Capítulo 45

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—Ese es el auto que me estaba siguiendo —dijo Olivia señalando la pantalla donde se veía el automóvil negro.

—¿Estas segura? —preguntó Elliot.

—Sí, por supuesto que estoy segura. Ese es el auto.

Todos vieron como el auto de Elliot donde ella viajaba fue impactado y daba vueltas en círculos. Elliot sólo la observó, ella había cerrado los ojos para no ver.

—Oh... Dios —se quejó llevándose la mano a la frente al abrir los ojos y ver las imágenes, la cámara había tomado una imagen clara del conductor—. Yo... yo lo conozco —susurró.

Sintió como sus rodillas se doblaron, por suerte Elliot estaba justo a su lado, su rápida reacción evitó que cayera directo en el suelo.

—¡Munch! —gritó Elliot mientras sostenía a Olivia—. ¡Trae su silla!

Munch corrió hasta el escritorio más cercano y volvió junto a ellos con una silla. Elliot la sentó con cuidado.

—Liv —ella estaba observando el video, su respiración era difícil, se había sentido abrumada y mareada al ver ese rostro familiar. Elliot había buscado en su rostro algo que le fuera reconocido, pero nada. Miró a su compañero—. ¿Puedes traer algo de agua por favor? —preguntó suavemente, no quería alterar más a Olivia. Sin duda ver el video en medio de la sala central fue pésima idea, ella se había quebrado frente a sus compañeros. Elliot era consciente de su lucha constante por parecer fuerte, era la única mujer en la Unidad y comúnmente tenía que comprobar que ella era tan fuerte como cualquier otro, pero ahora no había cabida para esa lucha, esta vez era algo demasiado personal.

Elliot y el resto le dio el tiempo suficiente a Olivia para que se recompusiera. Habían pasado más de diez minutos desde que ella había comenzado a llorar pero ninguno de ellos forzó absolutamente nada. Había algo malo, ellos lo sabían. Elliot estaba arrodillado frente a ella, con sus manos entrelazadas. 

Cragen les ofreció su oficina para que ella se calmara. Elliot asintió, se puso de pie y Olivia por inercia se levantó también, dejándose guiar por él hasta la oficina de Cragen. Cuando Elliot cerró la puerta alcanzó a divisar a Cragen, quien le dio una sonrisa tranquilizadora, solo tenían que saber lo necesario, nada más.

—Puedes hablarme bebé. No hay nadie aquí —susurró Elliot para que ella hablara, se habían sentado en el sofá de cuero de la oficina de Cragen, uno al lado de otro. Él había alcanzado a rescatar el vaso de agua de su compañero, Olivia lo tenía en sus manos pero no había sido capaz ni siquiera de llevar el vaso a sus labios, sus manos estaban temblando ligeramente—. Liv, bebé me estas asustando —quitó un mechón de cabello del rostro de Liv, necesitaba ver sus ojos para saber que estaba pasando en su interior. De algo estaba seguro, tenía que ver con ella y Emily.

—El hombre... —su voz era débil cuando habló—, el hombre que iba conduciendo... lo conozco —Elliot asintió a pesar de que ella no lo estaba observando. Liv levantó la mirada para verlo a los ojos—. Es un amigo... un buen amigo de Andrew —apretó con más fuerza el vaso entre sus manos—. Elliot —su voz se quebró cuando dijo su nombre—, eso significa que nos encontró... que después de tanto tiempo él sabe dónde estamos —su pesadilla finalmente se estaba volviendo realidad—. Me tengo que ir —susurró suavemente, no quería involucrar a Elliot en todo. Él podía salir lastimado, ella conocía lo suficientemente bien a Andrew y a la gente que tenía como amigos.

—Liv... no hables así. No digas eso —rogó, quitando el vaso de entre sus manos para poner sus manos entre las de ellas.

—No quiero que te hagan daño.

Renacer - BenslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora