Capítulo 21: Ella perdonando

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Todavía tenía el sabor de los labios de Eloise, no podía dejar de sonreía. Era mi novia, Eloise Heller era mi novia. Parecía un adolescente en su primera etapa de enamoramiento, totalmente entusiasta.

El Otoño estaba cerca y las brisas heladas ya se aproximaban. Amenazaba con llover así que corrí hasta el auto y llegar a mi apartamento.

Caí rendido sobre la cama cuando toqué la cama solitaria. Soñé con Eloise por primera vez y fue hermoso, quizás me estaba enamorando sin darme cuenta.

...

Eloise

Como pocas veces llevaba una gran sonrisa en el rostro. Y eso tenia nombre aunque no quisiera aceptarlo, negué varias veces con la cabeza. Iba hacia la mansión, para visitar a mi hermano, lo extrañaba mucho, no valía llamadas y mensajes.

Y como sí el destino despreciara cualquier pizca de felicidad de parte mía, la mujer que tanto sufrimiento y dolor me había causado se apareció ante mis ojos, mugrienta y golpeada fuertemente con los años. Sus ojos carecían del brillo típico del azul marino, que daba la impresión de ser un espejo. El pánico típico que me daba al verla se hizo presente y exigí a mi mente controlarse, ella había perdido cualquier poder sobre mi.

Hice como sino la fuera notado y le di poca importancia a su mano extendida por una moneda, seguí caminando como si nada. Compasión, no era algo digno para ella.

A pesar de mis intentos de parecer poco afectada cuando vi el rostro de mi madre con ojos igual de azules, el mal humor apreció.

—Cariño— intentó darme un beso en la mejilla pero me aparté muy obviamente.

—No, ahorita, no — seguí mi paso en busca de mi hermano.

Él estaba sentado con una pierna subida, leyendo un periódico. Siempre le gustaba el método antiguo de estar informado, le gustaba más que los electrónicos, eso era algo que teníamos en común. Poco usaba redes sociales y no me parecían tan fiables las noticias que se trasmitían por ellas.

—Abraham— llamé y él levantó su vista mostrándome sus diente tan perfectamente rectos. Los envidiaba.

—¿Por fin te acordaste de tu hermano?— hizo un puchero, algo que me resultó muy dramático.

—Nunca te he olvidado hermano, sólo no he contado con el tiempo.

—Supongamos que te creo. Eloise necesito hablar contigo y espero que no te lo tomes a mal pero creo que debes darle una sengunda oportunidad a Fay, ella te necesita...

—No— lo corté —. Ella no me necesita es sólo algo que inventó para que la perdonara ¿Qué te dijo...Que extrañaba a su mejor amiga y que me necesitaba para estar estable?, eso son sólo artimañas, no seas tan estúpido Abraham.

—Ella no me dijo que te hablara, sólo la vi y con eso me bastó para saber que recayó en las drogas.

—Ya estaba metiendo drogas desde antes de que terminaríamos nuestra amistad.

—Eloise te lo ruego por favor habla con, aprende una vez a perdonar—Dijo suplicante.

Siempre mi hermano había sudo ese empujón que me hacia hacer cosas que jamás había hecho. Como aquella vez que dijo que debía permitirme amar y como consecuencia me permití amar a alguien con tanta intensidad y con tanta efusividad que la llama se consumió rápido, dejando devastado todo con ello. Aún llevaba a Drake en mi mente, había sido importante para mí y me sentía mal por el daño que alguna vez le causé por una trampa. Él  remordimiento no era cosa mía, pero él me hacia sentir aquella sensación fea de que no se mereció lo que le hice. Por esa misma razón tenia miedo de lo que deparaba a mi y a Julian, pero ro me hacia sentir tan viva después de tanto tiempo. Con él todo era diferente, algo siempre me llevaba a él una y otra vez sin poderlp evitar, quizás estaba pisando terreno prohibido.

—Está bien— dije vencida. Sabiendo que Abraham seguiría hasta que lo obtuviera.

—Gracias— Me abrazó fuertemente.

...

Cuando llegué al apartamento de Fay, como de costumbre no estaban sus padres. Las palabras de Abraham retumbaban en mi cabeza, sabía hasta donde podía llegar ella y temía lo peor.

Me adentré a la casa, casi temblando en busca de Fay, hasta que llegué a su cuarto. No estaba en su cama ni en el suelo, fui hacia su baño y ahi estaba con la pluma abierta cayendo el agua sobre ella semidesnuda con una caja de cigarrillos tirada en el suelo y jeringas de algo que sabía perfectamente que era.

—¡Maldita estúpida! — solté airosa como respuesta al miedo de perderla.

Lla ayudé a levantarse, estaba tan drogada que parecía un muerto en vida. Debía llevarla a un hospital.

—Te llevaré a hospital.

—No— me miró por primera vez—. Llamaran a mis padres, no. No es tan grave sólo son calmantes, como los que te mandaban, no es heroína— Dijo antes de quedar dormida de nuevo.

—¿Y como si hubiera alguna diferencia significativa?, ambas son una mierda.

Recordé mi última instancia en aquel manicomio que pertuba aún mis pensamientos. Aún siento las punzadas, los baños fríos y las bofetadas que me propinaba una enfermera malnacida. Era tan débil en aquel instante, sólo basta que alzaran el puño para que reviviera cada golpe de mi infancia y fuera tan vulnerable. Los sedantes de volvían más susceptible a los malos tratos y ciertamente había generado una dependencia, por eso era para mi la misma mierda. Sentía satisfacción al saber que la enfermera ahora se encontraba sufriendo en vida y yo era la causante. Sonreí ante al recuerdo.

Dejé a Fay dormir y cuando iba bajando las escaleras vi un periódico con una noticia acerca de una chica que había sido encontrada con la memoria borrada, su nombre era... Daiana Forbes.

...

Llegué a la casa que quedaba a las afueras de Salem, apenas vi la noticia no pude evitar ir a visitarla. Todo esto tenia nombre y apellido, David Heller y quería llegar hasta el fondo. Deseaba son toda mi alma que pagara por cada uno de sus crímenes, lo lograría aunque me llevara a la tumba.

Saqué el celular para llamar a Julian, necesitaba que el supiera de esto. Aunque una parte de mí decía que no lo involucrara, pero la otra parte tenia mayor poder sobre mi.

—¿Aló?

—Soy yo, Eloise. Necesito que vengas al Km 8 a las afueras de Salem. Hay otra víctima y eso bastará para que se reabra el caso. Julian con esto podemos desenmascarara al verdadero líder del asqueroso tráfico de niñas.

—Estoy allá en 40 min. Esperame.

Metí mi celular en el pantalón cuando el colgó y toqué varias veces la puerta. Hasta que alguien se aprecio en la puerta. Sentí que el suelo se volvió endeble en mis píes, que el aliento faltaba y que mi corazón se detenía. Había sido demasiado el tiempo sin verlo, había sido tanto tiempo desde la última vez que le dije "Te quiero", había pasado demasiado tiempo desde que le había entregado un pedazo de mi alma. Verlo significaba que la culpabilidad se hacia más fuerte, al ver esa fea cicatriz en su cuello, por mi causa. Cada vez que el se miraba al espejo iba a recordar lo cruel y sin compasión que había sido.

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