Capítulo 122

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Olivia había tratado de dormir durante la mayor parte de la noche, sin embargo podía sentir el vació de la casa y simplemente la perturbaba, ella estaba acostumbrada a dormir junto a Elliot y despertar a su lado, eran muy pocas las veces que eso no sucedía y generalmente iba acompañado de algún caso en el cual quedara atrapado. Miró el reloj y gimió, eran las seis y media de la mañana y sin duda no iba a poder seguir durmiendo. Se incorporó sintiendo el aleteo de su vientre donde sin duda su bebé estaba mucho más despierto de lo que era ella.

—Buenos días bebé —saludó a su pequeño hijo que se encontraba muy activo en su vientre, haciendo suaves círculos—. Yo sé cariño... también extrañé a papa —ella por lo general apoyaba su vientre en el torso de Elliot, ahora había sido reemplazado por una almohada larga y poco reconfortante, faltaba el calor que irradiaba el cuerpo de su novio.

Elliot sintió la puerta abrirse.

—Yo realmente te tenía algo más de fe —dijo él sonriendo al verla cruzar la puerta de la habitación.

—¡No sé de que estas hablando! —sonrió, haciendo como si lo ignorara.

—Siete y media, ¿en serio Liv? —dijo burlándose de ella, él vio la hora de su reloj, sabía que ella iba a estar de vuelta tan temprano como se despertara y como sabía el bebé comenzaba a patear y moverse temprano las ocho era su hora estimada pero claramente había perdido.

—No podía dormir —besó la cabecita de su hija, que aún estaba dormida—. El bebé no paraba de patearme... —puso la mano en su vientre—, y la casa estaba demasiado tranquila... daba miedo —levantó la vista cuando sintió la puerta abrirse y se volteó—. Don... —recorrió todo el camino hasta llegar a Cragen y lo abrazó, dentro de estas paredes ellos no eran jefe y subordinados, eran amigos, incluso una familia—, gracias...

Don no necesitaba explicaciones, él sabía que este era un agradecimiento tanto por estar ahí ahora y por haberle dado su tiempo y espacio antes de presentarse en el hospital.

—No hay problema Liv... —palmoteó suavemente su espalda y la acarició.

—¿Acabas de llegar? —se veía un tanto trasnochado y desaliñado pero claramente ella no iba a hacer ningún comentario respecto de su aspecto, de seguro no era mejor que el de ella y eso que venía recién de la casa.

—En realidad voy saliendo.

Olivia miró extrañada, confundida, llevaba lo que ella calculaba cinco minutos en el hospital y ¿ya los dejaba?. Elliot vio la mirada de Liv.

—Don estuvo en la noche aquí, acompañándonos —informó para aclararle a Liv la situación.

—Fin o Munch van a estar en un par de horas —dijo Cragen, casi como advertencia hacía Olivia, para que estuviera preparada.

—Oh...

—Todos queremos estar aquí para ustedes Liv... no podemos hacer mucho por Emily pero al menos déjennos ser compañía para ustedes —pidió con un nudo en la garganta.

—Yo... gracias —estaba agradecida por el gesto de sus amigos y sin muchas palabras que decir.

—Nos vemos mas tarde —se acercó a Liv y besó su frente en un tono paternal.

—Claro —sonrió, eran estos momentos donde ella se daba cuenta lo que se perdía cuando estaba en Washington.

—Voy a estar en contacto contigo —dijo despidiéndose de Elliot, extendiendo su mano hacía la persona que sin duda consideraba mucho más que un detective o un subordinado—. Nos vemos princesa... abuelo Don va a venir más tarde —susurró en el oído para Emily y besó su frente, él iba a estar al lado de Olivia y Elliot, aunque tuviera que quedarse fuera de la habitación durante horas.

Renacer - BenslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora