malicia, quizás por eso ella estaba ahora en el cielo, un lugar mucho mejor donde podría estar feliz no sufriendo en un lugar como éste no se lo merecía, no merecía pasar por lo que yo pasé. A mí me habían robado mi infancia, mi felicidad, mi bondad y todo lo bueno que había en mí. La misma niña que se encondia detrás de la cortina para que nadie la viera y que tomaba la mano de padre adoptivo con la esperanza de encontrar paz, había muerto.

— Ahora dime lo que viniste a decirme — me miró mi padre detalladamente —. Te ves terrible ¿te hizo algo ese idiota?

—No es de tu incumbencia y por lo que vine justo aquí es para pedirte un favor.

—Ya sabes que cada favor conlleva un precio, así que si deseas uno mío tienes que hacerme uno a mi.

—Ve al grano ¿qué es lo que quieres?

Mi padre sonrió sabiendo que lo conocía a la perfección. Lo conocía más que nadie, pues bien había tenido que callar cosas porque yo también había cometido errores y sí él caía, yo también lo haría junto con él. Sí quería exponerlo sabia a lo que me exponía y estaba preparada.

—Quiero que le des otra oportunidad a Josh.

—Ni en tus sueños — me levanté molesta dispuesta a irme.

Abraham se apareció con un sobre en la mano mirándonos con curiosidad. Él era ciego de lo que hacia su padre, lo veía como el gran ejemplo que no era.

—Eloise te ha llegado una correspondencia— dijo y me entregó el sobre.

Lo tomé entre mis manos sin darle mucha importancia, rompí el sobre y adentro estaba un comunicado de la fiscalía, una orden de alejamiento por parte de Julian, al instante tuve que releer el nombre 5 veces para asimilarlo, quería remediar las cosas con Julian y él me quería lejos como la mayoría de las personas. Mi padre me observaba y sabía que no podía deletarme frente a él, pero él siempre sabía como interpretar mi expresión facial.

—No necesito ser adivino para saber que se trata de ese mediocre que tienes como novio.

Rompí la orden de alejamiento y me levanté del sillón, lo menos que quería ahora era darle una razón para que mi padre creyera quien siempre tenía la razón.

—Deberías de dejar de tener la mirada puesta en un sólo punto y mirar a otro horizonte.

—¿De casualidad ese horizonte se llama Josh?— me detuve molesta sabiendo a qué dirección iba la conversación.

—Exactamente hija— agarró una de mis manos.— Él te hará bien y a mí me conviene que estén juntos, a sus padres les agradara que le des una oportunidad al muchacho. Tú sabes perfectamente que ambos hemos cometidos errores y sí algunos de los dos cae el otro también.

—¿Qué estás insinuado?

Estaba llena de ira, pero bien sabía que no mentía cuando decía que ambos habíamos cometido errores y sí deseaba recuperar a Julian no podía permitir que se enterara cosas que hice en el pasado.

—Sólo digo que una chica que tiene una enorme cicatriz en el rostro y cojera permanente, le gustaría cobrar venganza y dado a tu inestabilidad mental regresarías a el sanatorio Chawford House y creo que eso no te agradaría.

El Ciclo EternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora