Capítulo 16

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Olivia se mantuvo en la mitad de la sala, notando la lucha de Elliot.

—Liv, ¿estas segura? —preguntó, aunque sabía que no había absolutamente nada detrás de su invitación para ir a la cama con ella.

—Elliot tu espalda te está matando. No es justo. Tengo una cama grande. Además... —se detuvo y tomó aire—. Podemos hacer esto El. Ven por favor —pidió, le hubiera extendido la mano, pero era difícil mantener el equilibrio con la pierna inmovilizada.

—Está bien —respondió casi sonriendo.

Elliot la siguió hasta la habitación. Liv se recostó en el lado izquierdo de la cama y luchó para subir la pierna inmovilizada, había puesto unos cojines para estar más cómodas. Él ahogó una carcajada al ver como ella se sentía frustrada con los movimientos.

—Solo espero que me saquen esta maldita cosa algún día —se quejó al ver la mirada de Elliot en ella.

Él se había quitado el pantalón y rápidamente se había deslizado a la cama. Había procurado quedar entre la sábana y la colcha, de esta manera no había opción alguna de rosarse durante la noche, no quería hacerla sentir incómoda.

—Buenas noches —dijo Liv, anunciando que estaba lista para dormir. Su cuerpo estaba agotado y la mejor medicina era dormir y descansar.

—Buenas noches Liv. Que duermas bien —respondió apagando la luz que estaba en su lado de la cama.

En cosa de minutos ambos estaban durmiendo plácidamente. Algo que nunca habían imaginado alguna vez durante su asociación, que iban a dormir en la misma cama.

—¿Liv...? —la llamóElliot, había despertado bastante temprano esa mañana, la cama era cómoda, la compañía también pero él sentía que algo estaba mal con su compañera, había estado quejándose la mayor parte de la madrugada—. ¿Liv...? —repitió, ella estaba luchando para abrir sus ojos.

—Dios... —se quejó ante la luz llevándose la mano a la frente.

Olivia sentía que la cama se movía bajo su cuerpo. Cerraba los ojos para tratar de calmar el vértigo. Ella sabía que era una de las consecuencias de la conmoción cerebral que había tenido en el accidente. Había pasado casi una semana, pero aun así se seguía sintiendo fatal.

—¿Quieres vomitar? —preguntó al ver su rostro ligeramente pálido. Ella sacudió suavemente la cabeza, nada para agrandar su dolor.

—No. Sólo siento un poco de náuseas y la luz realmente me está molestando —contestó. Elliot de inmediato reaccionó y apagó la luz.

—¿Mejor? —preguntó al notar que ella estaba en silencio.

—Sí. Gracias —respondió con la voz débil.

—¿Qué pasa? —inquirió, estaba seguro que ella estaba llorando o estaba a punto de hacerlo.

—Quiero sentirme bien. Estoy cansada de sentirme débil y no poder hacer nada.

—Liv, apenas han pasado un par de días. Debes darte tiempo para mejorar —le indicó, por supuesto ella estaba constantemente pensando en que no estaba mejorando, lo que la hacía esforzarse innecesariamente más—. Date tiempo para mejorar, Liv. Ahora quédate en la cama, vuelvo en unos minutos.

Elliot quería darle algo de tranquilidad, tenía que ir a la habitación de Emily para verificar de que estuviera durmiendo. Vio la hora, iban a ser las siete de la mañana.

—Buenos días pequeña —saludó Elliot al ver a la niña despierta.

—¿Mamá? —preguntó haciendo un puchero.

Renacer - BenslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora