Capítulo 36

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Dos años después...

-¿Debería estar llorando en este preciso momento? - Me preguntó Jisoo mientras secaba sus lágrimas.

-¡Por Dios, si sigues llorando de esa manera también empezaré a llorar! -

-Es que... Te ves tan hermosa -

Sacudí las manos cerca de mi rostro tratando de espantar las ganas inmensas que tenía de llorar; todo por culpa de Jisoo quien desde que había terminado de cerrar el broche del largo vestido blanco que me encontraba vistiendo no había parado de soltar una lágrima tras otra.

-Min Yoon Gi llorará tanto como yo una vez que te vea llegar con ese precioso vestido -

-Seguramente no llorará tanto como lo hizo Seok Jin el día de su boda -

Tal cual, habían pasado tan solo dos meses desde la boda de Seok Jin y Jisoo; ese par de tortolitos que no habían tardado demasiado en dar el sí.

Los esposos Ji, como los llamabamos Min Yoon Gi y yo; habían comprado una casa muy cerca a la de nosotros.

Ellos se habían convertido en la única familia que Min Yoon Gi y yo teníamos, ya que mis padres jamás volvieron a llamarme luego haber sido liberada del centro psiquiátrico cuando el juez me concedió la libertad condicional por unos tres años más. La madre de Min Yoon Gi tampoco volvió a llamarle, a excepción de aquella vez que necesitaba dinero para pagar unas cuantas deudas en las que había caído.

-¡Vaya! ¡Pareces toda una reina! -

Aquel era Seok Jin quien ingresaba a la habitación con una cámara en mano, él se veía tan feliz y sonriente que hasta me hacia emocionar a mí misma.

-Me alegra que por fin, Min Yoon Gi y tú puedan estar juntos -

-También me alegra... - Sonreí - Pero este momento se convierte tan perfecto, gracias a la presencia de dos grandes amigos como lo son ustedes -

-Siempre estaremos aquí para ustedes, ya lo saben -

Asentí, sabiendo que fue Seok Jin quien me ayudó a conseguir la libertad tan pronto como fue posible.

-¡Vale! ¡Basta de tanta cursilería, debemos irnos! - Nós apuró Jisoo.

Desde allí, fue Seok Jin quien partió hacia el patio trasero de la casa en donde se llevaría a cabo la ceremonia; luego fuimos Jisoo y yo quienes nós dirigimos con entusiasmo hacia aquel camino que me conducía a Min Yoon Gi.

Coloqué los pies sobre la alfombra roja que indicaba el inicio del camino, tomé entre mis manos el ramo de flores y levanté la mirada mientras ya empezaba a avanzar hasta el final del camino.

Un par de cortinas blancas se abrieron, permitiéndome pasar entre ellas, permitiéndome encontrarme con el rostro de Min Yoon Gi, ese chico que llevaba los ojos cristalizados en lágrimas al igual que yo; el sonido y la preciosa melodía de aquel vals que anunciaba mi llegada, todo aquello era algo que tan solo había soñado una vez.

Sonreí, podía recordar ahora él pequeño rostro de Min Yoon Gi; aquella vez en la que nós encontrábamos en el patio de recreo de la escuela.

Ese día todos los niños se encontraban regalandole una flor a una niña de su clase; casualmente la niña que recibía más flores era catalogada como la más preciosa del salón. Cualquiera diría que seguramente había sido yo quien había recibido demasiadas flores, pero lo cierto era que ya casi se terminaba la jornada escolar y yo aún no recibía ni siquiera un miserable pétalo.

Estaba tan desanimada en ese entonces, tanto que lloré a escondidas detrás de las gradas de la cancha de fútbol; fue Min Yoon Gi quien al recoger su pelota se percató de mi tan notable llanto.

Aquel niño tomó la pelota entre sus manos, me miró fijamente y empezó a acercarse lentamente hasta lograr sentarse a mi lado.

-¿Por qué lloras? - Me preguntó.

-Ese no es tú problema - Sollocé avergonzada.

-¿Has perdido todas tus flores? -

Le miré de reojo pensando cual era la razón por la que él se encontraba preguntándome aquello, dando por hecho que yo había obtenido muchas flores ese día.

-No... No las perdí -

-¿Entonces? - Él me ofreció una sonrisa
- ¿Por qué una niña tan linda como tú se encuentra llorando aquí escondida? -

-No recibí ni siquiera una flor... -

Min Yoon Gi asintió, entendiendo ahora la razón de mi llanto; pero aún entendiendo la razón, no dijo palabra alguna, simplemente se levantó y corrió hasta un arbusto lleno de pequeñas florecillas para arrancar una.

-No es una flor grande, pero por lo menos evitará que dejes de llorar -

Le miré desconcertada, aquel niño que llevaba casi todo el uniforme sucio y el cabello empegostado de barro o lo que quiera que fuese, parecía ser bastante lindo ante mi parecer.

-Una niña tan linda como tú no debe llorar por recibir menos flores que las demás; todas esas cosas no definen cuan hermosa eres, así que por favor no vuelvas a llorar -

Él me ofreció una sonrisa y luego simplemente regresó con sus amigos, dejándome allí con aquella pequeña florecilla entre mis manos; ese fue el día en el que me enamoré de ese niño.

Esa era la razón por la que Min Yoon Gi siempre me llevaba flores a la escuela, aquella era la razón por la que siempre, de camino a clases cortaba flores para entregarmelas una vez llegase ante mí.

-Mi precioso Min Yoon Gi - Susurré mientras caminaba al altar, logrando verle sosteniendo un par de florecillas entre sus manos.

¡FIN!

¡FIN!

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Obligandote a Amarme  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora