Capítulo 8

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Los pequeños ojos de Namjoon estaban fijamente clavados en los míos, podía sentir su corazón latir fuertemente debido a nuestra cercanía. Le ofrecí una sonrisa encantadora, de aquellas que siempre había utilizado desde que era una niña; esa misma sonrisa con la que había hecho mi esclavo a Min Yoon Gi.

-Tienes ese no sé que... - Sentenció Namjoon pasando sus manos por mi rostro.

-¿Te gusto, acaso? - Me acerqué aún más a él dejando tan solo unos cuantos centímetros de distancia entre ambos.

-¿Que si me gustas? - Él volvió a sonreír - Demasiado, diría yo -

En ese entonces, el rostro de Namjoon bajó lentamente hacia el mio, con aquella mirada fría y seria enfocada solamente en mis labios, podía jurar que mi corazón había latido aceleradamente. Pero yo no podía sentir aquello, nunca lo había sentido de la misma manera en como lo sentían las demás personas.

Lo que sentía en ese momento más bien podía catalogarlo como "deseo" ya que efectivamente no podía negar que Namjoon era bastante apuesto, ni mucho menos podía negar que me moría de ganas por conocer el sabor y la textura de sus labios.

Allí, sacándome de mis pensamientos; los suaves y delicados labios de Namjoon se juntaron con los míos, sus manos se aferraron a mi cuello sujetandome de manera firme cerca de él. Cerré mis ojos dejándome llevar por lo que se supone que debería sentir, posicioné mis manos en su cintura para luego abrirle paso a su lengua dentro de mi boca hasta escuchar el sonido de las sirenas a las puertas de la cafetería.

Pronto, y como era de esperarse; un par de oficiales irrumpieron en la cocina con arma en mano, para ese momento Namjoon había abandonado mis labios tras declararme que me conseguiría a uno de los mejores abogados de Seúl si era necesario.

-¡Arriba las manos! - Anunciaron el par de oficiales.

Yo miré hacia ellos, les ofrecí una sonrisa y prosegui a colocar las manos por encima de mi cabeza. Uno de los policías se acercó a mi para encajar las esposas en mis manos, luego de haberse asegurado de ello fui conducida hasta la patrulla seguida por las miradas de los demás empleados y de los transeúntes que atentamente chismorreaban desde la acera.

De allí hasta acá, no podía decir con seguridad cuanto tiempo había pasado; estuve recluida en una especie de cuarto de interrogación hasta que el maldito fiscal se dignara a venir por mi. Había escuchado de los labios de la secretaria, que ese fiscal se encontraba interrogando a "la victima" lo que me provocaba bastante gracia.

Aquel hombre no era para nada una víctima, en ninguno de los sentidos podía ser llamado una víctima ya que fue él quien me golpeó primero y fue él quien me amenazó de muerte en más de una ocasión. Aquí la única víctima era yo, pero estaba segura de que la razón por la que yo no era vista como una, se debía a que estaba completamente bien a comparación con las manos del maldito hombre que me había agredido. En ese instante me burlé de las leyes, ellas podían ser útiles no solo para las verdaderas víctimas, sino que también eran beneficiosas para quienes merecían el verdadero castigo.

-Buenas tardes... - Escuché una voz detrás de mi.

-Buenas tardes... - Respondí mirando de reojo a quien se suponía que era el fiscal a cargo.

Él era más alto que Namjoon, sus hombros eran anchos, su cuerpo era delgado pero bastante llamativo, luego estaban sus ojos, su nariz y sus labios; no había visto a muchos chicos con rasgos tan perfectos como los que lucia aquel fiscal, estaba segura de que se había equivocado de carrera profesional, seguramente le iría mucho mejor siendo modelo o incluso un ídol.

-Supongo que sabes cual es la razón por la que te encuentras aquí en el de hoy -

Añadió mientras colocaba algunos documentos sobre la mesa de interrogación.

Obligandote a Amarme  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora