CAPÍTULO 42

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Mayo, 2016

CAMILLE

Todo tomo un rumbo diferente. Quizá mi valentía impulsada por la ira me hizo actuar asi y contrario a lo que creía, pues fui validada, no tomó ninguna de mis palabras como un simple juego o como capricho del momento... Aleksandr había comprendido y aunque había tardado en darme cuenta hasta esta mañana que cumplió exactamente lo que había pedido.

Por la noche mis indicaciones se tomaron en serio, el entro detrás de la señora Klein; me dirigió una leve mirada desde el umbral del vestidor y se desvistió centrado en mis ojos, quedo completamente desnudo y aunque parecía que era un reto para que lo pare ya que se encontraba Elba en la misma habitación, no lo hice.

<< —Gracias, Elba.

Giró para marcharse después de entregarme el vaso de leche.

—Espera — la orden de Aleksandr la contuvo y parecía estar muy acostumbrada a su desnudez — deshazte de todo esto.

—¿Desea que lo tire a la basura?

—Si es posible desintégralo.

—Señor, son las prendas que mando a diseñar.

—Solo haz lo que te ordeno.

Los ojos de ella se fueron de él hacia mí que no pude evitar levantar mi vaso de leche sonriendo satisfecha, era mi pequeño brindis.>>

Por molestar después de ello, entre a lavarme los dientes con una de sus musculosas como pijama, dejaba ver los costados de mis pechos y poco era lo que tapaba mi trasero.

<<—Sé lo que estás haciendo — menciono secándose el cuerpo deteniéndose en su erección — deja de jugar Camille.

—Solo me estoy lavando los dientes — puse los ojos en blanco — hasta mañana Gahel.

Al cabo de unos minutos llego a la cama, desnudo y con el cuerpo totalmente frio, con pequeñas gotas cayendo de su cabello a su pecho, con el olor a menta del dentífrico y su loción tan única.

—¿Puedo dormir en mi cama o me mandaras a dormir a la terraza? — este Aleksandr era el que conocía, el que buscaba que estemos bien y no hacia como si no le importara.

—No es mala idea — le di la espalda acurrucándome.

—¿Has venido a dormir, pero esperas que no te toque?

—Duerme, Gahel.

—Ya he hecho lo que has pedido.

—Deja que se me pase.

El gruñido no lo dejo pasar, me guarde las ganas de reír, pero tenía que ser fuerte... esto no debería pasar otra vez.

Pasadas las horas y haber hecho de la cama un revoltijo porque ninguno de los dos dejaba de moverse, no pude mantener mi idea de no ser tocada, mis ansias por dormir bien me hicieron doblegarme y para eso necesitaba escuchar sus latidos, que me arrullen; quería sentir el peso de su brazo, esa protección la anhelaba.

Me levante despacio, pues hace unos minutos había dejado de moverse.

El ambiente era cada vez más cálido, lavé mi rostro con agua fría, mojé mi cuello y después de respirar, emprendí mi camino para poder hacer lo que deseaba.

Aleksandr se encontraba sentado con la sabana tapando lo necesario, la luz de la lampara me dejaba ver su rostro y esos ojos exquisitos.

—¿No puedes dormir? — pregunté.

Sobre la Piel de mi VerdugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora