Junio, 2016
ALEKSANDR
La ridiculez estaba por todo el lugar plasmada.
Las flores esparcidas por un camino junto a velas que llegaba a un nauseabundo letrero de "¿Puedo ser tu novio?" colocado letra por letra con millones de luces al final del camino era tan repulsivo; había un hombre trajeado con una charola de plata con cuatro copas de champagne más caro que había encontrado y por detrás de este estaba los violines sincronizados con el pianista tocando una melodía que podría ser tan tétrica como el espectro de director que tenía dirigiéndolos.
—¡Llegaste! — me abraza como jamás lo había hecho — Lo siento hermano, no puedo con los nervios.
—Ya lo noté — lo alejo de mí.
Una vez más reparo en mi entorno.
—Te ha jodido hasta lo más hondo — confirmo — Espero que no la cagues de ninguna manera, Woodgate.
—No lo haría.
—Eso espero.
—¿Desde cuándo aprecias de esa forma a Sophia?
—No me importa ella, me importa Camille y si la cagas con Sophia, la cagas con Camille y eso por consecuencia me jode a mí.
—Siempre tan egoísta, pero concuerdo con eso...
—No sé qué te sorprende.
—A veces pienso que ya tienes corazón, pero al parecer solo existe para Camille y los demás que nos jodamos.
—¿Los demás? — miro como todos empiezan a tomar lugar — No todos — veo que las luces del elevador marcan primera planta — Pero tú no estás en esa lista.
—Eres un hijo de puta.
—Lo sé. — apunto el elevador — no queda mucho para que se abra y salga la que será su novia. Toma tu lugar — la burla en el tono no pasa desapercibido cuando me da un ligero golpe en el abdomen — Lo harás bien — asiente relajado con una sonrisa formándose en su rostro.
Aquello parece una película de comedia romántica.
Sophia desde que salió del elevador no paraba de llorar y reír, miraba a Camille que la guiaba con una sonrisa hasta el inicio de aquel camino de pétalos; el abrazo delicado que le da antes de dejarla continuar su camino.
A la castaña que conozco bien me planta la mirada acercándose — el vestido que tiene puesto es de lo más sencillo y no debería pasar ideas depravadas, pero es inevitable cuando eso la hace ver más deseable — pasos de confianza con esos tacones que parecen imposibles de manejar, ella lo hace con facilidad.
—La emoción rebasa sus gestos señor Harford.
El pequeño beso que me da en los labios me deja anhelando devorarle la boca.
—Tan cómica como siempre señorita Pride.
—Mínimo suaviza tus gestos, es importante para ellos.
—Es una ridiculez, está de más.
—A mí me parece que es muy bonito y demuestra todo el interés de Zev por Soph — sus mejillas se sonrojan y aunque sé que no ha querido que suene como una indirecta, lo hizo.
—Si el compromiso se midiera por el gesto sobre valorado como cuando los hombres piden la mano de su novia a los padres, sería un pacto inquebrantable, todos los que se comprometen llegarían al altar, pero sabemos que eso no sucede; sin contar que existe el divorcio y muchos de ellos son por infidelidad.
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Sobre la Piel de mi Verdugo
RomantizmUn encuentro nuevo... Una nueva historia... El dolor y el analgésico, son la misma persona. No se trata del amor que sintió, se trata del odio que siente. No se trata de recordar, se trata de que no olvido. "No creas que esto se trata del presente...