Capítulo 1

973 92 114
                                    

Mamá peinaba mi cabello con mucho cuidado, ella siempre había sido tan cuidadosa cuando se trataba de mí. Constantemente me hacía saber que yo era tal vez la única cosa que le motivaba a seguir viviendo; además del amor que sentía por mi padre.

Yo soñaba con encontrar el amor de la misma manera en como lo había encontrado mi madre; ella relataba aquella historia en cada reunión familiar, contaba cómo se había conocido con aquel hombre que adoraba con toda su alma, mi madre aseguraba que se había tratado de amor a primera vista; mientras que mi padre solo se reía de la misma historia.

-Cariño, debes darte prisa… tu padre seguramente ya está listo para irse al trabajo y será él quien te llevará a la escuela – Exclamó mi madre.

-¿Puedo tomar el desayuno en la escuela? – Pregunté levantándome de la silla.

-Sí, pero recuerda no comer en las clases; no quiero que esa maestra vuelva a llamarme, en realidad no me apetece volver a encontrármela hasta que termine el periodo –

-¿Te peleaste con la maestra? – Mis ojos se abrieron tanto como fue posible.

-No cariño, es algo que no entenderás hasta que crezcas… - Respondió mi madre a medida que me colocaba el corbatín del uniforme.

Cuando estuve lista para la escuela, mi madre empacó mi desayuno en la lonchera, optó por darme el dinero para comprar la merienda en la cafetería de la escuela y le pidió a mi padre que se apresurase a llevarme a las clases antes de que se nos hiciera tarde.

Mi padre como todos los días, bajó las escaleras apresuradamente haciendo el nudo de su corbata; llevaba una radiante sonrisa en su rostro, algo que obviamente no era común en cualquier persona que estuviera viviendo en la vida real. Aunque yo solo tenía 10 años de edad, había logrado descifrar que cuando te convertías en adulto las cosas cambiaban drásticamente en tu vida; empezabas a tener más responsabilidades y consigo venían una cantidad de dificultades y problemas con los que tocaba lidiar día a día; no importaba si tenías mucho dinero o no, era lo mismo para todas las personas.

Pero aunque tocaba lidiar con diversas dificultades, no era como si en tu vida fuese imposible llegar a ser feliz; si luchabas y seguías adelante podías obtener el gran premio, aquella tranquilidad junto aquella pequeña porción de felicidad que ganabas cada vez que sobrepasabas un obstáculo, eran el motivante para seguir viviendo con la esperanza de poder seguir sonriendo a medida que pasaban los días.

-¿Estás lista, Jennie? – Preguntó papá tomando su maletín.

-Si papá, estoy lista – Añadí con una gran sonrisa en el rostro.

-Entonces no perdamos más tiempo y vámonos, despídete de tu madre – Exclamó luego de haber depositado un beso sobre los labios de mi madre, apresurándose a salir por la puerta para llegar hasta el auto.

Yo corrí hasta llegar a mi madre, estiré mi cuerpo para alcanzar su mejilla y poder depositar un beso sobre ella. Mi madre me regaló un fuerte abrazo y luego di media vuelta corriendo hasta el auto de papá, subí a bordo y me despedí una vez más de mi madre a través del cristal de la ventanilla.

Aquel vehículo se puso en marcha, lográbamos pasar muchas calles en donde observaba a los niños caminar de la mano de sus padres y madres siendo llevados a la escuela; por las mañanas podía ver la misma escena, incluso podía observar a ese niño que insistía en sentarse a mi lado en la escuela.

Su nombre era Min Yoon Gi, no era que sintiera desprecio hacia él; solo lo me gustaba que me vieran a su lado, no soportaba las burlas de los demás niños y niñas, tampoco quería hacerle sentir mal y esa era la razón por la que prefería esconderme de él para que no me viese.

Obligandote a Amarme  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora